Era una mañana fría, podía sentir el olor a nieve en el ambiente. El viento silbaba en las copas de los árboles, los primeros copos comenzaban a caer y un sentimiento familiar me invadió; siempre he sentido que la nieve es un regalo, que es la máxima expresión de magia.
Cuando era pequeña me esguince el pie un día antes de mi cumpleaños, estuve triste porque no podría jugar con los demás, cuando llegó la noche miré por la ventana y desee con todas mis fuerzas que algo maravillosos pasara, que me llenara de felicidad otra vez. A la mañana siguiente, cuando desperté, el cerezo frente a mi ventana estaba totalmente cubierto de blanco, había nevado, abrí la ventana y me inundé con su maravilloso aroma. Desde aquel día he sentido que la nieve esta entrelazada a mi vida y los momentos maravillosos .
Como cada mañana preparé café, tomé mi laptop y me senté a estudiar en la mesa de la cocina. Ya iba por mi cuarta taza y segunda crisis existencial cuando sonó el timbre de la puerta. Me dispuse a levantarme y el café se volteo sobre mis apuntes.
- Maldición- digo mientras tomo el computador con una mano y con la otra intento tomar la mayor cantidad de papeles posibles; timbre volvió a sonar- ya voy- de nuevo sonó.
Cuando por fin logré salir del desastre que armé, abrí la puerta y no había nadie, solo una solitaria caja con el logo de amazon.
- Es para mí, es para mí- dijo Juli mientras intentaba rebasarme por la puerta.
- ¡Ay! ¿Pediste libros por amazon de nuevo? tendremos que comprarle casa a tus libros.- digo mientras me inclino para recoger el paquete.
-No pude resistirlo, fue una buena inversión- me contesta frunciendo los labios y asintiendo.
-Esta pesada-digo una vez que tengo la caja en mis manos- podría apostar un riñón a que pesa más que tú.
-No acepto, me gustan mis dos riñones- dice frunciendo el ceño.
-Pero cariño, no es necesario que el riñón sea tuyo.
- Cada día me perturbas más.
Entramos a la casa y nos sentamos en el sofá. No es muy grande pero sí bastante acogedora; Juli se dispone a abrir la caja y comienza a ojear los libros; en eso nos parecemos bastante; he sido amante de los libros desde siempre, supongo que han sido un buen refugio para mí, sobre todo creciendo en una casa como en la que crecí. Grandes muros y habitaciones espaciosas, la mayoría del tiempo frías por la falta de personas, mis padres solían viajar mucho cuando era pequeña y cuando estaban, no hablábamos mucho, y de hacerlo, eran discusiones. Mamá siempre quiso que fuera distinta, tenía miles de expectativas para mí, y yo nunca supe seguir ninguna de ellas. Papá siempre estuvo al pendiente de sus negocios, además creo que lo ponía nervioso; él es del tipo cayado, y yo soy todo lo contrario. Juli me golpea el costado con su codo mientras desembala la caja
-¿Qué maravillas adquiriste?- le pregunto mientras la empujo suavemente
- A decir vedad, varias- me responde moviendo las cejas- creo que al fin termine de rellenar los huecos de mi etapa de clásicos - deja de dirigirse a mí y toma uno de sus libros- hola bonito, te he amado desde siempre- lo alza y lo abraza.
-Definitivamente terminaste de chiflarte- bromeo alzando las cejas - necesitaremos un manicomio, camisa de fuerza y paredes acolchadas.
Juli saca su castaña cabeza de la caja y se acerca a mí, tanto que estamos a punto de caer del sofá.
-Oh por dios- me mira con los ojos muy abiertos- me estoy convirtiendo en ti- dice y me comienzo reír, se incorpora y vuelve buscar en la caja, saca un libro y me lo extiende- este es para ti.
Al instante que lo veo siento correr electricidad por todo mi cuerpo, esa portada me remueve sentimientos que pensé ya haber desechado.
- Conseguí la edición que tenías, sé que te pusiste muy triste cuando la perdiste- dice rodeándome con uno de sus delgados brazos.
- Por dios juli, me encanta- digo mientras la abrazo- te puedo asegurar que con esto sumaste unos cuantos puntos y quedaste en la posición de hija favorita.
-y tú eres mi mamá favorita.- toma la caja y se levanta- iré a preparar café y limpiar tu desastre.
-Así me gusta, que cuides tu posición ganadora.
Vuelvo a tomar el libro, lo ojeo rápidamente y huelo sus páginas, es un olor tan familiar, me recuerda a Chris y todo lo que dejé atrás. Me levanto y me acerco a la ventana, cuando la abro comienza a nevar con mayor intensidad.