Chloe
Al salir de la biblioteca, con Marie nos dirigimos hacia un restaurante cercano.
Necesitamos un momento juntas, ponernos al día, contarnos todo aquello que el pesado día laboral no nos dejó hacer.
Marie lo que más quiere saber, es cómo me siento respecto a mi cita con Hunter. Aunque en realidad, no lo puedo calificar como tal. Solo es una película que compartirán dos personas que aman esa historia. Pero debo confesar que me siento un tanto nerviosa.
—Así que… eres novia de Blaine. El chico problemático que parecía que nunca iba a tener una relación seria —rompo el silencio entre nosotras, luego de haber hecho nuestros pedidos. Marie sonríe.
—Realmente no puedo creerlo.
—Pero hazte a la idea de que flechaste al chico imposible.
—¿Quién lo diría? —sonríe.
—Me gusta mucho verte así de bien, y tranquila. Lo estás, ¿verdad?
—Por supuesto, Chloe. Es lo que quería, y me gusta saber que decidió avanzar porque él también así lo quiso, y no por presión.
—Eso es lindo —sonrío—. ¿Y Paul?
Marie suspira y se encoge de hombros.
—Pues… se ha mostrado un poco más distante. Supongo que me vio más acaramelada con Blaine.
—¿Te gusta?
Me mira a los ojos por largos segundos, pero no responde. Está buscando la respuesta entre todos los sentimientos que viajan en su interior.
—Lo de Paul no tiene importancia. Fue una confusión del momento, pero ya pasó. Ahora estoy con Blaine, y solo quiero vivir mi momento con él —asiento y se cruza de brazos—. ¿Y tú?
—¿Yo qué?
—Tú y Hunter —sonríe y mueve ambas cejas. Me río y niego con la cabeza.
El mozo llega con nuestros pedidos, y mientras los entrega, tengo tiempo de pensar en la respuesta. Cuando el chico se retira, Marie vuelve a mover sus cejas, esperando una respuesta.
—¿Qué con Hunter? Solo será una relación de amigos, Marie.
—A mí no me engañas, Chloe Duncan. Algo de él te gusta.
—No puede gustarme alguien que no conozco.
—¡Oh, vamos! Puede gustarte alguien por su físico.
—Bueno, es lindo, pero…
—Pero nada —Marie se lleva un bocado de su menú a la boca. Y de repente, ya no siento hambre. Hablar sobre Hunter de esta manera, me pone nerviosa.
—¿Cómo que nada? ¿Debo recordarte que tengo novio?
Rueda los ojos.
—No puedo olvidarme del aburrido de Iván —me río—. De todas maneras, hablaremos de esto en dos semanas.
—¿Sobre qué?
—Hunter y tú.
Ahora soy yo la que rueda los ojos, seguido de un largo y hasta exagerado suspiro.
—No habrá nada de qué hablar.
—En dos semanas te vuelvo a preguntar.
Esta conversación no se va a tornar de manera diferente. Ni ahora, ni en dos semanas.
Así que decido cambiar de rumbo a la plática, y le cuento sobre Nathalie. Sobre lo bien que me cayó y trató. Hasta le digo de acompañarnos al centro comercial y, por supuesto, que acepta. Cuando de comprar ropa se trata, Marie jamás pierde su oportunidad.
Como no me quedé a dormir la otra noche con Marie, tengo que quedarme hoy para recompensar ese día.
Al salir del restaurante, nos dirigimos primero hacia mi casa para que pueda coger algo de ropa. Le pregunté a mi padre si quería que me quedara con él, pero sonriendo me dijo que no, que estará bien.
Me apena dejarlo solo, porque cuando se encuentra con la soledad, los recuerdos de mi madre cobran mayor fuerza. Papá la ama como el primer día, y por eso se le hace tan difícil vivir con su ausencia. Más allá del tiempo que pasó, se siente como si se hubiera ido ayer.
Yo también la echo de menos, demasiado. Pero uno de los dos tiene que ser fuerte para que el momento pese menos, y yo decido serlo por los dos.
—En serio, Chloe, tienes que cambiar de auto —dice Marie al sentarse del lado del copiloto.
—Sabes que no lo haré. Nunca. Es un regalo de mi abuelo,
y significa mucho para mí.
—Bueno, guárdalo como el mejor trofeo de la vida. Y consigue uno mejor para andar.
—¿Y dejar a Blue de lado por un auto moderno? ¡Estás loca!
Llegamos al departamento, y nos encontramos con Paul cargando bolsas de supermercado. En cuanto nos ve, le sonríe a Marie, y ella se sonroja. Guardo mis bromas para más tarde.
—Hola, vecina —dice y ahora entiendo a lo que se refería Marie al hablarme de su manera intimidante de hablar, o mirar.
—Hola, Paul —sonríe como boba y me río. Y es ahí, recién en ese momento, que Paul nota mi presencia.
—Mmm… ¿Chloe, verdad? —pregunta como si no recordara en verdad mi nombre.
Solo me limito a asentir. No puedo hablar cuando me mira de esa manera. Y no, no me mira como a mi mejor amiga. Me mira como si realmente supiera quién soy, y me estuviera estudiando con sus ojos.
—Bueno, chicas. Me gustaría quedarme platicando con ustedes, pero el helado se va a derretir. Y soy demasiado mezquino como para invitarlas.
Nos reímos y despedimos de él, para luego entrar al departamento. Observo a Marie y me niega con la cabeza. Por supuesto que sabe que quiero hablar sobre Paul, y prefiere evitar el tema.
De la habitación de Marie sale Blaine frotándose los ojos, pero mi amiga no luce sorprendida. En cambio, yo coloco las manos en mi cintura mientras la observo. Blaine no estaba en los planes.
—Si te decía que estaba no ibas a venir —se excusa.
Blaine sonríe al mirarme, y me saluda angelicalmente con la mano. Su rostro me compró, así que le respondo al saludo de la misma manera.
—Echo de menos las noches de solo chicas —digo—. Pero no puedo odiarte —se ríe—. ¿Cómo estás, borracho?
—Bien, tengo novia.
Lo dice tiernamente, y Marie le sonríe enamorada. Ambos se sientan en el sofá, y yo en la parte individual.
Blaine enciende la televisión, y hace zapping hasta encontrar una película de acción. Realmente no son mi tipo, pero esta en particular, logró captar mi atención. Pero la misma se ve interrumpida por molestos sonidos de besos.