CAPÍTULO 6: FELICIDAD
Ahora hay una felicidad que con el simple caso de tranquilizarnos, respirar un poco y decir: Señor Jesús acompáñame donde quiera que vaya, sé mi guía, mi amparo, mi protector y te doy mi mano para que me lleves al camino que tú elijas y sea conveniente para mí, es una felicidad inexplicable.
Pero, ¿Cómo lo podemos sentir?
Fácil, abriéndole el corazón a Jesús.
Con él la vida se vuelve más divertida, eres más feliz y tus logros se hacen más sencillos poniendo fe en él.
Muchas de las personas piensan que al proponerse algo lo van a cumplir y es verdad pero ni siquiera van a llegar a todo, a veces la carga es muy pesada y no sabemos si eso es para nosotros, entonces, nos dice Jesús: “Descarga en el Señor tu peso, porque él te sostendrá”, jamás pensemos que estamos solos, simplemente dejémonos llevar por Jesús pongámonos la venda en los ojos, soltemos la mochila pesada y tomemos la mano del Señor para que él nos guíe.
Dejemos al Señor con el mando, no nos va a abandonar, aceptémoslo en el corazón, Jesús nos dijo: “El que beba de esta agua volverá a tener sed, pero el que beba de agua que yo le daré nunca volverá a tener sed”, dejemos de un lado las cosas que no nos llevan a ninguna parte y nos separa de él, entreguémonos a él de corazón.
Y no tener miedo porque el Señor nos dio la Gloria para sanar con él.
Sin embargo, van a ver situaciones en los que nos pone a prueba para ver si confiamos, elijamos al Señor, no debemos preocuparnos, él nos responde así: “No teman, porque Yavé combate por ustedes” y “Tengan siempre en la mano el escudo de la fe, y así podrán atajar las flechas incendiarias del