CAPÍTULO 14 Parte dos
Tal vez estuve subestimando a las demás personas de la realeza con mi edad, pero resulta que todos tenemos algo en común, en las noches somos nosotros mismos.
— Andreus, júrame que no vas a hablar con nadie de este lugar sobre esto.
— No te puedo jurar, Azarith. Pero te prometo que nada saldrá de mis labios.
— Perfecto.
Comenzamos a caminar por pasillos más oscuros, finalmente llegamos a un cuarto escondido entre el resto, ella entró y yo hice lo mismo después, una tenue luz amarilla se encendió.
Azarith ojeó mi traje, y entonces sacó un par de antifaces, una blanca, la otra un lila oscuro. Entonces me entregó la blanca, que estaba decorada con algunos detalles lilas.
— No te la quites una vez entremos ni digas tu nombre real. Es la única regla. Tendrás que inventarte algún apodo.
Algo confundido asentí.
— De acuerdo.
Y después de acomodar todo, salimos finalmente de la casa real, nos estaba esperando un auto con un conductor joven, no era del palacio, siempre son conductores viejos, este se notó más tranquilo al verme.
— ¿A dónde les llevo hoy?
— Llévanos a Maschere e Ombre. Sabes donde ¿cierto?
— Lo sé. Montaos.
El trayecto no fue muy aburrido, Azarith hablaba con el conductor y yo intervenía de vez en cuando, pero me la pasé detallando el antifaz, es bastante linda, se vería bien en Itzel, destacaría sus ojos.
Después de algunos minutos finalmente concluyó el trayecto, dejándonos en una mansión enorme con lujos desde la puerta de entrada
— Est-ce que je rêve ?...
— No, no estás soñando. Ponte el antifaz antes de salir del coche, y espero que sepas que apodo tienes.
Me comencé a acomodar mi antifaz, destacaba mis ojos y labios
— ¿Qué apodo tienes tú?
— farfalla rossa, ¿ya te decidiste por uno?
— Sí. Choyé (mimado)
— Vale, ¿por qué ese?
Sonreí— Larga historia.
— ¿Vais a salir o no?— El chico del auto comenzó a apurarnos
— ¡Sí!, espera un momento, Ric.— Itzel comenzó a acomodarse antifaz— Andreus, ayúdame con mi cabello, está desordenado.
Asentí y con cuidado retiré algunos mechones rubios de su rostro, acomodándolos detrás.
— Ya está, vamos.— Abrí la puerta y esperé a que ella saliera.
— Gracias.
Asentí y cerré. Comenzamos a caminar, en la entrada estaban hombres bastante formales vigilando, Azarith saludó a los hombres antes de entrar
— ¿Y tu acompañante es…?
— Soy Choyé. Farfalla me invitó esta noche.
Los hombres asintieron.
— Disfrutad.
Abrieron entonces la puerta, hice un esfuerzo por no abrir la boca al ver el lugar más elegante y formal que he visto hasta ahora. Era como la casa de mis sueños o tal vez mejor. Habías demasiadas personas con máscaras y antifaces hablando y bebiendo, algunas fumando, bailando, o besándose en algún rincón. habían tres pisos, y Azarith me tomó del antebrazo.
— Vamos, nuestra fiesta está arriba.
Pensé que subiríamos al segundo piso, pero parece que no, llegamos al tercero y habían unas habitaciones bastante agradables.
Entramos a la última del pasillo, estaba una habitación gigante llena de mujeres y lo que parecían ser sus parejas o acompañantes, todos enmascarados, y las chicas eran las que tenían más presencia.
— Farfalla, pensé que no volverías a traer acompañante— Habló una mujer pelirroja de ojos color verde—. Anda, siéntate con tu acompañante.
— No vendría sola otro mes, Vermella.
Bien, aquí todas estas tienen algo con el rojo, ya me voy enterando.
Vermella soltó una carcajada y tomó un trago. La mujer me comenzó a analizar con la mirada, no me apartó la vista ni un momento.
— Te ves joven, ¿cómo es tu nombre?
— Choyé.— Sonrió más ampliamente.
— Vaya, Farfalla, que te has traído a un francés.
— Vermella, no soy la única, recuerdo muy bien que tienes un acompañante ruso.
Las miradas siguieron, pero me senté detrás de Azarith, ella no bebía ni un trago, al igual que otras 3 damas, seguramente todas eran jóvenes. Azarith entonces tomó un papel que otro hombre entregó.
— Supongo que estos son los ingresos del piso dos, ¿cierto?
— Sí, Farfalla. Pero nos preocupa un poco que las fiestas del segundo piso terminan mal por apostadores sin experiencia.
Azarith frunció el ceño.
— Deberíamos separar a los clientes más frecuentes de los que vienen de paso— Propuso una mujer morena y de cabello rizado.
Azarith asintió.
— Tienes razón, Kat. Es lo mejor.
— Farfalla, sabes que no les agradará.
— Es eso o sacarlos.
— Farfalla tiene razón— Pronunció Vermella—. Es lo mejor, y no hay espacio a discutir, tenemos que comenzar a preparar esta reforma al segundo piso.
— Vermella, Farfalla; algunos clientes han recomendado apuestas de damas de compañía, pero no sé si esto llegue a funcionar.
— Podría ser, pero no cualquiera lo haría. Si Vermella está de acuerdo a mi opinión, podríamos brindar este servicio a apostadores frecuentes y altos, pero las damas solo estarán en la mansión y solo esa noche. Donde pase algún tipo de problema, será fuertemente sancionado el apostador.
— Estoy de acuerdo, Farfalla.
Ahora me estoy enterando, estoy nada más y nada menos que en la sala de las mujeres que controlan este lugar, y al parecer las superiores son Azarith y esa tal Vermella.
Joder, ¿cómo carajos terminé en este lugar?, me siento en un tipo de mafia, estoy bastante tenso con respecto a esto, no pensé estar conviviendo con alguien tan poderosa en dos lugares diferentes, y que en uno no sepan ni su nombre real.
Mientras seguían discutiendo de qué cambios implementar, comencé a analizar la habitación, demasiado lujosa, me intimidaba estar ahí, cerca de la puerta había un cartel con una máscara con mensaje en italiano “Lo que pasa aquí, nunca sale.”
Después de varios momentos de charla sobre sus negocios, Vermella, Kat, Azarith y los demás nos pusimos en pie.