Matthew
—¡Haz que tu cuerpo exprese algo! —exclamo, por quinta vez.
Esto pasa cuando no hay un asistente que pueda hacer este trabajo por mí, contaba con muchos empleados, pero cada uno tenía un cargo distinto y solo había dos fotógrafos: Mi hermano y yo.
Por mi parte solo supervisaba que todo saliera bien en las sesiones.
—Bien, hemos terminado —informo, ya estresado. Había olvidado lo que era fotografiar, solo que en esta ocasión no lo disfruté tanto como solía hacerlo antes.
Me dirijo a mi oficina para poder relajarme, sentado de espaldas observando por el gran ventanal de cristal los imponentes edificios de New York.
—Señor —habla mi secretaria por teléfono.
—¿Sí, Liliana? —paso mis manos por mi cara.
—Su reunión con los ejecutivos es en diez minutos —informa.
—Joder... —susurro —Cancélala por favor, tengo migraña.
—Está bien, señor —corta después de eso.
Pongo mi cara entre mis manos pensando cómo iba a sacar todo este estrés que tengo.
—Señor —esta vez entra a mi oficina —. Llegó la candidata para el trabajo de asistente.
Dios mío, tanto trabajo va a terminar conmigo.
—Bien, dile que pase por favor —Ella solo responde con un "Ok".
Me centro en la hermosa vista que tengo frente a mí.
—Buenos días —dice una voz suave, haciendo que me gire lentamente.
Lo primero que veo son unos ojos azules que podrían ser comparados con el color de las profundidades del mar, eran muy oscuros. Recorro sus facciones con lentitud, notando como sus mejillas se tornan del mismo color que su -muy hermoso- cabello rojizo, tirando más al naranja.
—Buenos días —respondo, fijando mi mirada en ella —. Tome asiento. Su nombre es...
Camina hacia la silla que esta al otro lado del escritorio para sentarse, es muy hermosa.
Y por el momento tu candidata a ser asistente.
Lo sé.
—Brooke Miller —dice tendiéndome su mano la cual estrecho, dándome una sensación de cosquilleo.
—Bien, estás aquí por el puesto de asistente —hablo con postura recta y serio — . ¿Correcto?
—Sí. —contesta firme.
Comenzamos bien, tiene seguridad.
—¿Tienes experiencia en el mundo de la fotografía? —indago. Si no tenía experiencia tendría que ser su asesor.
—He fotografiado muchas cosas desde que tengo memoria —recuesta su espalda en el respaldar de la silla y cruza sus piernas, dando una imagen de tener mucha seguridad en sí misma.
—Vale… estarás a prueba dos semanas —digo levantándome para ir hacia ella —. No te voy a pedir perfección, pero sí que seas comprometida con lo que haces.
—Si de trabajo se trata, siempre seré comprometida —responde, mirándome a través de sus espesas pestañas.
—No espero menos de alguien a quien espero considerar una colega en un futuro… claro, si es que pasa la prueba —Me gusta poner a prueba la tenacidad de quienes estarán en mi empresa.
Se incorpora haciéndome notar la gran diferencia de altura, se gira hacia mí quedando muy cerca. Observo con atención cada detalle de su rostro, tenía pecas que la hacían ver adorable, así como esos labios rellenos y de un color rojo tentativo para cualquier hombre.
—La pasaré, eso se lo aseguro —responde, sin demostrar una pizca de estar dudando.
—Un gusto conocerla, señorita Miller.
—Lo mismo digo, señor O’Brien… —estrechamos nuestras manos y por unos segundos nos quedamos así.
Hubiera seguido admirando esos ojos retadores, si lo siguiente no me hubiera hecho regresar a la realidad.
—¿Qué está pasando aquí? —pregunta una voz que conocía bien.
Muy a nuestro pesar.
Joder.