Chloe
Qué difícil es decirle adiós a alguien que fácilmente ya te dio la espalda.
Me gustaría estar frente a Hunter en estos momentos para preguntarle cómo hizo, para obtener la respuesta al todo. Y quizás así sepa qué pasos seguir para superarlo tan rápido como él lo hizo conmigo, y así decirle adiós como si no hubiese causado un impacto en mi vida.
Digo que me gustaría estar frente a él, pero sé que, de ser así, me caería a sus pies, en los millones de sentimientos que aún siento y que no podré dejar ir, así como así, como por arte de magia.
¿Cómo hacer para que lo complicado deje de serlo en cuestión de segundos? Y no quiero la típica y tan agotadora respuesta. Porque todos te dicen «es cuestión de tiempo» y ese consejo no tranquiliza para nada a quien siente una tormenta en su interior.
Se sabe que todo es cuestión de tiempo, pero la verdad, todo parece ser el fin del mundo cuando te encuentras hecha añicos. Y la palabra tiempo suena demasiado lejos.
Deseo que apure su trabajo, que se adelante y ponga todo en su lugar para poder decir que olvidé a la persona que llegó demasiado a mí en cuestión de nada.
Y en vez de concentrarme en los apuntes de la universidad, solo pienso en lo último que me dijo, en la falta de cariño de sus palabras.
Ese maldito «no somos nada, nunca lo fuimos, y nunca lo seremos» me taladra la cabeza, y ni hablar de cuando dijo que los días que pasamos juntos fueron nada. En ese momento parecía todo tan real, tan único.
Vaya decepción. Qué grande es el dolor que siento cuando recuerdo nuestra conversación de aquel día.
—¡Chloe, es Marie al teléfono! —me informa mi padre desde abajo, y tal grito me obliga a salir de mis pensamientos. Cuánto lo agradezco.
Bajo a la sala para atender el teléfono, y en cuanto lo hago, papá vuelve a la sala para seguir con su maratón de Volver al futuro.
Ahora odio esa película. La odio con todo lo que soy.
—Amiga.
—Suenas agotada, no has dejado de estudiar, ¿verdad?
—Mmm… Nop.
—¡Chloe!
—Sabes cómo soy con estas cosas.
—Pero sabes muy bien que necesitas un descanso.
Su tono de voz es divertido, y sé lo que sigue. Se acerca el cumpleaños de Sam, y planea festejarlo en el bar de un amigo, para así no tener problemas con la identificación.
Marie también está invitada, pero la verdad, no tengo ganas de salir. Mis ánimos no están muy bien que digamos.
Solo quiero quedarme en casa, acostada, estudiando o viendo la maratón de Volver al futuro para odiarla más. O para echarlo más de menos.
¡Uf! Mujeres.
—No voy a salir.
—Sí que lo harás, no puedes fallarle a Sam.
—No vayas por ese lado, Marie.
—Va a estar France, y Sam quiere que la conozcas.
Suspiro.
—Y lo sigues haciendo —se ríe—. No me vas a manipular.
—No, puede que no. Pero sí soy capaz de sacarte de tu casa, lo sabes.
—Eso sería obligar a que vaya, y como buena amiga, no debes hacerlo. Tienes que dejarme sola para que llore.
—Como buena amiga que soy, y la mejor de todas, por cierto, no voy a dejarte sola. Mucho menos para que llores. Anda, por favor, te hará bien salir un poco.
Vuelvo a suspirar y niego con la cabeza.
—Te odio.
—¿Eso es un sí?
—Odio que me convenzas siempre. Eres una maldita manipuladora.
—Lo sé, pero con buenas intenciones.
—Como sea, iré solo un rato.
—¿Solo un rato? ¡En ese bar hay karaoke!
—Oh, no… Eso sí que no.
—¡El mundo nos aclama!
—Mentira, haremos que Adele llore.
Se ríe.
—No se va a enterar, tranquila. Ahora tengo que dejarte antes de que Blaine incendie mi cocina, ¿para qué tener un novio que no sirve para nada?
—¡Hey! —se queja Blaine y me río—. Soy humano, no un maldito electrodoméstico.
—Pero ni como humano sirves.
—¡Marie! No seas mala, sabes que lo amas.
—Es verdad, lo amo.
—Aww… —agrega Blaine, y sonrío. Los adoro.
—Bueno amiga, te veo mañana en la biblioteca.
—¿Lista para volver?
—Es lo que más necesito para dejar de pensar, volver a la rutina.
Mientras me mantenga ocupada en otras actividades, mi mente estará más lejos de pensar en Hunter.
e
Me dirijo a la biblioteca con buen humor, mucho mejor que el de ayer. Espero que la estabilidad siga así, al menos por hoy. Necesito un descanso de todos los tristes sentimientos.
Me tomé hasta la molestia de maquillarme, para así no lucir tan mal, cuando días anteriores no me importaba mi aspecto. Marie lo notó, y hasta creo que se quedó mucho más tranquila al ver que estoy intentando no caer por un barranco constantemente.
Es agradable volver al trabajo, volver a lo que te gusta y hace bien. Se respira otro aire y eso te limpia el alma.
Hasta los clientes de siempre me recibieron como si fueran mi propia familia, con sonrisas, abrazos, ¡y hasta regalos!
Lo que más necesito es que mi corazón se sienta cálido, y todos estos detalles, lo hacen posible. Me siento bien, pese al ruido molesto que hay en mi vida sentimental. Y encontrar un poco de bienestar entre tanto alboroto, es lo mejor que nos puede pasar.
Mientras Marie ayuda a un cliente a usar el ordenador, yo me encargo de verificar los datos sobre los libros que se han llevado y así llamar a quienes aún no los han devuelto.
La puerta principal se abre, y quito mis ojos de la pantalla. Una joven de cabello rojizo se acerca hacia donde estoy, parece algo desorientada, quizás me pregunte sobre alguna calle o lugar, ya que no parece realmente interesada por los libros.
—Hola, ¿en qué puedo ayudarte? —me pongo de pie para brindarle una mejor atención.
—Hola —sonríe nerviosa—. Esto… Busco a Chloe.
Frunzo el ceño y la estudio con más atención. No logro reconocerla. No, definitivamente, no la conozco.