Nuevo día, nuevo despertar, pero nadie me asegura que sea uno tranquilo... En verdad no sé ni por qué aún pienso que puedo tener un despertar normal cuando tengo a dos hermanos como Dylan y Adrian.
– ¡No es así! ¡No me estás escuchando! –Se escucha la voz de Dylan desde el salón.
– ¡Eres un profesor de mierda! –Le responde Adrian.
– ¡Oye Adrian, ese vocabulario! –Aparece mi madre en escena.
Me tapo la cara con mi almohada, soñaba con despertar de otra manera, supongo que eso no era posible en esta casa, debía acostumbrarme ya, pero daba igual cuantos años pasaran, de todas formas no lo lograba.
Hoy tenía planeado salir con mis amigas (y sus novios) a comer.
Hago toda mi rutina de higiene y luego me visto, me miro al espejo y intento no poner una mueca, es decir, estaba igual que siempre, pero mi autoestima no era de esa que dirías: "wow, quiero tener su autoestima", sería más bien: "¿A caso sabes lo que es la autoestima?"
Al bajar al salón, Dylan y Adrian aún seguían discutiendo.
– ¡No es tan difícil, Adrian!
– ¡Si me lo enseñaras mejor tal vez aprendería!
– ¡No es mi culpa que seas un inútil!
Adrian en el momento que nota mi presencia se gira rápidamente hacia mi.
Mala señal.
– ¡Evelyn, Evelyn! – Adrian corre hacia mi.
– ¿Si? –Ya no sabía ni que esperarme de ellos.
– ¿Tú sabes silbar?
–Eh... –Miro a Dylan el cual estaba con los brazos cruzados y con una expresión enfadada – ¿Te pasa algo?
–Adrian es un alumno horrible –contesta. Yo ruedo los ojos y vuelvo a mirar a Adrian el cual ahora estaba mirando mal a su hermano.
– ¡Eso no es verdad! ¡Tú eres un profesor horrible!
Como puedo, intento escapar de ellos dos y su pelea, estaban tan concentrados en gritarse el uno al otro que ni se dieron cuenta que me marché de casa.
– ¡No sirves para nada! – Los gritos aún se escuchaban tras la puerta.
<<Idiotas>> –pienso.
Al bajar por el ascensor las cosas no mejoran, me topo con los dos hermanos Meyer entrando al edificio.
– ¡Vaya! ¡Qué casualidad! ¿Qué tal estás? –Me grita el mayor de los Meyer, Logan simplemente estaba concentrando en su teléfono tecleando cosas, y a saber que más.
–Oh, hola –le sonrío a Marcos. Vuelvo a mirar a Logan, él ni siquiera levanta la mirada para mirarme.
– ¿A dónde vas? –Vuelve a hablar Marcos.
–He quedado con unas amigas para comer.
–Suena bien.
–Aunque sería mejor si no vinieran con sus estúpidos novios –. Digo en un murmuro. Analizo lo que acababa de decir y inmediatamente me sonrojo ¿Enserio acababa de decir eso? Ni siquiera se lo quería decir a Marcos, era más un pensamiento para mí misma, pero al parecer se me había escapado y lo había dicho en voz alta. Miro esta vez a Logan, por fin había despegado su mirada del teléfono y ahora me estaba mirando, la comisura derecha de su labio se elevaba ligeramente. Al idiota le había hecho gracia mi comentario.
– Vaya ¿No te caen bien? –Vuelve a hablar Marcos.
<<Que vergüenza, joder>> –pienso, esta vez sí que no lo digo en voz alta.
–No es eso... –Empiezo a ponerme nerviosa, no quería tener esta conversación, y menos con ellos. Hago como que miro la hora en mi teléfono –. Mierda, llego tarde, debería irme ya, lo siento –hago una falsa sonrisa.
–Sí, claro, ya hablaremos otro día.
Marcos va directamente al ascensor, yo paso por al lado de Logan pero este me detiene poniendo una mano en mi hombro.
– Patética –me susurra al oído. Dicho eso, va directamente a donde se encuentra su hermano. Yo lo miro con mala cara, pero él no me ve ya que se encuentra de espaldas, en cambio Marcos no lo está, pero él no le da importancia a mi expresión y me hace un gesto de "adiós" con la mano.
Al salir del edificio voy directamente al restaurante donde había quedado con mis amigas (y sus novios).
Cuando llegué, todos se encontraban en la entrada.
– ¡Hey! ¡Ya ha llegado! –Grita Catalina mientras se acerca felizmente hacía mí.
–Hola Caty –cuando ella llega hacía mi, nos abrazamos con fuerza, luego Valeria también se acerca y se une al abrazo.
En cambio Ernest y Anthony estaban con los brazos cruzados esperando a que dejáramos de abrazarnos para por fin poder entrar al restaurante.
–Te hemos echado de menos –dice Valeria.
–No seáis dramáticas, nos vimos hace poco –contesto soltando una leve risita.
–Oye, Anthony ya me está mirando mal, es mejor que entremos de una vez –habla Caty.
Dentro del restaurante hacía más fresco, y sinceramente lo agradecía, ya que me estaba muriendo de calor.
El restaurante era simple, no era uno de esos lujosos, no teníamos el dinero suficiente para permitirnos esas cosas, bueno, Caty tal vez si, pero los demás no.
Las mesas eran cuadradas y de madera, las sillas también lo eran, y la verdad el local estaba bastante lleno. Era el típico lugar al que vendrías para comerte unas patatas bravas después de un largo día en la playa.
Un camarero bastante amable y sonriente se nos acercó y no tardo en darnos una mesa. En un lado estaban sentados Anthony y Caty, por el otro, Ernest y Valeria, y por último estaba yo, que me encontraba en la punta de la mesa. Cualquiera que hubiera pasado por al lado de nuestra mesa, habría pensado: <<La chica de la punta, sobra>>, incluso yo lo pensaba, pero si mis amigas me invitaron a comer, yo no podía decir que no.
No puedo explicar mucho de lo que pasó, aparte de que fue larga y aburrida, durante toda la comida, Anthony y Ernest estuvieron hablando de futbol, en cambio Catalina y Valeria se la pasaron hablando de lo inteligentes y guapos que eran sus novios, yo me limitaba a mirar y a tragarme toda la comida que tenía en el plato. Mi momento favorito, sin duda, fue la hora de marcharnos.