CAPÍTULO 12
JUEVES EN LA MAÑANA
— Lo admito, mimado; no se me dan las mates.
— Joder, pero te he explicado por 3 horas.
— Pero me has besado más de lo que me has explicado— se hizo el que no era con él.
— Era parte de la explicación.
— Claro, claro. Como digas— se reía con un descaro, uno al que ya me estaba acostumbrando.
— Andreus
— ¿Sí?
— ¿Por qué no me dijiste que me habías dejado un par de rosas en la entrada?— se avergonzó.
— Pensaba que no te gustaría…
Tomé su mejilla con mis manos.
— Andreus, me encantan las rosas.— sonrió
— ¿En verdad?
— Sí, y me gustan mucho más si fuiste tú quien me las dejó.— Pude ver las mejillas de Andreus colorarse junto a una sonrisa, parecía un niño pequeño en este momento.
— Es… es bueno escuchar eso…
— Solo no me vengas a llenar la casa de rosas.
— No prometo nada— rodé los ojos y reí.
— No tienes remedio.
— Lo sé.
— Eres un caso perdido.
— Soy tu caso perdido.
Reí al escucharlo.
— Te escuchas, ¿cierto?
— Sí, me escucho perfectamente.
— ¿Y sabes lo que dices?
— Sí, dije que era tu caso perdido. O bueno, como lo estás pensando, también me vale.
— ¿Estás diciéndome que eres mío?— Reí de pensar en esto.
— Eso mismo, y no lo bromeo.— Sus negros ojos se clavaron en los míos de una manera tan penetrante que me congelé al verlos.— Soy tuyo hasta que deje de respirar, y quiero que lo sepas.
— Me lo dirás hasta que me aprenda de memoria tus palabras—bromeé.
— Siempre te lo diré diferente, entonces— le di un golpe en el hombro.
— Itzel Arteaga, Andreus Moguer— la voz de una mujer nos interrumpe de nuestra burbuja.
— ¿Pasa algo?— Dice Andreus, quien está mirando a la mujer.
— Chicos, prestad atención a la clase, por favor; en especial Arteaga.— Sentí una oleada de vergüenza ante el llamado de atención de la maestra de mates; pero era inevitable prestarle atención cuando estaba centrada en él.
— Lo siendo, Charlotte. Estaré más pendiente…— pronuncié en voz alta para que me escuchara y volví a ver a Andreus, quien ya me veía con una sonrisa.
— ¿Por qué me miras a mí?, se supone que vas a prestarle atención.— Me sonrió con malicia.
— Tengo mejores cosas a que prestarle atención— Su sonrisa se hizo más grande.
Este mocoso me tiene mal.
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Caminaba por el pasillo en dirección al aula, había ido al baño, esta clase es aburrida, pues estoy sin Andreus. Pero después lo veo, ya que es la última.
Me volví a mi asiento y terminé de hacer los apuntes del pizarrón, esperando que sonara la campana.
Vaya alivio, por fin sonó. Recogí mis cosas rápidamente, pero antes de cerrar la mochila me fijé en una nota que había dentro de mi mochila.
“¿A qué juegas?, todos saben que el príncipe no estaría realmente contigo. ¿O es que acaso crees esas falsas palabras de amor? Ilusa, él pronto estará con otra chica, a ella le dirá lo mismo que a ti.”
Sentí un nudo en la garganta al leer esto, pero lo tuve que guardar rápidamente al ver a Andreus en la puerta.
— ¿Tenías toda la mochila fuera?
— No, ya estaba terminando de empacar— el tono de mi respuesta fue más seco de lo que pensé, lo que hizo a Andreus quedarse callado esperándome fuera.
Salimos en silencio, pero él no tardó ni 2 minutos en hablar otra vez.
— ¿Estás molesta conmigo?, ¿hice algo que te molestó? Porque si es así, realmente lo…
— No, no te preocupes, no pasa nada…
¿Por qué me engaño así?, no tengo por qué ocultárselo…
— ¿Segura?, puedo ir a tu casa hoy, si quieres… No te ves animada, cerecita.
Suspiré y una sonrisa se formó en mis labios al ver su ingenua preocupación.
— Está bien, no tengo problema, o que te parece sí…
— ¡Ya sé!, podemos ir al palacio, te lo puedo mostrar, y podría seguir con tus lecciones de matemáticas.
Me paralicé, ¿me acaba de invitar al maldito palacio?
— ¿De… Verdad?
— Sí, no sería una molestia, no pasará nada malo. — sonrió como si fuese un niño pequeño tratando de convencer a su madre que le compre un dulce.
Suspiré, no podría negar esta oferta, pero no quería ir así; no es que fuese algún baile real o algo por el estilo, pero mi chaqueta negra no está muy linda hoy.
— No quiero ir así vestida…
— Itzel, te ves preciosa así…
Rodé los ojos.
— Bien, confiaré en tu palabra, por hoy.— Sonrió más ampliamente
Continuamos caminando por el pasillo, pero Andreus se detuvo en seco, mirando por el cristal del instituto.
— Hey, ¿qué pasa?
— La prensa está aquí. — lo dijo como si fuese lo más grave del mundo, pero luego recordé quién era el que estaba a mi lado.
— Mierda…
— Cambio de ruta.
Iba a girarme para comenzar a caminar a la otra puerta, pero tuve que ahogar un grito cuando sentí unas manos en mi cintura haciéndome alzar los pies del suelo.
— ¡Hey!, ¡bájame!
— Ni en tus sueños, caminas muy lento y si me ven me perseguirán.— Dijo mientras ya estaba caminando por el pasillo a pasos rápidos. Sin dejarme más opción que sujetarme de sus hombros.
— Andreus Moguer.
— Ya te dije no, cerecita.
— Joder…
Caminamos un poco más y finalmente llegamos a la otra salida, que esta, por suerte, estaba sin esas cámaras.
— Más te vale bajarme ahora si no quieres problemas.
Andreus se reía al oír esto, pero con mucho cuidado me dejó en el suelo.
— Gracias.
— De nada, cerecita. Y no tenías que amenazarme, aunque quisiera no te podría llevar conmigo todo el tiempo.
Andreus se disculpó un momento antes de irse a hacerle una llamada a su conductor y avisarle que cambiara de salida.
Por lo que obviamente no tardó en llegar el auto más lujoso que mis ojos han podido ver, y lo mejor de esto es que iba a entrar en él.