A Pesar De La Heridas || H.S

CAPITULO 18

Después que desayunamos, Jasón, nos acerca a la casa y puedo ver el auto del entrenador aparcado en la calle, yo no me siento lista para nada, Kenny, ni siquiera se lo espera, la emoción de mamá no podría ser más grande, solo le basto ver el auto del entrenador para tener esa sonrisa tan grande en el rostro, que sad, pero así es la vida.

–Mira eso bebé, Gellert, ha regresado –da pequeñas palmaditas en el asiento, se despide de Jasón, y baja de prisa del auto, yo trato de retrasar lo más que pueda la entrada a casa.

–Deséame suerte ricura –Jasón, me regala una sonrisa de resignación y eso mismo le devuelvo yo, me bajo del auto y enredo mi brazo con el de mamá y avanzamos a pasos decididos a casa.

¿¡Que manía tiene la gente con abrir la puerta antes de saber quién está al otro lado!?

Podría ser un jodido ladrón, pero al parecer a nadie le interesa, el entrenador está en la puerta con su metro ochenta y cinco y tenemos que levantar un poco la vista para verlo a la cara, se notan sus grandes ojeras y eso por un momento me calienta el corazón porque al parecer si estaba preocupado, se abalanza y nos abraza a las dos al mismo tiempo, por un momento decido disfrutar esta pequeña interacción, pero no puedo hacerlo más difícil para mamá, nos separamos y entramos a la sala, Dios, hay tanta tensión en este lugar.

El entrenador se sienta frente a nosotras y le da una sonrisa a mamá, ella se la devuelve gustosa, hace lo mismo conmigo, pero yo bajo la mirada a mis dedos como si verlos fuera una cosa importantísima.

–Me han hecho mucha falta, sé que me comporte como un tonto, pero no puedo simplemente dejar a mis chicas –no soy una mierda de persona ¿Okay? Pero no puedo soportar que venga como si nada, como si ni siquiera le remordiera la conciencia.

–También nos has hecho mucha falta cariño, dejemos todo lo que paso de lado y volvamos a ser una familia feliz –la emoción con la que habla mamá me hace querer gritar o más bien me dan ganas de escupir veneno.

–Será mejor que tomemos una ducha, creo que apestamos –el entrenador nos da una sonrisa y mamá solo puede hacer lo mismo y dar un pequeño asentimiento, tomó su mano y la guio al segundo piso.

Beso en la frente a mamá y me encamino a mi cuarto, tomo una reconfortante ducha, decido ponerme una sudadera negra y una camisa grande de color blanco, decido que bajare de la manera más cómoda y me pongo mis chanclas.

que bonitas son.

Aun con la toalla en mi cabeza bajo para tener la charla con el entrenador, trato de buscar con la mirada a mamá, pero no está por ningún lado, espero y no se esté arreglando de más.

–¿Cómo has estado chica ruda? –me quedo perpleja por un momento, trate de no ir directo a la sala para no tener que hablar a solas con él, no le doy una respuesta y me encamino a la cocina, él por supuesto no se da por vencido y me sigue. –¿Sigues enojada conmigo?

–Me parece el colmo del descaro que te aparezcas por aquí como si nada –nunca nadie se espera nada de mi parte, esa es la ventaja de no ser predecible, su rostro se torna confuso y yo no lo dejo recuperarse –. Deberías irte.

–¿Qué te está pasando? ¿Por qué me hablas así? –su ceño se frunce y sigue hablando –. Sé         que estás enojada, por eso mismo estoy aquí, para disculparme por mi actitud.

–Yo no quiero una disculpa de nada –elevo un poco mi voz –. Solo quiero que te vayas y nos dejes en paz –me mira tan fijamente que no puedo sostenerle la mirada.

–No entiendo que te está pasando, no puedes simplemente hablarme de esa forma y no darme una razón –se cruza de brazos y me ve como si no fuera a tomarme en serio, no quiero tratarlo mal por mi enojo, así que tomo aire y hablo.

–Sé que tienes otra mujer –no lo dejo decir nada y saco todo –. Te vi, vi como la abrazabas, ni siquiera eras capaz de aclarar las cosas con, Kenny o conmigo, simplemente nos dejaste de lado quien sabe para hacer que cosas con esa mujer –mi voz se entrecorta, pero eso no impide que continúe –. Le llevaste un ramo de flores cuando a mamá nunca le has dado uno, deberías ser valiente y dejarle en claro que ya no quieres seguir con ella, no puedes jugar con sus sentimientos.

Olovorgo.

Las cosas nunca salen como uno lo planea y no sé si eso es bueno o es una completa mierda, pero Kenny, está en la entrada con su rostro perplejo, ni siquiera llora, solo está ahí parada tratando de comprender todo lo que he dicho.

–¿Qué es lo que está diciendo mi bebé, Gellert? ¡Me has estado viendo la cara todo este tiempo, que tonta! –bufa por lo bajo y se encamina hasta quedar frente a él. –¡Habla maldita sea!

El entrenador aun no sale de su aturdimiento y solo abre y cierra su boca como si fuera un pez fuera del agua, yo trato de calmar a mamá porque puedo ver como aprieta su mano para estamparla en la cara del entrenador, puede que ella no me haya dado la vida, pero ya veo de donde saque mi lado agresivo.

–Cálmate, deja que se explique.

–¿Cómo quieres que me calme si ni siquiera abre la jeta para decir algo? –que sutil es esta mujer.

–No entiendo de donde saco todo eso Alexandra, pero sé que todo es un mal entendido, no podría estar con alguien más, cuando he pasado años enamorado de la misma mujer –las emociones en este momento lo son todo, mamá está sorprendida y yo no puedo estar más impactada, ¿Qué carajos está pasando?

–Pero te vi, te vi con esa mujer –espero haberme equivocado –. Vi como la abrazaste y hasta le llevaste unas malditas flores, no quieras hacerme ver como una loca.

–Así que me seguiste, eso no me lo esperaba –me lanza una mirada de decepción, pero la verdad es que no me provoca nada –. No les mentiré – tampoco es como si tuviera de otra –. La mujer con la que me viste era la madre de mi hija – «¡Kelly, pero que monda!» –. Me invito a una cena junto con su esposo, celebrábamos el aniversario de Darcy.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.