A Trece Latidos

Capítulo 15: "Emma y el cambio de planes"

[Aquí tienes el Capítulo 15. Este capítulo marca un cierre emocional. El primer cumpleaños después del diagnóstico, una noticia médica que altera el curso del tratamiento de Thiago y, sobre todo, el reencuentro presencial con Emma. Hay miedo, hay dudas… pero también una decisión profunda: seguir adelante, sin importar cuánto duela.

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La cita médica no estaba programada. Lucía recibió la llamada la mañana después del cumpleaños de Thiago. Era la doctora Ferrer. La voz sonaba más seria que de costumbre.

—¿Pasa algo? —preguntó Lucía, con la mano sobre el corazón.

—Quiero que vengan hoy. Hay algo importante que necesitamos discutir.

Thiago supo, por el rostro de su madre, que la palabra “importante” no siempre significaba “bueno”.

Durante el camino al hospital, nadie habló.

Ferrer los recibió con un café frío en la mano y una tablet con resultados. Lucía se sentó. Thiago también. Esteban, de pie, parecía una estatua.

—Tus últimos análisis muestran algo inesperado —dijo Ferrer—. Hay una mutación genética que no habíamos detectado en la etapa inicial. No es necesariamente mala… pero implica ajustar el protocolo.

Thiago no entendía del todo. Su mirada fue directa:

—¿Me voy a morir?

Ferrer lo miró a los ojos.

—No más de lo que ya sabíamos. Pero sí tenemos que cambiar el plan. Será un tratamiento más agresivo. Más hospitalizaciones. Más riesgo de neutropenia severa.

Lucía cerró los ojos. Esteban la tomó de la mano.

Thiago solo preguntó:

—¿Y Emma? ¿Ella sabe?

Ferrer asintió.

—Ella lo supo antes. Tiene la misma mutación. Y está respondiendo bien.

El silencio se rompió con un golpe suave en la puerta.

Era Emma.

Entró con barbijo, pero los ojos encendidos como siempre. Aún más flaca, más pálida, pero viva.

—Le pedí a Ferrer que me dejara entrar un minuto.

Thiago sintió un vuelco en el estómago. Se levantó. No se dijeron nada. Solo se abrazaron. Largo. Real.

Emma fue la primera en hablar:

—Bienvenido al club de los raros.

—¿No ya estábamos ahí?

—Sí, pero ahora tenemos membresía platino.

Lucía y Esteban salieron de la sala para dejarles privacidad.

—¿Duele más? —preguntó Thiago.

—Sí. Pero también aprendes a mirar distinto. El dolor ya no es solo enemigo. A veces es guía.

—¿Y cómo haces para no tener miedo?

—No hago. Me asusto todos los días. Pero igual respiro. Y sigo. Aunque sea de rodillas.

Thiago la miró como si ella tuviera las respuestas que él nunca supo buscar.

—Quiero que sigas escribiéndome. Dibujándome. Incluso cuando no quieras.

—Entonces haré eso. Aunque sea con las manos temblando.

Emma se rió. Y esa risa, aunque breve, bastó para que el mundo volviera a tener sentido.

Al salir, Ferrer les explicó el nuevo cronograma. Serían semanas de internación más larga, medicamentos distintos, efectos secundarios más duros.

Esa noche, Thiago volvió a casa con un cuaderno nuevo. Escribió en la primera hoja:

> “Hoy empezó la batalla 2.0.
Mi ejército está cansado, pero no rendido.
La comandante Emma sigue en pie.
Yo también lo estaré.”




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