A Pesar De La Heridas || H.S

CAPITULO 22

No tengo ni la menor idea de que responder, obvio si quiero ser eso que él menciona, pero quiero aclarar una duda antes de aceptar esa declaración.  Pues obviamente sé que es su forma de pedirme que sea su novia.

En fin, al punto que quiero llegar es, ¿Quién es la linda morena que estaba con Víctor? Porque para mí fue más que obvio que se conocen desde hace mucho y claro está que quiero tenerlo súper clarísimo.

Tomo su rostro entre mis manos para que me mire fijamente, mala idea biztochito, así no me concentro en lo absoluto.

Inténtalo.

–¿Quién es la chica que estaba con Víctor? –se esperaba cualquier cosa, menos esto, pero no le daré una respuesta hasta que el me dé una buena a mí.

Parece que su Windows se está reiniciando porque no deja de mover sus ojos de un lado para el otro, un claxon suena a nuestra espalda, el semáforo está en verde y el arranca con destino a no sé dónde. Supongo que debe tener una buena historia con esa chica como para no poder dar una respuesta inmediata, logro reconocer que entra al barrio en donde tiene su taller, si no me va a hablar no tiene caso que me quede en el auto con él y mucho menos encerrarme en un lugar.

Solo pa´ ver el piso.

Cuando aparca el auto, nos quedamos un rato en silencio su respiración suena fuerte y yo no sé qué hacer para calmar mis nervios, él baja del auto y me abre la puerta, me ofrece su mano, pero no la tomo, no puedes culparme por hacer eso, hice una simple pregunta y no he recibido nada, una relación no puede empezar así.

–Bien guapo, hablamos otro día, que descanses –emprendo mi camino a la parada de autobuses que conozco de memoria, logro avanzar unos cuantos pasos, cuando siento la presión de su mano en mi muñeca.

–Hablemos ahora nena –esto logra calmar un poco mis nervios, no quería irme, pero tampoco quería quedarme a pasar pena. Aun con su mano en mi muñeca, nos adentramos al taller, me guía por los autos que tienen y subimos por unas escaleras en forma de espiral al lugar que él llama, su hogar.

El lugar es cálido, tiene lo esencial, una cama, un televisor, una cocina y un baño, su cama esta pulcramente tendida, el lugar parece de revista porque todo está en su lugar perfectamente ordenado, realmente nunca había visto la habitación de un chico tan bien arreglada y puedo decir que he visto unas cuantas. Me guía al borde de su cama y me siento, él se queda de pie y se encamina a la cocina por dos vasos de agua, sé que se está dando tiempo, pero en el fondo yo también agradezco eso.

Toma asiento a mi lado y se toma de golpe todo lo que se sirvió, yo por otro lado doy un pequeño sorbo, mi vista se eleva viendo una foto que tiene encima de su armario la cual no puedo ver bien, debido a la considerable distancia, su voz me saca de mis cavilaciones.

–Es mi ex novia –no es como si no lo sospechara, es más que obvio, esas miradas no podrían haber sido de simples amigos, ella realmente lo miraba con odio –. No hay mucho que contar, duramos cuatro años –cuatro años es demasiado tiempo cariño, realmente estoy intrigada, su vista esta fija en un punto, pero al parecer su mente está recordando, noto como su ceño se frunce y su nariz igual –. La conocí en el reformatorio donde crecí.

Espera ¿Qué? ¿Él creció en un reformatorio? Por lo que veo, me voy a enterar de cosas que no me esperaba en lo absoluto.

» Creíamos estar enamorados, Bianca, entro cuando yo estaba por cumplir la mayoría de edad y ella recién había cumplido los diecisiete, entablamos una bonita amistad, al poco tiempo le pedí que fuera mi novia, creía que ella realmente me comprendía, pero siempre hubo algo que yo no pude darle. Aun así, seguía conmigo, perdoné muchas de sus infidelidades, sentía que me lo merecía, no podía atarla a mí, o así fue como yo lo vi: un día simplemente me dejo, dijo que yo no era el tipo que ella merecía, no creo poder juzgarla nunca, ella tenía toda la razón.

Su rostro es todo un misterio, sus manos tiemblan, pero él no parece ser consciente de eso, realmente no está aquí, su mente debe estar vagando por todos los escenarios que me ha mencionado.

» Quiero darme una oportunidad contigo Mauschen, han pasado varios años, ella no es alguien importante para mí, no tienes que preocuparte por nada.

Tomo sus manos porque estas no dejan de temblar, puedo ver el horror en sus ojos, se siente realmente agobiado por lo que sea que haya pasado con esa mujer, tengo muchas preguntas atoradas en la garganta, pero viéndolo de esta forma, no puedo ser una completa p*rra y atormentarlo aún más, ya me dejo claro que es su antigua pareja.

–Está bien guapo, ya me quedo claro, ahora dejemos de hablar de ella y… Devórame la boca –le doy una mirada sugerente moviendo mis cejas de arriba abajo, su rostro se ilumina como si prendiera la luz de un foco, me da una sonrisa moviendo su cabeza de un lado a otro.

–Eso sí que puedo hacerlo con gusto –toma mi rostro y junta nuestros labios, la coordinación que estos tienen es realmente placentera, el beso se eleva un poco en calentura y me siento sobre sus piernas para profundizarlo aún más, sus manos aprietan mi cintura y me es imposible reprimir un leve jadeo, mis manos toman su cabello y lo jalo levemente, siento como su respiración se entrecorta.

Lo hago nuevamente y abre un poco más su boca, aprovecho para iniciar una danza sincronizada de nuestras lenguas, nos separamos porque el maldito aire es necesario. Lo observo fijamente y sus ojos verdes se han oscurecido varios tonos; no lo pienso dos veces y vuelvo a tomar sus labios, él me corresponde y sus manos se meten por debajo de la blusa de mi conjunto, intento quitar su camisa, pero él se aleja.

–¿Quieres que te lleve a casa? –Okay, eso no me lo esperaba, creo que un putazo habría dolido menos.

Sí, sí, creó que iba muy deprisa, pero vamos, el momento lo ameritaba. Le doy un asentimiento y me pongo de pie para acomodar mi ropa, él se arregla su cabello y me toma de la mano para emprender nuestro viaje.




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