A Special Christmas Night

Capítulo 2

Skyler

Al llegar a mi apartamento me quito el abrigo y los guantes para luego dejarlos regados en el sofá, saco todo de las bolsas y con las expectativas elevadas hasta el cielo tomo los ingredientes necesarios para empezar a preparar la pasta. Me gusta cocinar, aunque hay veces que la pereza me gana y decido comprar algo ya hecho o que solo tenga que calentar. El hecho de que me guste preparar mi comida no quiere decir que me encante limpiar después todo lo que usé, ahora que lo pienso, probablemente esa es una de las razones por las que no cocino.

Pongo agua en una olla para hervirla y como si fuera una broma del destino la estufa no enciende, después de varios intentos que me llevan al mismo resultado suelto un chillido de frustración.

—¡No puede ser posible!

Miro a mi alrededor tratando de pensar en una solución. Recuerdo haber comprado una parrilla eléctrica, para mi mala suerte se la dejé a mis padres cuando los visité en verano porque parecía hacerles mucha ilusión.

No me queda otra opción más que hacer un cambio de planes.

Recojo todas las cosas y las vuelvo a meter en sus debidas bolsas, salgo de mi apartamento y planto una sonrisa en mi rostro antes de tocar la puerta de mi vecino.

Mi sonrisa se desvanece conforme pasan los minutos y nadie abre ¿Habrá ido a otro lugar?

Me acerco y me pongo de puntillas tratando de ver por la mirilla, cuando la puerta se abre de golpe hago una mueca apenada, pareciera que lo estaba espiando.

Me alejo un poco y observo al hombre rubio parado enfrente mío, ya no lleva la gabardina puesta, solo los pantalones de vestir negros y una camisa blanca, aunque parece que se estaba cambiando porque no lleva cinturón y los botones de las mangas están deshechos y la corbata le cuelga del cuello de forma desordenada.

—Hola, de nuevo—saludo con una sonrisa nerviosa, tal vez no lo pensé muy bien antes de venir.

—¿Necesita algo?

El hecho de que nos conozcamos ya por casi un año y aún así sigamos hablándonos de usted porque no somos tan cercanos debido a las pocas interacciones que tenemos, a pesar de que pareciera que lo acoso ya que cuando entra en mi campo de visión no puedo dejar de verlo, no sé si me gusta o me desagrada, es un poco sexy he de admitir, y no son mis hormonas hablando.

—En realidad sí, estaba a punto de preparar la cena, pero no tengo gas y sé que es un poco repentino, pero ¿podría usar su cocina?

—¿Cena?—asiento, mira el reloj en su muñeca y frunce el ceño— ¿A las doce de la tarde?

Me encojo de hombros restándole importancia.

—Es para la cena de navidad, así que quería empezar a hacer todo, incluso compré ingredientes para hacer galletas.

Alzo las bolsas enfatizando mis palabras.

Me mira escrutadoramente y me preparo mentalmente para el rechazo, pero en su lugar, luego de sopesarlo mucho se hace a un lado para dejarme pasar, sorprendida me quedo en la puerta parada como estatua, no pensé en lo que pasaría si aceptaba, así que ahora no sé muy bien qué hacer. Lo miro buscando una confirmación de su parte para asegurarme de que no estoy delirando, me doy cuenta de que no es así cuando asiente y hace una seña con la mano para que entre.

En el momento en que paso a su lado al entrar, me llega un delicioso aroma a madera proveniente de su perfume, cosa que me desconcentra un poco, hasta que finalmente me enfoco en el lugar, lo primero que veo es la sala completamente ordenada, miro a mi alrededor y todo se encuentra en su lugar.

Su apartamento es idéntico al mío, lo único diferente son unos cuantos muebles y las decoraciones, yo tengo muchas y él tiene, bueno, ninguna.

Avanzo hacia la cocina y dejo las bolsas encima del mesón.

—Puede empezar a hacer lo suyo—escucho a Sebástian decir a mi espalda, me giro y lo encuentro dirigiéndose al pasillo que debería llevar a su habitación—. Voy a darme una ducha.

Cuando desaparece por completo exhalo un suspiro, no me había dado cuenta de lo tensa que estaba, es un poco raro estar por primera vez en su apartamento y que confíe en que no le voy a robar nada, no es que haya pensado en hacerlo, pero, aun así.

Sin pensar en el guapo hombre que en estos momentos se encuentra en la ducha, saco todas las cosas y me pongo manos a la obra.

(...)

Al terminar de hacer la pasta me doy cuenta de que Sebástian se está tardando más de lo esperado, tal vez decidió quedarse en su habitación para no tener que hablar conmigo y fingir que no estoy aquí.

Decidida a que eso no arruine mi positivismo me concentro en hacer la masa para las galletas. Cuando ya tengo todos los ingredientes en un recipiente, termino de mezclar todo con las manos justo cuando un mechón de cabello decide escaparse de la coleta que me hice anteriormente para evitar que el cabello me molestara, comienzo a hacer movimientos extraños para que el mechón se vaya, odio cuando me pasa esto.

—¿Qué hace?

Me sobresalto cuando oigo esa voz masculina que me pone los pelos de punta, me giro para encontrar a Sebástian acercándose a pasos lentos. Debo admitir que quedo un poco cautivada por lo que veo, estoy acostumbrada a que siempre que cruzamos caminos lleva puesto un traje, o en el gimnasio con sus playeras de compresión que le quedan de maravilla, pero ahora verlo en su apartamento usando unos pantalones y una sudadera es como conocer una parte nueva de él.



#5922 en Novela romántica

En el texto hay: romace, navidad, vecinos

Editado: 14.04.2025

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