A Trece Latidos

Capítulo 34: “Puentes hacia lo que viene”

📘 —Parte 1

Episodio 1 – El silencio después del ruido

La casa estaba en calma. Después del torbellino del simposio, Thiago se despertó con el sonido del ventilador oscilando en el techo. Bruno dormía a su lado, y la luz suave del amanecer se colaba entre las cortinas.

Era el primer día sin agenda, sin cronograma, sin intervenciones programadas. Y eso, lejos de generar descanso, le provocaba una inquietud sutil. Como si el cuerpo aún no supiera habitar la pausa.

Tomó su cuaderno de tapas rojas y escribió una línea:

> “¿Quién soy cuando no estoy organizando, resistiendo o explicando?”

La pregunta flotó como una promesa.

Episodio 2 – Desayuno en familia

En la cocina, su madre preparaba panqueques. Cintia canturreaba con un mate en la mano. Leo hojeaba un periódico viejo como si buscara algo que ya sabía que no estaba.

Lucas, con su look desalineado y voz rasposa, era el primero en romper el silencio:

—¿Y ahora qué, hermano?

Thiago sonrió. No sabía si la pregunta era literal o simbólica, pero respondió igual:

—Ahora... empiezo a escuchar.

Mamá lo miró con ternura. Sabía que eso, en su hijo, significaba más que una actitud. Era un modo de abrir el alma.

Episodio 3 – Notas en la libreta

Thiago salió a caminar con su cuaderno. En cada banco de plaza, en cada farola oxidada, encontraba imágenes que lo empujaban a escribir.

> “La ciudad también tiene memoria. Pero a veces, necesita que alguien la escuche.”

Se detuvo frente a la escuela donde había cursado los últimos años de secundaria. Había un mural nuevo: un grupo de chicos rodeando a una niña en silla de ruedas que pintaba el sol.

Sintió un nudo en la garganta. Era un homenaje a una compañera de su generación que no había llegado a los 20. Se sentó frente al mural y escribió su nombre. Le debía una historia.

Episodio 4 – El llamado de Amélie

Esa tarde, recibió una videollamada desde Nueva York. Amélie Dufour lo saludó con una sonrisa elegante y una energía envolvente.

—Thiago, el comité aprobó tu incorporación. Te esperamos en enero. Pero si querés venir antes, la residencia tiene tu nombre.

—Gracias, Amélie. De verdad. Estoy... procesando.

—Lo entiendo. Pero dejame decirte algo: no estás obligado a salvar a nadie. Solo tenés que ser vos. Y eso ya transforma.

Cuando colgó, Thiago permaneció frente a la pantalla apagada. Lo que más le impactó no fue la oferta. Fue la libertad que le daban. Por primera vez, no tenía que justificar su necesidad de irse.

Episodio 5 – Bruno y los signos del tiempo

Esa noche, Bruno no quiso subir las escaleras. Thiago se agachó, lo abrazó y decidió dormir con él en el sofá.

Mientras el perro roncaba suavemente, él acariciaba su lomo.

Pensó en la primera vez que lo vio: un cachorro flaco y tembloroso que le lamió la mano en el refugio.

Ahora era un anciano sabio, lento pero sereno. Con él aprendió a acompañar sin palabras, a estar sin apuro, a mirar sin juzgar.

> “Bruno no es mi perro. Es mi raíz”, escribió en su libreta.

Y lo abrazó más fuerte, como quien sabe que el tiempo empieza a avisar.

— Parte 2; En esta sección, Thiago profundiza en los lazos con sus hermanos, recibe una visita inesperada y comienza a enfrentar con más claridad la transición hacia una nueva etapa de su vida, tanto a nivel personal como profesional.

Episodio 6 – Conversación con Leo

Thiago se sentó con Leo en el balcón esa noche. Su hermano mayor, siempre el más reservado, encendió un cigarrillo con aire nostálgico.

—Vos sabés que cuando eras chico, me pasaba noches enteras imaginando que te curabas —dijo Leo sin mirarlo directamente—. Pero nunca me animé a decirlo. Me daba miedo darte falsas esperanzas.

Thiago se quedó en silencio. La frase tenía peso de plomo y ternura a la vez.

—Lo que me diste fue lo más real que tenía, Leo —respondió—. Estabas. Siempre. Eso fue suficiente.

Leo apretó los labios. No era hombre de muchas palabras, pero esa noche compartieron una mirada que lo dijo todo.

Episodio 7 – La caja de Lucas

En su habitación, Lucas sacó una caja de madera vieja y la puso sobre la cama de Thiago.

—Esto es tuyo —dijo, sin dar demasiadas explicaciones.

Adentro había cuadernos, dibujos, cartas, un reloj que ya no andaba y una foto donde estaban los tres hermanos abrazados. Atrás, una frase escrita por Lucas:

> “Si un día lo olvidás todo, esto te lo devuelve.”

Thiago sintió un vértigo dulce. Lucas, el más rebelde, el más sarcástico, había guardado su infancia como si supiera que un día necesitaría volver a tocarla.

—No sabía que eras tan cursi —bromeó Thiago.

—Yo tampoco —respondió Lucas, sin negar la emoción.

Episodio 8 – La llegada de Lía

La timbre sonó justo cuando Thiago terminaba de revisar sus notas del simposio. Al abrir la puerta, encontró a Lía, una de las primeras chicas que conoció en el hospital, con su pelo corto y su risa intacta.

—¡Tenés que estar bromeando! —dijo él, abrazándola fuerte.

—¡Te lo debía! Prometí venir cuando terminara mi carrera. Soy fisioterapeuta ahora —dijo con orgullo—. Y tenía que verte antes de que te vayas a conquistar el mundo.

Lía traía consigo esa energía adolescente, rebelde y luminosa. Se quedaron horas hablando en el jardín, como si el tiempo no hubiera pasado. Y en cierto modo, no había pasado entre ellos.

Episodio 9 – Cartas sin destinatario

Esa noche, Thiago sacó una caja suya. Dentro había cartas que nunca envió. A médicos, a enfermeros, a amigos que se habían ido, a versiones pasadas de sí mismo.




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