La tienda más cercana por fortuna está a dos cuadras, entramos en esta y voy directo por una golosina con forma de ballena. Así es, ese es mi antojo favorito en todo el mundo, Harry está detrás mío meneando la cabeza en negación y sonriendo.
–Sí, ya lo he dicho, me encanta la rareza –le muestro mi dedo medio y le doy la espalda para coger una golosina más. –Y bien nena ¿Quieres comer algo en especial?
Me acerco y pongo una goma en su boca, este la recibe sin ningún problema y deja un beso en mi frente.
–Quiero pasta con un tremendo trozo de carne –Dios, puedo saborear esa delicia y un escalofrío me recorre, amo comer.
–Entonces pasta será, vayamos por los ingredientes –me toma de la mano, pero me zafo rápidamente, me mira frunciendo su ceño y torciendo los labios, le doy una sonrisa apenada.
–Tu puedes ir por ellos, yo buscaré algo.
–Ven nena, lo podemos buscar juntos –intenta una vez más tomar mi mano y yo vuelvo a retirarla, pasa sus manos por su cara en modo de frustración.
–¡Harry! Quiero seguir atragantándome de gomitas, es eso –ríe meneando la cabeza, me da un guiño y se va por las cosas.
El chico de la tienda estaba mirando nuestra pequeña interacción y puedo verlo de lo más divertido, le doy una sonrisa apenada y le doy la espalda para seguir comiendo, tomo cuatro más en mi mano y me acerco a la caja, no quiero dejarle la comida servida a Harry, eso sería demasiado grosero.
El chico se ve tan joven, que estoy segura que soy mayor que él, debe tener unos dieciocho años, sino es que menos. Le acerco el dinero para que se cobre una bolsa completa de gomas y siete que me comí aparte; su sonrisa no se esfuma de su rostro y me entrega el cambio. Estoy por hablar para no sentirme avergonzada, pero una chica entra corriendo a la tienda con su blusa desordenada y desbordando lágrimas, puedo ver que su rodilla está sangrando.
–Por favor… Ayúdenme –su voz sale en un hilo y me acerco para sostenerla, sus piernas la traicionan y por poco se cae, la siento temblar y la llevo a un lado para que se siente sobre una canasta de cervezas.
–¿Qué te pasó? ¿Quieres que llamemos a la policía? –su mirada se levanta rápidamente y me ve con terror.
–¡No! Ya se le va a pasar, fue mi culpa –no entiendo de que habla, hace un momento estaba tan asustada pidiendo ayuda y ahora solo puede estar preocupada por alguien que no es ella misma.
–No creo que estés bien, tu rodilla está sangrando –estoy por hablar con el chico de la tienda, pero un tipo enorme irrumpe en el lugar con una mirada asesina, sus ojos logran paralizarme por un momento, puedo ver como los ojos de la chica se abren en terror y un jadeo de horror se le escapa, el chico de la caja da unos pasos atrás con la mirada puesta en el tipo de la entrada, este avanza un paso y la chica se aferra a mi pierna en un abrazo fuerte.
–Vámonos Fernanda, hablemos en casa –la chica está sollozando fuertemente y eso logra crisparme los nervios, una imagen cruza por mi mente, por un momento siento que la que está pasando por esa situación soy yo, alejo ese pensamiento y miro fijamente al tipo.
–Deberías irte, ella no se encuentra bien. –el tipo suelta una sonrisa sarcástica y soba su mandíbula.
–Tu no hables por ella pequeña estúpida, yo puedo hacer con ella lo que se me dé la regalada gana, así que quítate de en medio. –Da un paso más y la chica afianza su agarre, veo como saca una navaja de su pantalón y la chica lanza un grito, eso logra hacer que el tipo se enoje y se lance con la navaja en lo alto para lanzar su ataque.
Esto se pondrá interesante.
Logro reaccionar a tiempo para esquivar el ataque que el tipo ha lanzado, el cual va directo a los brazos que rodean mi pierna y yo por reflejo empujo su codo para que se desvíe de su objetivo. El agarre de la chica se vuelve débil y aprovecho ese momento para acomodarme mejor y recibir un segundo ataque por parte del tipo.
–¡Apártate maldita perra, no te metas en asuntos que no te incumben!
–Eres un pedazo de mierda, es solo una niña a la que estás amenazando, estás enfermo, ella no se irá contigo, así que mejor lárgate –su rostro se pone rojo de la ira y sé que se va a abalanzar sobre mí.
Lo hace con una fuerza que me desestabiliza y logra herirme con la navaja en el brazo derecho, no es profunda, pero si es larga. El tipo no me deja ni reponerme cuando lo puedo ver acercándose para lastimarme una vez más.
Mi enojo se eleva a un nivel que hace que lo vea pequeñito, lanza un ataque más y logro esquivarlo, mi mano se dirige a su garganta y logro hacer que retroceda, se acerca una vez más y lanza otro movimiento con su navaja, repelo su ataque y mi mano golpea su nariz, esta empieza a sangrar y eso me pone malditamente bien, una vez más ataca y logro rodearlo para golpear su pierna por detrás y enviarlo directo al suelo.
El hipido de llanto de la chica hace que me distraiga, el recuerdo de cuando tuve el primer episodio de ese dolor, invade mi mente, el no poder respirar debido al llanto desgarrador.
Aprovecha mi distracción y me lanza con fuerza al piso, está por tirarse encima mío, pero un cuerpo lo embiste y lo manda con fuerza directo al suelo una vez más haciendo que la navaja caiga varios metros lejos del tipo.
Harry.
Mi chico se percata de la sangre que escurre por mi brazo y sus ojos se abren en conmoción, le doy un asentimiento para que no se preocupe, puedo ver como la ira se apodera de él y me da la espalda para acercarse al tipo y empezar una serie de golpes en su rostro, los quejidos del tipo por un momento logran hacerme sentir una paz que me enferma, dejo de prestar atención cuando me percato que el rostro de la chica esta morado, me acerco rápidamente y tomo su rostro entre mis manos para que me vea fijamente.
–Está bien pequeña, mírame –sus ojos están llenos de miedo, no puedo dejar que los recuerdos se vuelvan a apoderar de mí, ella me necesita –. Mírame, relájate, concéntrate en mi voz –la acerco a mi pecho mientras sobo su espalda y le digo las palabras que en mis pesadillas me digo cuando veo mi cuerpo tirado en el suelo para no sentir el dolor que me invade.