A Través De Un Sueño

Capitulo XXI

Otra agotadora noche pasa como las ultimas cinco noches. Termine de hacer una de tantas pruebas que iniciamos con Hendrick, "el suggar daddy de cualquiera que tenga ojos", como lo denomina Lilieth. Ella y sus apoditos raros.

Desde hace cinco días iniciamos con diferentes tipos de pruebas, en diferentes horarios con Hendick, las cuales según él, sirven para evolucionar nuestro poder y desatar nuevos. Yo creo que el desatar un nuevo poder es algo difícil, ya que no todos han de tener más de un poder, pero él explicó que se puede lograr teniendo el cuerpo conectado con la tierra y la naturaleza que posee.

Una de las pruebas fue intentar mover un poco de agua que estaba dentro de un jarrón, cada uno tenía su propio jarrón.—Aker, Óscar, Lili, Kohem y yo.—Y como lo esperé, todos fallamos. Hendrick nos alentó diciendo que era solo el inicio, que no estábamos conectados con la tierra. Me asombré al ver a Kohem fallar también, ya que es la única que considero unida a la tierra, y que ella no haya logrado nada, me hace dudar de nuestro potencial.

Otra de las pruebas fue tratar de entrar en la mente del otro por medio de meditación pero en un estado de consciencia absoluta, lo cual fue difícil para todos, bueno; casi todos. Para Kohem fue fácil, ella entró y salió de la mente de Óscar con una facilidad extraordinaria, como si para ella fuera juego de niños. Hendrick explicó ante las dudas de Lilieth, que entrar en una mente es un don que todos poseen, solo si se tiene el debido control de la propia mente.

Y allí se fueron mis esperanzas, yo no controlo mi mente, ella sola hace o piensa lo que le plazca, hasta llegar a tal punto de causarme ataques de pánico por imaginar cosas que son irreales.

Ni yo comprendo a mi mente.

Hoy hicimos la misma prueba de mover el agua con la mente o usando la telekinesis, como llamó Hendrick a ese método. Todos fracasamos, otra vez. Él nos explico que teníamos que relajar el cuerpo, pero nunca demostró como hacerlo. Yo pienso que si alguien te explica algo tan detalladamente, debe de tener conocimiento alguno sobre eso.

En toda la práctica Lilieth no dejó de verlo con lascivia, mucho menos dejó de hacer comentarios subiditos de tono por como él lucía. Usaba una camisa de roja manga larga que lo hacía lucir aun más atractivo, unos jean de mezclilla y unas zapatillas a juego.

Escuchaba como Óscar bufaba,  decía cosas inteligibles y rodaba los ojos al cielo cada que mi amiga comentaba algo sobre el físico de Hendrick.—que no es como los de su edad, hay que aceptarlo.—

Son pasadas las diez y media de la noche, el cansancio puede conmigo, tanto el físico como el mental, estos días han estado cansados. Mis ojos se cierran al sentir el tacto de la almohada, dejo que mis ojos se cierren y dejo que mi mente viaje al mundo del sueño.

El mundo que siempre ame cuando estaba pequeña.

                           (****)

Siento el fresco aire mañanero golpeando mi rostro y no me molesta en lo absoluto, al contrario, me fascina. Estoy en el patio del laboratorio o eso parece, hay cambios muy notorios, en lugar de haber bancos hay una piscina enorme y profunda. El cielo es azul y bello, no hay muros, solo libertad.

¿Cuando amaneció? No recuerdo haber salido del edificio o haber despertado. ¿Esto es un sueño? Si lo es no parece por que se ve tan vivido y real.

—Heyden...

Me llama una suave voz cantarina, mi pulso se acelera de solo escucharla, y no lo hace por miedo, sino; por que me es familiar. Giro sobre mis talones, y una bella casa color mostaza se postra delante de mi, es de dos pisos con ventanales grandes y elegantes, la puerta esta abierta y mi cuerpo entra sin necesidad de yo habérselo ordenado. 

Entro, todo luce tan familiar pero a la vez desconocido. ¿Qué es este lugar?

Una bella cocina se abre paso a mi derecha, luce tan elegante y moderna, avanzo y a mi izquierda hay un gran comedor hecho de madera de abeto. Por un segundo siento reconocer la mesa, pero nada llega.

Avanzo más hasta dar con una puerta que deduzco es el baño, unas escaleras a su derecha, y una gran sala a la derecha de esta. Dos personas están ubicadas sobre los finos muebles de la sala de estar, las figuras  —masculina y femenina.—voltean en mi dirección. Mi mirada recae primero en la fémina: es una mujer entre treinta y cuarenta años de edad, cabello rubio cobrizo, ojos oscuros y labios bien formados. No se ve mal para ser una mujer algo mayor, su tez blanca me recuerda a alguien.

¿A quien?

—Ma-má. —las palabras salen solas, y no tengo idea de por que.

No recuerdo a mi mamá, tengo flashes borrosos de su rostro, al igual que el de mi padre, bueno, si a esas personas se les puede llamar padres. La mujer a la que llamé mamá sonríe cálidamente haciendo que mi corazón brinque de una extraña alegría. La rubia me estruja en sus brazos en un abrazo, siento como el aroma a lavanda invade mis fosas nasales.

¿Así olía mi mamá?

No sé por qué, pero lo hago, le devuelvo el abrazo con suma tristeza. —Ma-má, eres tu. —gimoteo y me asombro por mi reacción.

Ella me abraza con más fuerza, besa mi coronilla con delicadeza. —Nunca dejé de serlo, mi pequeña.

Quiero preguntar porqué, porqué me dieron en adopción, porqué no me amó como un niño debe de ser amado. Pero se separa lentamente y me señala a la figura masculina.

—No olvides que no solo ella esta aquí, preciosa. —su voz hace que mi pecho salte frenéticamente.

¿Qué hace él aquí?

—¿Como esta mi hija? Te has vuelto toda una señorita.

—Hendrick...

Mi cuerpo no reacciona, y aunque es un sueño, siento el miedo sumamente real. Mi cuerpo se acerca al suyo uniendonos en un abrazo, pero su cercanía no me da confianza alguna. Su mano acaricia mi cabello suavemente como un padre lo hace con su pequeña, la representación de mi madre se une al abrazo convirtiéndole en una escena digna de película. 




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