A Trece Latidos

Capítulo 20: “Todo lo que aún no vivimos”

[Aquí tienes el Capítulo 20. Este capítulo es un umbral emocional: Thiago se prepara para lo desconocido. Mientras su cuerpo se alista para el trasplante, su alma también busca respuestas. Una conversación con Emma en medio de la madrugada marcará uno de los momentos más humanos y vulnerables de toda la historia]

📘 ----

La habitación 402 estaba más fría de lo normal. No por el aire acondicionado, sino por lo que venía.

El protocolo para el trasplante de médula era claro: aislamiento total. Thiago no podía recibir visitas sin traje estéril, no podía tocar nada sin guantes, y su comida venía sellada en bandejas térmicas. Todo el personal que entraba debía cubrirse de pies a cabeza. Era como si el mundo se hubiera convertido en un laboratorio silencioso.

La quimio previa había sido más intensa. Sus glóbulos blancos estaban casi en cero. Sus defensas, al mínimo.

Una noche antes del trasplante, Thiago no podía dormir. El techo le parecía una sábana blanca sin historia. El zumbido de la máquina de monitoreo era el único sonido constante.

Entonces sonó su celular.

Un mensaje de Emma:

> “¿Estás despierto?”

Respondió:

> “Sí. ¿Y tú? Deberías estar dormida.”

> “Me despertó una tos fea. Pero también una idea.”

> “¿Qué idea?”

> “Que deberíamos hacer una lista de todo lo que aún no vivimos.”

Thiago tardó unos segundos.

> “¿Como una lista de sueños?”

> “Exacto. Pero sin filtro. Lo que de verdad queremos. Nada de cosas para adultos. Solo deseos que nos hagan sonreír.”

> “Ok. Empieza tú.”

> “Tener una tortuga ninja de verdad.”

Thiago sonrió.

> “Viajar en una montaña rusa sin vomitar.”

> “Hacerme pasar por una estrella pop y cantar con autotune en un estadio.”

> “Dormirme en la arena de noche, con auriculares puestos y sin nadie gritándome ‘ponte protector solar’.”

> “Aprender a tocar la batería con los pies.”

> “Volar en parapente y gritar groserías sin que nadie me regañe.”

> “Abrazarte sin guantes.”

La conversación se detuvo un segundo.

Ese mensaje no era como los otros. No era broma. No era juego.

Thiago tragó saliva. Luego respondió:

> “Ese también es mi sueño.”

Silencio.

Luego Emma envió un audio, bajito, con voz ronca:

> —A veces pienso que todo esto es una especie de limbo. Como si estuviéramos en pausa, mientras los demás viven. Pero cuando hablo contigo, no me siento pausada. Me siento… como si ya estuviera viviendo algo importante. Aunque duela. Aunque no sepamos qué sigue.
Te quiero, Thiago.

Thiago no contestó al instante. Solo dejó el teléfono sobre su pecho, como si pudiera oír su corazón desde ahí.

Después de unos minutos, escribió:

> “Yo también te quiero. Si salgo de esto, lo primero que haré será buscarte sin guantes.”

> “¿Y si no sales?”

Thiago cerró los ojos. Respiró profundo.

> “Entonces tú tendrás que abrazar al mundo por los dos.”

--

A la mañana siguiente, Mateo entró con el equipo completo: bata estéril, gorro, mascarilla. Lo miró con un guiño, como si no hiciera falta hablar.

—¿Listo, Aurelio? —preguntó.

—Listo, Meteoro.

Mateo extendió el puño enguantado. Thiago lo chocó.

—Vamos a salvar tu historia —dijo el hermano.

Y lo hizo.

Porque esa tarde, gota a gota, la médula de Mateo entró en el cuerpo de Thiago.

No como un milagro.

Sino como una promesa.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.