Destellos, luces y puntos blancos girando a mi alrededor es lo que observo al sentir como giro sobre mi eje. Es bello ver las estrellas girando conmigo, pero se que no son las mismas que veo desde la tierra, por que son las mismas que hay en Ciris, el planeta alterno a la tierra.
¿Cómo lo sé? Simple, no estoy despierta realmente, estoy en un plano astral.
Dejo de girar sobre mi eje lentamente y lo que antes era un rastro de puntos blancos se convirtió en pequeñas estrellas sobre mi cabeza. Controlo los mareos ocasionados por las vueltas, observo al frente algo desorientada y me doy cuenta que estoy en el circulo de piedras alargadas de Ciris.
Afuera del circulo esta Ciel con su ropa blanca junto a una chica pelirroja que no reconozco y no me interesa conocer, por que lo único que quiero saber, es que hago aquí.
Al salir del circulo de piedras siento una extraña sensación en mi, pero la descarto al ver la amable sonrisa de Ciel y de la chica pelirroja a su lado derecho. Los observo dándoles la misma sonrisa que ellos a mi, pero algo en Cieln es diferente, ahora es... blanco. Pero siempre de pelo negro y sus ojos son de un bello color azul.
¿Estas personas cambian de color cómo los camaleones o que?
—Heyden. —Ciel toma mi mano y besa la parte trasera de esta. La chica pelirroja sólo hace una reverencia cómo las que hace Kohem.
—¿Ciel? —espeto dudosa, lo que ocasiona una pequeña y hermosa risita de parte del chico que tengo de frente.
—Quisieras pero no, soy Eliezer, hermano gemelo de Ciel.
Ahora tiene sentido y yo creyendo que eran mitad camaleón.
—Disculpa, es que se parecen un poco, sólo el color no...
—Tienes razón.—sonríe.—Ella es Gaia, aprendiz a guía de Ciris.
Saludo a Gaia cómo se debe. —Es un gusto conocerlos, pero... ¿porqué estoy aquí?
—Por qué quería que conocieras más sobre Ciris, su poder y el de nuestros habitantes. Lo necesario para sacear tus dudas acerca de este lugar. —señala con su mano derecha todo Ciris, y al ver bien puedo notar que a cambiado demasiado.
La pequeña cantidad de árboles que antes había, es más, el suelo esta lleno de monte verde, flores pequeñas, piedras, troncos en el suelo con plantas creciendo de ellos, arboles enormes de todo tipo; aquí todo esta más verde de lo que recordaba. Es un bosque, pero no cómo el que vi la primera vez, este es un color verde claro, vivo, los pájaros y otros animales vagan con libertad sin miedo a ser cazados por humanos.
Las enormes raíces de los arboles se ven imponentes sobre el suelo, tienen el mismo color verde gracias a las malezas que crecen sobre ellas. Hay rocas de todo color y tamaño. En la copa de los arboles se ven a las ardillas corriendo, pájaros anidando y volando lejos en parvadas.
Avanzamos sin darme cuenta y en cada rincón veo más naturaleza, naturaleza y mas naturaleza. Una que no es molestada por los humanos, una que no es destruida ni saqueada sin piedad, una naturaleza que vive en armonía con los humanos del lugar.
Caminamos por un sendero de pasto aplastado pero siempre verde, esquivamos árboles pequeños y enormes, levantamos nuestros pies sobre troncos en el suelo donde caminan pequeñas hormiga llevando pedazos de pétalos amarillos sobre su lomo.
Nuestros pasos se detienen, levanto mi vista y observo como en pequeñas colinas hay casas de madera sólida, rodeadas de plantas, árboles y usan como base los troncos de estos, pero sin dañarlos o cortarlos. Hay casas pequeñas y medianas, algunas rodeadas por arbustos imponentes, otras tan verdes como los mismos gracias a las enredaderas que crecen en las paredes de las ellas. Niños corren mientras juegan, sin miedo a ser arrollados por un auto o raptados por otro hermano; no tiene miedo de salir y de jamás regresar. Se adentran aún más al espeso bosque entre risas, sus padres los observan y se despide sin antes decirles que regresen temprano para comer.
—Esto es... hermoso. —observo el lugar como una niña a un juguete nuevo.—Antes... cuando vine la primera vez... todo era distinto, ¿porqué?
—Por qué no estábamos lo suficientemente seguros para confiar en ti. —lo observo y nota mi cuestionamiento.—Verás, en tu mundo hay personas que tienen dones como tu, que se les fue dado por nosotros para cumplir lo que tu y Kohem tienen que cumplir.
—¿Cambiar el mundo? —cuestiono, él asiente.
—Bueno, a decir verdad, nosotros no damos todos los dones, a algunos solo los aumentamos o evolucionamos para cumplir el deber. Pero nos equivocamos varias veces al elegirlos y evolucionar su poder. Por eso, tuvimos el cuidado contigo y Kohem, sé que no nos equivocamos.
Mi mente maquila la información que entra por mis oídos, para poder entenderle muy bien, quiero entender más sobre este lugar.
—¿Con quienes se equivocaron?
—Uno de ellos ya se te apareció.
¿Como dice que dijo?
—¿Qué? ¿Quien...?
—Sigamos, aun hay más que quiero mostrarte.
Señala al frente dándome el paso y a Gaia. <<Por poco me olvido de ella>>
Mientras avanzamos se escucha el sonido de algo parecido a un río, los animales rugen, y murmullan más que antes. El viento es fresco y calmado, y da una tranquilidad enorme.
—¿De donde proviene el sonido? —cuestiono.
—Es de un río que queda cerca de aquí, es por eso que la brisa es más fuerte y fresca. Pasaremos cerca de él dentro de poco. —asiento.—Gaia.
Al escuchar su nombre, la pelirroja entiende que tiene que hacer.
—El río por donde vamos a pasar existe desde hace mucho tiempo, es una de nuestras fuentes de sustento, las otras son las normales: comida, aire, vivienda y mas, las típicas que ustedes necesitan para vivir. —explica con una voz suave.—Este río es tan puro y gracias a eso nosotros no sufrimos de enfermedades por contaminación. Han pasado tantas generaciones de grandes hombres y mujeres bondadosos, honrados, y respetuosos; que hicieron aun más posible todo lo que vez. Todos y cada uno de nosotros vivimos en armonía con su prójimo, no hay peleas, disputas o guerras territoriales; todos saben que lugar tienen y que rol desempeñan aquí. No existen religiones, no existe la desigualdad, ni envidia; todos y cada uno de nosotros nos respetamos por igual, no importa el color o raza.