A Pesar De La Heridas || H.S

CAPITULO 3

Viéndolo de esta forma tan cercana, puedo ver unos ojos verdes y uno labios de ensueño.

Que recompensa.

Me pican las manos de las ganas que tengo de tocarle ese perfecto rostro tallado por el mismísimo Luzbel, y pues como yo no sirvo para quedarme con las ganas, lo hago, no se aleja, pero puedo ver la expresión en su cara de.

«Y está loca que»

Es tanta mi concentración que después de un rato logro caer en cuenta de que, Harry, tiene una sonrisa, no puedo evitar imitarlo, veo como aparecen unos lindos hoyuelos, son tan lindos que poso mis labios en ellos, no dejo que reaccione y le doy un pequeño beso en la boca,

Después de mirarnos fijamente por un buen rato, caigo en cuenta de lo que hice, shit, lo dejo en medio de la pista y me voy directo al baño.

Cuando termino de hacer mis necesidades avanzo a la mesa, pero él Sid feo aparece justo en frente mío y me arrincona contra la pared, puedo oler por su fuerte respiración que está bastante pasado de tragos, intenta besarme, y me agarra tan fuerte que no puedo moverme, pero yo no soy una muñequita en apuros ni mucho menos.

Ya no, tomé un curso de kick boxing.

Después del horror que sufrí, me obligaron a tomarlo, así que optó por no pedir ayuda porque realmente no necesito que nadie me defienda, así que lo empujo con todas mis fuerzas y pateo sus partes, ahora él está arrodillado intentado calmar el dolor, de repente veo a Harry sonriendo de oreja a oreja.

–Veo que estás muy bien –su risa ronca, me tiene al borde de la locura, yo igualmente sonrió y me encojo de hombros.

–Creo que deberá pensarlo dos veces antes de siquiera volver a tocarme –se acerca a paso lento.

–¿También tendré que cuidarme si decido acorralarte de esa forma?

–Eso tendrás que averiguarlo tú mismo –está a un paso de distancia, tiene sus manos en los bolsillos y se balancea de un lado a otro.   

–Creo que deberíamos irnos de este lugar –mira, yo no soy una santa, el tipo está buenísimo, el problema aquí es que él es el mejor amigo de Jasón, el muy capullo me va a mandar a comer mucha shit si me meto con su amigo o hermano como ya lo escuché decir algunas veces.

–¿A dónde quieres ir?

–Puedo llevarte hasta tu casa, claro, si eso es lo que quieres, no estas a mucha distancia de estar ebria –este bombón no me conoce en lo absoluto, me está sonriendo de una forma que exactamente no sé cómo tomarla –. O bien puedes irte con Jasón y Laila, pero creo que lo que quieren en este momento es llegar a su propia casa.

–¿Tú no tienes ningún inconveniente en llevarme? –pregunto con algo de timidez, si, tampoco lo puedo creer, ahora si me entra la timidez, en fin, la hipocresía.

–Por supuesto que no, estaría más que encantado de hacerlo –él me da un beso justo en la mejilla, un pequeño rubor se extiende por mi rostro, y lo sé porque siento que el calor se expande.

–Bien, vamos –me toma de la cintura, y me guía a la salida.

En el momento en que está justo en frente de mi apartamento, me dan ganas de invitarlo a pasar, pero eso le daría una idea equivocada, quiero botar toda la mala energía que dejo mi sueño teniendo una buena dosis de sexo, pero eso en definitiva no va a suceder, sin más me despido.

–Será mejor que entre, ya es demasiado tarde –le regalo una sonrisa apenada.

–Claro que si Mauschen –cuando me bajo del auto, me asomó por la ventana para despedirme, pero no lo veo en el asiento, está justo a mi lado con una sonrisa ladeada, necesito desahogarme, pero eso no será hoy, le doy un beso en la mejilla y me encamino a mi apartamento.

Que noche.

 

* * * * *

Han pasado dos semanas, después del encuentro tan raro que tuve con Harry, la insta atracttion que tuve por él, lo tuvo en mi mente cuando intenté montármelo con un compañero de entrenamiento, ¿Por qué la mente me tiene que joder de esta forma?

–¡Mierda! –hace veinte minutos debía estar entrenando, debía estar a las nueve en punto, pero me la he pasado perdiendo el tiempo, el entrenador Gellert, va a estar cabreadísimo conmigo, ya puedo escucharlo gritando en mi odio, he corrido las siete cuadras que me separan del lugar donde entrenó, tengo hasta miedo de entrar, el entrenador G, es una de las personas que más quiero, me ayudo cuando sentía que no podía seguir más con mi vida.

Fue quien me guio a este hermoso deporte que me saco del laberinto en el que me encontraba, adoro a este hombre con mi vida, pero lo que él no tolera es la impuntualidad y esta es la segunda vez que pasa en los ocho años que llevo conociéndolo, la primera fue cuando Laila, me hizo acompañarla a una fiesta en casa de Jasón, el entrenador estuvo gritándome durante veinte minutos, sé que esta vez no va ser tan rudo, pero eso no quiere decir que lo va a dejar pasar, sus gritos son su marca personal.

–Hasta que te dignas a aparecer Alexandra –él es una de las pocas personas que me llama por mi nombre completo, tampoco es como si fuera a discutirlo, pues es un hombre de un metro ochenta y cinco y con un físico espectacular, él fue un nadador profesional y aún conserva su buena apariencia, sus ojos grises se ven retadores y su mandíbula bien marcada puede intimidar a cualquier persona –. Llevas media hora de retraso y he estado plantado como un completo pendejo esperando que mi pequeña Lombriz medite sobre si merezco o no su jodido tiempo, pues te digo Alexandra Rogers, que no habrá una próxima vez en el maldito mundo que esto vuelva a suceder, te tienes que preparar para la oportunidad más grande que el maldito mundo te está ofreciendo, así que ponte el maldito traje y pon tu trasero en esa piscina.

No digo nada en absoluto, y menos cuando me ha dicho el apodo que utiliza cuando quiere darme algo de afecto, cuando el me encontró en mi peor momento, dijo que parecía una horrorosa Lombriz y ese apodo ha perdurado hasta la fecha. él dice que yo le recuerdo a su hija fallecida, que tenía solo tres años.




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