Nicolai
—Mi nombre no es Óscar —comienzo, sacándome la asfixiante mascarilla—, ni Jean —me quito finalmente las lentillas que muchas veces me dejan ardiendo los ojos—. Me llamo Nicolai, y ya estaba cansado de fingir ser alguien que no soy.
Me siento libre al haber dicho la verdad, siento que ahora puedo ser yo, pero... ¿seguiré siendo yo, sin ella? No fue mucho el tiempo que pasé con Lilieth, pero en ese corto lapso de tiempo me encariñé más de lo que debía y siento que hubierá sido mejor que no me hubiese acercado a ella.
¿Hubierá sido mejor que Lilieth se hubiese quedado con él?
No. Eso no habría cambiado el resultado, no hubiese evitado esto.
La cara de mi cielo es un completo saco de emociones, sin contar la de las demás chicas exceptuando a Kohem. Mi pelinegra me observa sin poder creer lo que esta viendo, sus ojos me escutran como si no me conocieran, pero en parte si lo hace.
Balbucea cosas inteligibles, sin que salga algo coherente de su boca. —Porqué... no... —es la primera vez que no tiene un comentario sarcástico que decir.
Me dispongo a hablar pero mi segundo jefe responde por mi: —Fue solo por trabajo, pequeña. ¿Te convenció, no? —se burla de ella y me abstengo de lanzarle un golpe.
—¿Entonces nunca te importe? —cuestiona dolida, pero parece más una afirmación, una que no sé como responder.
Mi orgullo no me deja aceptar que si llegué... no, que si siento algo por ella. Es fácil decirlo solo para mi pero decirlo a los cuatro vientos delante de todos aquí, me cuesta, quema por qué soy tan egoísta que no lo hago solo para no perder mi lugar.
Pero no quiero perderla a ella, no quiero perdernos.
Hendrick se adelanta otra vez a mi respuesta: —Lo único que aquí nos importa realmente, es tener dominio sobre ustedes, sobre sus cuerpos y mentes. —sisea, con tomo burlesco.
Lilieth se tensa y puedo ver como la ira, decepción y incredulidad se pase por su rostro. Ella es tan expresiva como nadie, así que siempre se puede ver cuando algo le molesta.
Luce tan decepcionada y sé que sus ojos cristalizados me están observando como nunca antes lo habían hecho... con decepción. Mi pelinegra se cruza de brazos posando su mirada en mi, mi cuerpo se tensa al ver como me dirige una mirada llena de decepción y frialdad.
Masculla claramente una maldición, se tira al suelo de su capsula con desgane. Cierra sus ojos con fuerza y gruñe: —El cielo rugirá, rayos caerán sobre sus cabezas y gritos agónicos saldrán de sus gargantas al ser partidos en dos por la fuerza de su ira. —recita como una antigua maldición, abre sus ojos y nos observa a todos—. Mi ira.
—Nuestra ira. —vociferan al unísono las demás chicas, causando un poco de temor en mi.
¿En serio serían capaz de hacer algo así?
(****)
Me siento con un sin fin de emociones negativas que amenazan con salir de mi pecho, han pasado más de dos horas y no soporto ver el estado en el que se encuentran las chicas, sobretodo mi cielo Lilieth.
No he dejado de observarla desde afuera, por la puerta hecha de vidrio antibalas y polarizado. Ella esta sentada en posición de indio, con la mirada perdida en algún punto del suelo de su capsula. Luego de haberles revelado mi secreto, ella no intentó entablar una conversación conmigo o con alguien más ni para saciar sus dudas, lo cual me afirma que esta realmente descompuesta.
No me adentro al cuarto de capsulas por miedo a su rechazo, o al ver como le administran gases no altamente tóxicos. Aunque ellas no saben que desde que están adentro de esa capsula han estado respirando un gas que estimula su organismo. —Según James, para aumentar sus alteraciones genéticas —.
¿Me siento mal por todo lo que les están haciendo? Si, nunca imagine de que serían capaz los científicos con tal de lograr sus cometidos.
Llevo aquí más de siete años, los primeros meses fueron fáciles, solo era cuestión de entregar papeleo sobre las medicinas que se les administraba a los pacientes y de sus reacciones ante ellas. Me esforzaba para ser el mejor, solo para subir de rango, el primer año pasó volando y para mi alegría quedé en los primeros diez puestos sobresalientes de los ayudantes.
En el segundo año de preparación conocí a Aker, él estaba postulado para el mismo puesto que yo. Avanzámos cada mes hasta que quedamos en los primeros cinco lugares y subimos de nivel al nivel 2. Los grandes jefes vieron potencial en nosotros cinco, nos llamaron a la oficina del primer edificio justamente a la oficina de James. En esta estaban los tres científicos y dueños del lugar: James, Hendrick y Louis. Fue en esa época cuando conocí a los otros dos.
A nosotros nos pareció extraño que los tres estuvieran juntos, por qué casi nunca se reunían a menos que fuera sobre algo sumamente importante para sus proyectos. Pero para el bien nuestro, no estaban ahí para regañarnos o despedirnos. Los grandes jefes comenzaron a alagarnos por el "arduo" trabajo hicimos por año y medio. Nos propusieron trabajar en varios proyectos de experimentación, experimentos que según ellos eran aptos para científicos de rango mayor, pero nos dieron la oportunidad de ser parte de ellos por nuestras habilidades en el ámbito de la ciencia.
Aceptamos, obviamente. Estuvimos casi tres años con diferentes tipos de experimentos, algunos eran con animales, plantas y sangre humana. Todos ellos salieron muy bien, dieron resultados beneficiosos para el proyecto y para nosotros, ya que gracias a eso subíamos de rango. Al cuarto año todo cambió, comenzamos a experimentar con personas de todo tipo, no importaba raza, color o edad. Ellos se postulaban para ser los conejillo de indias, cosa que hasta hoy sé. Todo iba bien hasta que se intensificaron las dosis de algunas sustancias, alguno de ellos no aguantaron las inyecciones, pastillas u otras pruebas.