A Través De Un Sueño

Capitulo XII

Sia y Lia

—Antes de empezar a contar nuestra historia quiero que sepas Kohem, que me duele escuchar tu dolor, siento mucho lo que sufriste, cualquier cosa que necesites, —la tomo de la mano.—aquí estamos, seremos tu apoyo.

—Gracias.—nos sonríe Kohem a todas.

—Quiero iniciar diciendo que para las que no saben, el poder que Lia y yo tenemos es el de la lujuria, —observe como Heyden fruncía el ceño y Lilieth abrió grandemente los ojos. —es raro lo sé; y no, no somos súcubos del sexo, solo somos humanas con un don algo extraño. Desde que nuestro cuerpo comenzó a desarrollarse, que fue a los 9 años, sufrimos cambios corporales y con ello, nuestro don surgió. A esa edad podríamos hacer qué tanto hombres, como mujeres —de edades diferentes —sucumbierán antes nuestro don.

《—Nuestra madre aprovecho nuestro don para usarlo en su trabajo, —respire hondo y solte el aire lentamente —era prostituta.

Cuando ella vio resultados favorecedores en su plan quiso llevarlo otro nivel. Por varios años solo nos quedábamos en nuestra casa esperando a que un hombre o una mujer pasará, para activar nuestro don, y cuando ellos sentían esos deseos, mi madre los atraía a nuestra casa, solo dejabamos de usar nuestro don cuando ya estaba cansada de tanto meterse con personas de todo tipo: mujeriegos, empresarios, borrachos e incluso con otras prostitutas. Si ellos no le daban el dinero, ella se los robaba y los sacaba en medio de la noche cuando ellos dormían a causa del cansancio.

Admito que ese plan nos dio dinero para sobrevivir otro mes más, así que no me importaba perder mi niñez para ganar un poco de dinero rápido y fácil.  Con el tiempo nos fue cansando, incluso a mi madre la cansaba esa rutina, así que cuando cumplimos 15 años de edad, ella nos obligo a trabajar en su negocio y no solo los atraíamos con nuestro don; sino que también nos acostábamos con ellos. 

—Es difícil reconocer esto pero...—esta vez Lia habló. Su voz se  escuchaba algo decaída, cosa que es normal cuando hablamos de este tema. —hubo un tiempo en que nos gustaba hacer este tipo de cosas: engañar, robar e incluso poder tener a nuestros pies a las personas por estar sumidas en el deseo de satisfacerse. Al igual que ellos, nosotras nos satisfacíamos aun más, pero eso dejaba cansados a los "clientes" —hizo comilas en esa última palabra. —por eso era fácil para nosotras robarles y dejarlos tendidos en las calles como mendigos.

—Nos turnamos con los clientes: primero mi madre con tres hombres, luego Sia con otros tres y yo con la misma cantidad, pero era un horario diferente, a veces hasta extendíamos la hora para cobrar más, lo normal. ¿Querías más diversión.? Tenías que dar más, así era eso.

—El "negocio" de nuestra madre fue creciendo más y más, cosa que fue buena en su momento, teníamos dinero para comprar comida a montón, ropa, zapatos, joyas, celulares de último modelo e incluso estábamos yendo a un colegio promedio, cosa que antes no podíamos pagar. Mamá siempre estuvo soltera, cuando nuestro padre se enteró que ella estaba embarazada no quiso ayudarle en nada, alegando que no éramos de él, así que ella nos saco adelante como pudo.

—"Soltera pero nunca sola", era su lema, lo decía cada que entraba con alguien nuevo a nuestra casa. —que se volvió un prostíbulo.—Añadió Lia.

—Como dije, todo fue bueno en su momento.—retome la conversación.—Cuando cumplimos 17 años, el negocio tenía hasta nombre, contratamos dos chicas más, de 17 y 20 años de edad. Eran muy buenas chicas, amables y muy sociablds, nos alegraban nuestro día de mierda. Además era más fácil para Lia y para mí, asi no nos cansábamos tanto y las ventas se incrementaban.

Una tarde calurosa de verano, un tipo de unos treinta y tantos años de edad, solicito estar con una de las chicas nuevas, escogió a la 17, Amber. Supimoss que era por su cuerpo y carisma que era lo que más le llamaba la atención a los hombres, pero él dijo que no era por eso; sino, porque parecía buena para escuchar. No era normal que alguien viniera con una de nosotras solo para hablar, pero no le dimos importancia, dinero era dinero y si un tipo quería solo hablar por dinero para nosotras estaba bien.

Ese hombre estuvo con Amber unos 30 minutos. No escuchamos nada de lo que hablaban porque teniamos más clientes que atender. El hombre salió contento se le veía en el rostro, pero no era por haberse desahogado, sus labios formaban una sonrisa de lado con asomo de malicia y en sus ojos se veía aun más. Nos pidió llamar a nuestra madre, eso hice, Lia fue a  ver cómo estaba Amber porque creíamos que talvez él le había hecho algo malo, pero no, estaba muy bien, pero se veía triste, le preguntamos si sucedió algo malo y dijo que no, solo necesitaba tomar aire. Cuando ella salió mi madre apareció, el tipo se le acercó y habló con ella a solas. Hablaron por más de 15 minutos, en el rostro de mi madre se veía el desconcierto, em miedo y la preocupació. Ella se nos acercó y dijo:—Nos atraparon.—no entendimos bien de que hablaba hasta que nos explicó.

—Ese hombre es un oficial de policía encargado de encontrar y desmantelar sitios de: trata de personas, venta y exportación de drogas, narcotráfico y prostitución de menores. Dijo que estuvó investigando nuestra zona debido rumores que se habían formado sobre un local de prostitución de menores y que efectivamente ese local es el nuestro. —explicó que había mandado aquí una de sus chicas —policías en cubiertas—para hacerse pasar por alguien sin dinero que queríaa trabajar de algo tan bajo como lo era la prostitución. Y ese chica había sido Amber, su verdadero nombre Mónica Scott, edad 25 años, pero su cuerpo parecía el de una niña de diecisiete por una enfermedad que padecía llamada "síndrome de Highlander."

—Madre dijo que nos iban a llevar a un orfanato por las condiciones en las que vivíamos o estabamos, y ella sería llevada a presión por poner en riesgo el bienestar de sus hijas e incluso de otrass chicas más. Pero lia alegó diciendo que no éramos forzadas a nada, que era lo que nos gustaba hacer, y que era nuestra decisión hacer ese tipo de cosas. Él se negó pero Lia seguí y seguía insistiendo que no nos llevará ningún lado ni a nuestra madre. El oficial sonrió de lado con picardía, lo vi y supe que sería malo.




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