Toda mi vida había escuchado sobre el amor y sus consecuencias, pero jamás me había puesto a pesar en él y en todo el daño que llega a provocar cuando te aferrar a una persona que está a una llamada a la distancia, y aunque suene demasiado extraño ya será tarde para que alguien me diga «te lo dije» pero aun así ese te lo dije nunca me hubiera ayudado para darme cuenta de que tan mal iba a quedar después del final.
¿Sabes? Aprendí algo demasiado valioso cuando lo vi cruzar la puerta del aeropuerto y correr hacía mis brazos la primera vez que vino de vacaciones después de a haberse ido un año completo. En ese preciso momento me di cuenta de que jamás sería capaz de dejarlo ir, él era el chico perfecto para mí, era él chico que no miraba a ninguna otra chica a nuestro alrededor por qué siempre decía que la persona más hermosa ya la tenía junto a él. Algo dentro de mí me decía que esperarlo iba a ser un tiempo demasiado largo y doloroso. Me sentía como esas mujeres que esperan a que sus esposos o sus hijos regreses de la guerra con el corazón a mil por hora y con millones de ganas de abrazarlo y llorar entre sus brazos, y lo sé, claramente lo sé ahora que eso jamás me pasara, pero en ese momento era lindo pensar que pasaría.
Mis amigos me decían que era mejor que siguiera con mi vida por qué él ya había seguido con la suya y tal vez era así, cada quien debió de haber seguido su vida normal como antes pero ese hilo que nos habíamos atado al dedo meñique antes de decir que nos esperaríamos el tiempo que fuera necesario no me dejaba seguir como todos me decían que debía de seguir.
Creía que después de casi cuatro años alejada de las fiestas, de la sociedad que me rodeaba iba a poder soportar verlo siendo feliz al otro lado, consiguiendo todos sus sueños y olvidándose de lo importante pero entonces fue cuando me di cuenta que no importaba cuantas noches yo fuera la que me iría a la cama con el rostro empatado de lágrimas por quererlo tener a mí lado y poderle contar que tan mal había sido mi día o incluso que tan mala era mi vida; pero no podía. No quería arruinarle la felicidad que él ya tenía.
Antes de hoy no era nadie, no sabía nada de la vida y tampoco sabía cómo resolver mi vida. No era una cantante super famosa, tampoco era un modelo a seguir de absolutamente para nadie. Pero siempre quería ser lo que las personas querían que fuera. Era la novia de un hombre perfecto. Era la chica que se sabía vestir bien pero que jamás se atrevía a ir así por la calle. Soy esa amiga que sin importa sus problemas siempre va a estar ahí para ti, no importa el lugar, la hora o el momento en que tú te sientas mal yo siempre estaré ahí para ti. Soy alguien que no debe cometer ningún error para no decepcionar a sus padres. Soy quien se sienta detrás de una ventana todos los días con una taza de café en la mano mientras observa como la vida se le pasa esperando a ser rescatada. Soy la depresión, soy la ansiedad que camina por las calles consumiéndome día con día. Soy el ratón de biblioteca, soy la chica más lista de la clase, soy...
Soy...
Soy Melinda Parker y está es mi —no tan bonita— historia.
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Editado: 24.07.2022