A una llamada a la distancia

Capítulo 10

I don't wanna push you way too much

I don't wanna lean that way too far

I don't wanna ever learn the hard way, no

I don't wanna keep you in the dark

I don't wanna gamble with your heart

I don't wanna ever leave you lonely.

Never Be Me.

Miley Cyrus.

Melinda. 

Ya pasan de las seis de la mañana. Únicamente dormí como dos horas y veinte minutos. Que mala suerte la mía que me haya tocado estar con un famoso actor y cantante en forma.

Acepte su invitación únicamente por cortesía y porque hacia demasiado tiempo que no salía al mar a hacer cualquier clase de deporte desde los quince años. Tuve que madurar demasiado rápido después del divorcio de mis padres. Ahora mismo desde tres metros lejos de donde comienza el sol y termina el mar arrastrando hacia su interior la arena me encuentro yo sentado observando como toda una acosadora a un hombre maduro que sabe lo que quieres y hasta dónde puede llegar sonriéndome y haciéndome señas de que lo acompañe pero yo me sigo negando a ir porque no tengo idea de cómo se hace aunque en realidad se perfectamente como hacerlo no soy estúpida mis padres me tenían metida en cualquier clase de actividad deportiva antes del divorcio. Pero hace demasiado no las practico y no quiero hacer el ridículo.

Después de que Tao se fue no había disfrutado tanto salir de casa y tomar el aire fresco con olor a mar y hormonas a flor de punta, sé que suena demasiado raro pero el olor de la brisa matutina es una de las cosas que más amada de la casa de mi madre, poder despertar y escuchar el coche de las olas contra las piedras o sentir esa fresca brisa al abrir las puertas cada mañana antes de ir a la escuela y desayunar en el porche. Esos días claramente eran de gloria. Ahora son recuerdos amenos y dolorosos.

Abrace más mis piernas recargando mi cabeza sobre mis rodillas dejando que mi cabello caiga sobre mi rostro. Observo tan calculadoramente cada uno de los movimientos que hace Jared que no puedo dejar de asombrarme que él a su edad tenga todavía energías para hacer deportes extremos, yo a su edad ya me hubiera suicidado y peor aún estaría instituida en un hospital psiquiátrico por intentos repetitivos de suicidio siendo catalogada como peligrosa hasta para ella misma. Y probablemente le echaría la culpa a mi padre en vez de a mi madre, ella no pidió nacer así y yo tampoco que heredáramos las enfermedades familiares. Lo he estado estudiando y a veces lidiar con tantas personas enfermas no es tan bueno, lo bueno es que Miley tiene a Angie y mamá y yo siempre nos tendremos.

Cerré mis ojos un segundo y todo se oscureció provocando que abriera mis ojos de golpe.

No tengo que describir la imagen frente a mí, pero creo que no es el calor y tampoco la forma de decirlo que Jared Leto hace que mis hormonas brinquen y formulen pensamientos sucios. Tan sucios que tal vez debería de ir a confesarme en alguna iglesia antes de quemarme en el infierno.

—¿Estás pensando en que excusa darme para no acompañarme en el agua? —pregunto divertido.

—En realidad, no, no tengo ninguna —confesé.

—Qué mala mentiros eres, Melinda.

—Y tú has de ser demasiado listo para pillarme con la mentira en la boca, ¿no?

—Algo, si lo ponéis de esa forma entonces sí, demasiado listo para pillarte de mentirosa.

Aparto con sus dedos húmedos un mechón de mi cabello que caí sobre mis ojos pasándolo detrás de mi oreja provocando que una corriente eléctrica me recorriera toda la espina dorsal con el rosé de su piel contra mí piel. Me sonroje y no puedo negarlo siendo que la piel de mis mejillas me arde y esto que tengo tres tipos de bloqueador solar cubriendo mi piel y una sombrilla para no quemarme de más de lo que suelo quemarme todos los días.

—Accedí a hacerte compañía más nunca accedí a que me metería al mar contigo —recalque aun sonrojada bajo el azul de su mirada.

—¿Qué deportes hacías de niña? —pregunto. Se recostó a mi costado dejando al descubierto la mitad de su torso del traje. Intente lo mirarlo directamente a su abdomen marcado, pero es difícil pecar sin verlo o verlo sin querer pecar.

Santa virgen de los abdominales sálvame de mi perdición.

—¿Quieres saber sobre mis traumas de pequeña? —Pregunte y él asintió—. Bien. Mis padres me obligaron a ir a clases de ballet, esgrima, patinaje artístico, natación, windsurf, y cualquier otro deporte que me dejara exhausta pero definitivamente nunca fue futbol es mi peor pesadilla en la vida.

—¿La mayor parte de tu infancia donde la pasaste?

—En hospitales.

—¿Estás acaso bromeando conmigo?

Negue con la cabeza.

—Mi madre tiene trastorno de bipolar —es la primera vez que lo digo sin sentirme mal conmigo misma o sentirme mal—. Yo fui diagnosticada con esquizofrenia y desde muy pequeña siempre fui medicada para evitar problemas más fuertes, a veces cuando no me tomo mis pastillas dentro de mis doce horas racionales pierdo el control de todo y soy capaz de hacerme daño a mí misma como a otras personas. —Sonreí amargamente—. Nunca se lo había dicho a nadie, eres la segunda persona fuera de mi familia que sabe que tengo esquizofrenia y eso ya es dar un gran pasado para mí.

—Pero tú te vez demasiado estable como para tenerlo. ¿Has pedido de la segunda opinión medicas para el diagnóstico final?

Asentí. Y tiene demasiada razón, pero con los medicamentos todos podemos parecer personas normales. Pero dentro de nuestras cabezas nada es como debería de parecer.




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