En esta primera parte exploraremos:
•El regreso de Thiago a México para apadrinar el Encuentro Internacional de Juventudes Resilientes.
•Una fuerte conversación con uno de los jóvenes participantes que lo confronta con su propia historia.
•La aparición de un nuevo personaje: Ainhoa, una socióloga española con un enfoque radical sobre memoria emocional.
•Reflexiones sobre lo que significa “construir” algo que perdure sin institucionalizarlo.
•La carta que Bruno (su perro ya fallecido) le "dicta" en un sueño, reactivando sus ganas de escribir algo más íntimo.
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—📘 Parte 1
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Episodio 1 – El vuelo hacia algo más grande
Thiago miró por la ventanilla del avión mientras descendía sobre la Ciudad de México. Era la primera vez que regresaba como invitado especial a un evento internacional, pero lo sentía distinto. No era solo un reconocimiento a su historia, sino una forma de asumir algo que llevaba tiempo esquivando: su voz ya no le pertenecía únicamente a él.
En la fila del pasaporte, repasó mentalmente las sesiones que tenía por delante. Se preguntaba si aún sabría qué decir sin sonar repetido. Sin autoplagiarse.
En el bolsillo de su chaqueta guardaba una carta. La última que escribió en Valparaíso. Era, de algún modo, su brújula emocional.
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Episodio 2 – Juventudes resilientes
El Encuentro Internacional de Juventudes Resilientes se desarrollaba en un complejo cultural en Coyoacán. A su llegada, Thiago fue recibido por organizadores, cámaras y un mar de aplausos tímidos.
Lucía, la amiga de sus años de hospital y ahora madre de un niño con una enfermedad autoinmune, le presentó a los participantes. Muchos venían de países distintos: Honduras, Colombia, Argentina, Bolivia, España.
Thiago compartió la apertura con un testimonio emotivo. Habló de los años de hospital, de la adolescencia detenida, del amor por el arte, y de lo más importante: la persistencia de los vínculos.
La sala quedó en silencio. Y luego estalló en aplausos sinceros. De esos que no buscan idolatría, sino identificación.
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Episodio 3 – Ainhoa
Entre los asistentes, Thiago notó a una mujer que no aplaudía. Observaba en silencio, con una libreta en mano. Después del evento, se acercó:
—Soy Ainhoa, socióloga. Trabajo con relatos de sobrevivientes en comunidades de memoria en Europa. Lo que contaste… me pareció real, pero también muy pulido. ¿Te molesta que lo diga?
Thiago sonrió, sin molestarse.
—No me molesta. A veces, uno pule lo que duele para poder contarlo sin romperse.
—Tal vez deberías permitirte romperte un poco más. Ahí es donde está lo vivo —dijo Ainhoa, con una honestidad que pinchó algo en él.
Esa noche, pensó en lo que había dicho. ¿Había comenzado a contar su historia como quien cuenta una fábula?
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Episodio 4 – El adolescente que no compró el cuento
Durante una de las actividades grupales, Thiago dirigió un taller con jóvenes entre 14 y 18 años. Uno de ellos, Santiago, de Medellín, pidió la palabra:
—Yo también tuve leucemia. Pero a mí no me sirvió leer historias de esperanza. Me daban bronca. Me hacían sentir más solo. ¿Vos alguna vez odiaste tu historia?
Thiago se quedó quieto. Las miradas se clavaron en él. Respiró hondo.
—Sí, la odié. La detesté. Me parecía una injusticia. Me sentía robado. Por años. Y está bien odiarla. Es parte del duelo. No se trata de adornar el dolor, sino de caminarlo sin que te destruya.
Santiago asintió. No sonrió. Pero tampoco se fue.
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Episodio 5 – Bruno vuelve en sueños
Esa noche, cansado y emocionalmente abierto, Thiago cayó en un sueño profundo. Allí estaba Bruno, su perro, pero ahora viejo, con su pelaje grisáceo, acostado en el sofá de su infancia.
En el sueño, Bruno “hablaba” con la voz de su padre:
—Thiago, la memoria no es para encerrarse en ella, sino para construir desde ella. ¿Te acordás cuando me decías que querías escribir algo para otros? Es hora.
Al despertar, Thiago tenía la garganta apretada. Pero también una idea nueva. Ya no sería solo un taller, ni un libro de memorias. Sería un espacio. Un hogar para las historias de quienes no encuentran dónde pertenecer.
Una fundación invisible. Por ahora.
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—Parte 2; Incorporemos la llamada de uno de sus hermanos —quizás Elías— con una noticia importante, como un embarazo inesperado, una mudanza a otro continente o una crisis personal que invite a Thiago a reconectar con su familia más íntimamente.
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Episodio 6 – Llamada desde casa
Era temprano en Ciudad de México cuando Thiago recibió la llamada de Elías. Su voz se escuchaba distinta, más agitada de lo habitual.
—Thiago… ¿estás ocupado?
—Un poco, pero dime.
—Voy a ser papá. No fue planeado. Y… no tengo idea de cómo se hace esto. Estoy aterrado, loco. ¿Qué hago?
Thiago quedó en silencio. Por un segundo, lo invadió una ternura inesperada. Luego, una ráfaga de pasado. Elías, su hermano protector, ahora necesitaba protección.
—Hacés lo mismo que hiciste conmigo. Estás. Escuchás. Y te equivocás, pero sin irte.
Elías rió, entre lágrimas. Ese día, el peso de los años se redistribuyó entre hermanos.
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Episodio 7 – Lo invisible también duele
En el panel sobre “Narrativas que sanan”, Thiago propuso hablar de las heridas invisibles. De las cicatrices que no se ven, pero sangran igual.
—A veces cargamos memorias que no nos pertenecen. Y otras veces negamos las nuestras por miedo a parecer débiles. Yo cargué mucho tiempo con la expectativa de ser ejemplo. Pero lo que más me liberó fue permitirme ser contradictorio.
Una joven artista de Buenos Aires, diagnosticada con lupus, se acercó al terminar.