Caleb:
Mi despertador sonó repetidamente y lo golpeé para que dejara de sonar la alarma que había puesto; era un reloj viejo que mi abuelo me regaló. Había puesto una alarma para ir a trabajar pero no me levanté.
—Papá despierta—dijo Elisa tocando mi rostro, abrí los ojos y los volví a cerrar, era muy temprano y estaba cansado.
—Tenemos hambre. Debemos ir a la escuela—pronunció el otro niño halando mi brazo.
—¡Levántate, papá! —gritó Eric caminando sobre mi espalda.
—Ya paren me levantaré. —dije y se sentó en la cama, los dos me observaron era alegres y confianzudos y lo más raro de todo es que preguntaban muy poco por su madre.
—Morimos de hambre y debemos ir a la escuela—dijo Elisa con ternura que a pesar de ser mucho más revoltosa que su hermanos cuando quería era una niña tierna y educada.
—Les haré el mejor desayuno de su vida antes de llevarlo a la escuela—aseguré.
*************
—Papá has pensado en tener una novia—preguntó mi pequeña cuando le serví el desayuno, de forma natural como si me conociera de siempre. Me crucé de brazos y sonreí.
—Algún día—respondí.
—Deberías tener una novia—dijo el niño, este era el más tranquilo de los dos y sus espejuelos enormes lo hacían ver inteligente.
—¿Por qué creen que debería tener una novia? —pregunté inocentemente.
—Porque cocinas horrible—dijo la pequeña haciendo muecas.
—Han herido mis sentimientos—pronuncié riéndome de sus ocurrencias.
—Y nosotros moriremos de hambre si no encuentras una novia—agregó Eric corriendo el plato hacia adelante—pero no te preocupes, te ayudaremos a encontrar una.—Ya mamá nos decía que eras un desastre.
—¿Su madre les hablaba de mí?
—Todos los días—dijo la niña.
—Nos contó que juntos ganaron una carrera de motos—dijo entusiasmada—también nos enseñaba tus fotos en el teléfono.
—Dijo que nos cuidarías muy bien—agregó el niño y yo suspiré.
—Vamos, se me hace tarde para el trabajo,—dije mirando mi teléfono— les compraré algo de comer en el camino. ¿A qué escuela van? —terminé preguntando. Ellos se miraron y sonrieron.
—Hug Greinke School—respondió la niña.
—Aula de preescolar—agregó el pequeño—Debes recogernos a las 4:30 de la tarde. —explicó. Les compré un desayuno y los dejé en la escuela, se me hizo un poco tarde para llegar al hospital donde trabajaba como doctor pues la escuela de los niños quedaba muy lejos de casa, pero había llegado tarde miles de veces y nunca había pasado nada, esta vez sería como siempre. Detuve mi auto y entré.
—Cariño el jefe de sala quiere verte—pronunció la recepcionista guiñándome un ojo y la saludé con la mano desde el pasillo, siguiendo hasta la oficina del director.
—Tarde de nuevo señor Gómez—pronunció el jefe de sala que era quien me había contratado.
—Puedo explicarlo—respondí.
—¿Estuvo bebiendo toda la noche en un club nocturno o teniendo sexo con alguna desconocida en una discoteca? Todas las enfermeras comentan sobre la vida promiscua que lleva. Ya ha estado con medio hospital—pronunció...
—No fue eso esta vez lo juro, mi ex… —intenté explicarle que mi ex había abandonado a mis dos pequeños hijos frente a mi puerta, hijos que ni siquiera sabía que existían pero no me permitió explicarlo ya que me interrumpió nuevamente.
—A esta vez fue su ex—pronunció—señor Gómez sus problemas personales no son asunto mío, pero están afectando la situación del hospital. Siempre llega tarde, tiene varias ausencias injustificadas y usa su teléfono en horarios laborales.
—Le prometo que es la última vez que eso sucede—afirmé.
—Por supuesto que es la última vez que sucede porque está despedido—habló dejándome helado y enarqué ambas cejas.
—Señor tengo dos hijos de cinco años—intenté que se compadeciera.
—Su problema. Debió haberlo pensado antes, la vida de miles de personas están diariamente en las manos de un irresponsable que ni siquiera puede llegar temprano y no puedo permitirlo—dijo extendiéndome un sobre—esta es su liquidación—añadió señalando la salida—ya le desconté todos los días que faltó y las llegadas tarde. Sabes algo Caleb yo decidí darte una oportunidad para que cambiaras tu miserable vida. Eras el mejor cirujano del país y mira en que te has convertido: un fracasado. Podías haber mejorado eso y no lo hiciste—Tomé el sobre, suspiré y salí de allí resignado. Me habían pagado hace poco y ya no me quedaba dinero. Lo gasté todo locamente en fiestas y mujeres,no imaginaba que mi vida cambiaría tan rápido de un día para otro. Abrí el sobre y habían 500 dólares, suspiré estresado y fui hacia mi departamento, cuando iba a abrir la puerta allí estaba Olga parada esperándome.
—Hasta que al fin te encuentro—pronunció extendiendo la mano—vamos págame los dos meses de renta que me debes.
—Solo le debo un mes—rectifiqué.
—El mes pasado y este—pronunció.
—Acaban de despedirme y me dejaron a mis dos hijos.
—Hay Caleb, lastimosamente no puedo hacer nada para ayudarte. La hija de Magda me ofreció el doble de lo que pagas por este lugar porque quiere vivir cerca de su madre.
—Dame solo unos días, conseguiré un préstamo, venderé mi auto o que sé yo...
—Lo siento mucho, tienes hasta mañana para abandonar el departamento—aseguró—que tengas un lindo día—añadió con cinismo mientras se marchaba. Entré a mi apartamento desesperado, sin saber qué hacer, cómo iba a mantener ahora a esos dos niños. A mi mente solo vino una persona que podría ayudarme y era Katia, mi amiga, la dueña del Club nocturno al que iba noche tras noche, claro, antes de tener a los niños a mi cargo.
—Hola, te extrañamos anoche doc—pronunció atendiendo la llamada.
—Necesito tu ayuda Katia, ayer mi ex vino y dejó a dos niños frente a mi puerta, dice que son mis hijos, hoy me despidieron y mañana me van a desalojar... Katia ¿sigues ahí? —pregunté tras su silencio.
—Sí, sí, carajo Caleb, yo creo que fuiste Judas en tu otra vida —se burló.
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Editado: 10.03.2025