Caleb:
Me desperté con unos golpes muy duros a la puerta. Miré a mi lado y habían dos mujeres solo en ropa interior y tenía un dolor de cabeza horrible, me tiré hacia atrás en la cama para no atender, pero tocaron insistentemente, entonces me levanté, imaginé por un momento que se trataba de la señora del alquiler, pues le debía un mes de renta. Abrí la puerta pasando la mano por mi rostro para despertarme y me quedé helado al ver a dos pequeños que no había visto antes,de unos cinco años frente a mi puerta con una enorme maleta cada uno:
—¿Eres Caleb? —preguntó la pequeña.
—Sí ¿quiénes son ustedes? ¿Están perdidos?
—No estamos perdidos—dijo el niño, yo enarqué ambas cejas, ambos eran gemelos, muy similares, la pequeña tenía el cabello largo, castaño, recogido en una coleta y un vestido rosa. El varón iba vestido de traje, pelo corto castaño.
—Buscamos a nuestro padre y ya lo encontramos. Hola papá—dijo la niña sonriendo mientras el pequeño se bajó los lentes para mirarme.
—Hola...Están confundidos, ese si es mi nombre pero no soy su padre—iba a cerrar la puerta cuando la niña me mostró una foto y me quedé ahí paralizada. A esa mujer la conocía, era Carla, habíamos sido novios durante casi un años. Me quedé observándolos con algo de duda, sacando cuentas en mi cabeza, sin mandarlos a entrar, pues había estado de fiesta la noche anterior y la casa estaba llena de bebida por todos lados.
—Mamá dijo que ahora viviremos aquí contigo—interrumpió mis pensamientos el niño.
—¿Y su madre donde está? Esto debe de ser un error, un tremendo error—cuestioné mirando por todos lados. Buscándola con desesperación.
—Se fue—contestó el niño—dijo que llegaría tarde al aeropuerto y perdería su vuelo—sus palabras me dejaron un poco intrigado. ¿A dónde iba mi ex mujer? Y por qué no me había dicho nada de que teníamos dos niños y peor aún que los dejaría conmigo.
—¿A dónde fue su madre? ¿Por qué no me dijo nada? ¿Cuándo volverá? —cuestioné y los pequeños se cruzaron mirada entre ellos.
—Te dejó esta carta—respondió la niña entregándome una hoja de libreta envuelta. La abrí impaciente:
Querido Caleb. Lamento que esta sea la forma tan abrupta en la que conozcas a tus hijos, son gemelos. ¿Preciosos verdad? Se llaman Elisa y Eric y son unos amores. Conocí a un hombre maravilloso y me voy con él a Europa a rehacer mi vida (no le gustan los niños y ya los he cuidado durante mucho tiempo sola) cuida bien de nuestros hijos, yo ya los he cuidado demasiado tiempo, también me merezco ser feliz, con amor Carla.
No podía creer lo que estaba pasando, Carla no era así, o eso yo creí, la conocí en una fiesta, pasamos algunas noches juntos, empezamos una relación y le fui infiel muchas veces, algunas llegaba borracho a casa acompañado de las mujeres con la que estaba. Llevaba una mala vida igual que ahora y supongo que por eso se fue y ni siquiera me dijo que estaba embarazada. Ella seguro sabía que si no podía ni con mi propia vida menos aún sería un ejemplo en la vida de dos niños. Lo que me parecía raro que ahora los dejara conmigo, después de cinco años.
—¿Elisa y Eric? ¿Verdad? —pregunté desconcertado y ellos asintieron. Pellizqué mi brazo para cersiorarme que no estaba drogado y que toda esta locura no era parte de mi imaginación. Y me quedé sin saber qué hacer o como rayos actuar. Esto no me lo esperaba. Debía localizar rápidamente a la madre de estos niños y entregárselos.
—Entren y siéntense aquí—le dije a los niños recogiendo como loco las botellas de bebidas y obedecieron. Fui a mi habitación:
—Chicas deben irse—exclamé.
—Déjanos dormir—dijo una
—Horita, repetimos lo de anoche—agregó la otra acariciando su trasero, que ni siquiera me provocó nada en ese momento de lo agitado que estaba.
—Vístanse, unos niños que dicen ser mis hijos están allí afuera y la única manera de que las deje aquí es que se pongan a limpiar…
—No sabía que tenía hijos—pronunció la rubia sentándose en la cama y poniéndose su vestido corto y sus zapatos.
—Ni yo. Justo me acabo de enterar.
—Tiene dos —dijo la morena mirando hacia la sala por una esquina de la puerta.
—Gracias no tarden—junté las manos y salí de la habitación intentando marcarle a la maldita de Carla, pero su teléfono daba apagado, si es que aún conservaba el mismo número de siempre,le marqué varias veces sin resultados distintos mientras los pequeños me observaban en silencio.
—Tenemos hambre—dijo Eric.
—Les prepararé algo de comer... —suspiré—luego hallaremos a su madre y se irán.
—Lindos hijos Caleb—dijo la rubia.
—Tienes buenos genes—comentó la morena besando mi rostro y ambas dijeron adiós con la mano y se marcharon. Ni siquiera me dieron una pequeña idea de qué podía hacer y allí estaba yo con ese enorme problema o mejor dicho con esos dos enormes problemas porque eran dos
—¿Y esas quienes son? —preguntó la niña.
—Las vecinas ...querían un poco de sal—dije pasando la mano por mi cabello y fui a la cocina y tomé mi teléfono para marcarle a Carla nuevamente, estaba asustado, realmente asustado con esta situación, no podía hacerme cargo ni de mí mismo como iba a hacerme cargo de dos niños. Nunca había pasado por la mente la idea de ser padre. Tomé a los dos niños y fui urgentemente a la comisaría, le conté lo que pasaba a un oficial esperando que pudieran encontrar a la madre de los pequeños, ellos tomaron mi declaración, hablaron con los niños, me observaron a mí, observaron a los pequeños.
—Se parecen mucho—dijo el oficial.
—¿Y la madre cuándo la encontrarán? ¿Qué sucederá mientras eso sucede? No conozco a estos niños, ni siquiera sé si realmente son mis hijos...
—Haremos lo que esté en nuestras manos para encontrarla. Y los niños estánbajo su responsabilidad pues la madre se los dejó a usted, de lo contrario serán llevados a un lugar de acogida hasta que la madre aparezca. —dijo mientras yo miré a los pequeños con algo de lástima, su madre acababa de abandonarlos, su padre era un imbécil, ellos debían estar asustados también seguramente y había escuchado historia horribles de algunos casos que se habían dado en esos hogares de acogida.
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Editado: 10.03.2025