A no es de amor

Audrey.

Debí suponer  que me iría mal en el amor cuando en el baile de primavera del preescolar me toco bailar sola.

Debí sospecharlo cuándo en segundo grado abracé a Edgar Montana, le dije que lo quería y el me dijo “A, Barnie te mintió cuando dijo que si tú me quieres yo te voy a querer”

Debí saberlo cuando en quinto grado fui la única que no se casó el 14 de febrero con ningún niño, ni siquiera Bobby el niño gordito quiso ser mi pareja.

Señales tuve y muchas.

Las ignore todas y cada una de ellas, a todas siempre les busque una justificación, un porque.. trate de tapar el sol con un dedo y ese fue mi error.

Mi vida completa es una montaña rusa en la que subo y bajo, hay movimiento constantemente pero cuando se trata de amor mi carrito suele subirse muy rápido, sube, sube y sube hasta la punta y después sin previo aviso cae, lo peor es que la subida es veloz pero la caída tarda tanto..

No culpó a nadie por mi mala suerte en el amor, creo que es mi culpa solamente porque yo elijo de quién me enamoro, soy tan cuidadosa que lo hago con pinzas y lupa, porque ten presente esto, la persona que va a romper tu corazón no puede ser cualquiera, debe ser alguien tan especial y ruin que cuando todo termine no sepas si desearle el bien o desear poder meterlo a el libro los hornos de Hitler y que sea judío.

En mi vida he tenido tantas malas experiencias amorosas que mis dedos no alcanzan para contarlas, sin embargo siempre habrá algunas que destacan por mucho sobre las otras, en mi caso son tres las historias que nunca podré olvidar

Y tal vez esas tres historias son el motivo por el que estoy aquí sentada en la banca de una iglesia, con un vestido azul turquesa, con un hermoso peinado y maquillaje, esperando que se den las cinco de la tarde para ver al hombre que amo entrar por la puerta de la iglesia y casarse con otra.

No diré que no se cómo llegue aquí porque si lo sé y te lo contaré pero antes me voy a presentar.

Soy A y no, la A no es de amor.