A un paso de amarte

Capítulo: 4

Ana Marian llegò a recogerme y me ayudó a subir a su auto.

—En serio no puedo creer que el desgenerado de Gael te esté montando cachos—exclamó mientras conducía—es que siempre ha sido tan dulce y cariñoso contigo, atento, siempre ha estado cuidándote.

—A mí también se me hace raro, amo a Gael pero lo escuché decirle a una mujer que iba a desayunar con ella y no desayunó en casa. —le expliqué con un nudo en la garganta.

—Por eso estoy soltera, todos los hombres son iguales—exclamó mi amiga deteniendo su auto frente a mi empresa . Ambas entramos todos allí me saludaron con mucho cariño. La verdad extrañaba estar allí, seguir trabajando em mi empresa. Pero Gael me había dicho que era mejor que estuviera un tiempo en casa descansando, que no quería que se burlaran de mí, ni me hicieran sentir mal ni que los empleados murmuraran a mis espaldas, que no todos eran como él que podía ver lo valiosa que yo era. Marian me empujó en mi silla y cuando estuvimos frente a la oficina de Gael empujó la puerta. Abrí grande los ojos al verlo allí desayunando con otra persona, pero no era una mujer, era Ernesto un compañero de trabajo algo distraído que llevaba años en la empresa

—Amor que sorpresa—pronunció Gael caminando hacia mí y besándome cariñosamente. —si hubiera sabido que venías te hubiera esperado para desayunar.

—Señorita Grabiela justo Gael me estaba hablando de usted —dijo Ernesto antes de que pudiera pronunciar una sola palabra y Gael bajó la mirada algo apenado—dice que su sueño es que te conviertas en madre de sus hijos.

—Estoy seguro de que serás una excelente madre—pronunció Gael agachándose frente a mí y besándo mi mano

—Yo también lo creo—dijo mi amiga.

—Hola Marian disculpa, ni te había saludado—pronunció Gael extendiéndole la mano a la chica.

—Gael, Ernesto que bueno verlos—exclamó saludándolos a ambos—Ernesto me acompañas por un café—sugirió Ana Marian para dejarnos solos. Gael cerró la puerta y me besó:

—Gracias por venir a verme y preocuparte por mí—exclamó mi esposo—sé que estos últimos días he estado algo estresado y ocupado y me alegra tanto ver que te preocupes por cuidar nuestro matrimonio, porque estemos bien—agregó besando mi rostro y se hizo un nudo en mi garganta. Gael me había tratado siempre con amor y respeto, me cuidó pacientemente cuando quedé en silla de ruedas y yo solo estaba viendo fantasmas donde no los había, desconfiando de la persona que siempre había estado allí para mí y eso me hacía sentir mal y culpable.

—Te amo, Grabiela —exclamó abrazándome.

—Yo también te amo —dije a punto de llorar, estaba tan deprimida últimamente que me estaba convirtiendo en una persona amargada y desconfiada.

—Ya debo ir a casa—pronuncié—mi hermana quería verme.

—Te llevo—dijo Gael.

—No hace falta, Ana Marian me llevará de regreso, escuché que tienes una reunión importante—afirmé llamando a mi amiga quien al poco tiempo estuvo allí.

—Hoy me quedaré hasta tarde amor, tenemos varios atrasos en algunos pedidos y tenemos que tener todo en orden para cuando tengamos hijos—dijo y sonreí mientras Marian me alejaba de aquí.

—Dusculpa Grabiela—exclamó mi amiga cuando ambas estábamos en el auto y la miré sorprendida.

—¿Por qué te disculpas? —cuestioné.

—Porque Gael es un hombre maravilloso, cariñoso que siempre te ha cuidado y cuando me comentaste que sospechaste de él, yo solo te ayudé en vez de decirte todo lo bueno que ha hecho por ti.

—Lo sé, Gael siempre ha sido bueno conmigo pero escuché...

—¡Escuchaste mal! —exclamó—tal vez lo imaginaste, tal vez necesitas ir a un psicólogo, porque estás paranoica. —mencionó y bajé la mirada.

—Estás sola todo el tiempo y nunca sales, no tienes compañía, no puedes hacer las mismas cosas que antes y crees que por eso tu esposo te va a dejar es lo que pasa. Pero Grabiela te digo como amiga de toda la vida: no dejes a la única persona que siempre ha estado a tu lado por unos tontos complejos de inferioridad. Deja de tenerte lástima a ti misma. —Me quedé en silencio al escucharla, sintiendo un sinfín de emociones descontroladas en mi interior. Detuvo el auto frente a mi casa y me ayudó a bajar.

—Gracias—pronuncié—¿quieres entrar y tomamos un café?

—No hay de que, otro día tomamos ese café hoy no tengo tiempo —exclamó alejándose en su auto y entré a la casa. Estaba tan angustiada, sin saber qué hacer. Fui con mi silla de ruedas por el pasillo para ir a mi habitación entonces cuando iba pasando frente a la habitación que está al lado de la mía vi la puerta entreabierta y entré recordando lo que había escuchado hacía unas noches atrás.

—Tengo que dejar de pensar tonterías—exclamé pasando la mano por mi rostro, "mi esposo me ama y es un buen hombre" Pensé abriendo los ojos y vi algo sobre la sábana blanca, me acerqué tomándolo en mi mano, era un cabello rojo, había un cabello rojo en mi cama y Gael y yo teníamos el pelo negro, la desconfianza renació nuevamente en mí, la empleada tampoco tenía el cabello rojo, ni mi hermana ni mi madre. La única persona que venía a esta casa y tenía el pelo rojo era mi amiga Ana Marian y antes de hoy hacía más de quince días que únicamente hablábamos por llamada. Miré hacia la ventana de cristal pensativa:

Le había dicho a Ana Marian mis sospechas con Gael y ¿si ella era la amante? Maldita sea o tenía una intuición bastante acertada o todos tenían razón y me estaba volviendo loca, miré mi mano nuevamente con el cabello rojo, necesitaba respuestas y las iba a obtener fuera como fuera.




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