Capítulo Cinco

Seunghyun

—¿Qué estás haciendo aquí? —la voz de Wheein interrumpió mis reflexiones.

—Estoy autorizado para el servicio de escritorio.

—Y te dispararon hoy.

—Más razones para descubrir quién me persigue.

—De todos modos, iba a llamarte. Investigamos lo que dijo uno de los testigos, averiguamos a quién pertenece el vehículo.

—¿Quien?

—Tu amigo, Taemin Lee.

—Maldición, ¿alguna forma de averiguar a dónde fue?

—Todavía no.

—Yo lo sé —nos volvimos al sonido de la voz de nuestro capitán. El capitán Kang frunció el ceño. Su cabello oscuro y alborotado se había convertido en una víctima de su frustración.

—¿Qué quieres decir?

—Taemin Lee fue encontrado en su apartamento con la garganta cortada. Ustedes dos, vayan allá.

No mencioné que se suponía que debía estar de guardia. Si el capitán no lo recordaba, no iba a plantearlo. Wheein me dio un codazo con el hombro.

—Estaremos justo allí.

Los oscuros ojos de Kang se clavaron en mí durante un momento. —Por lo menos tienes un novio médico para repararte si te disparan de nuevo. Muévanse.

—Lo haremos —asentí, ni siquiera me pregunté dónde el capitán obtuvo su información.

Kang siempre parecía saber lo que estaba pasando. Afortunadamente, no pareció pensar en mi sexualidad. Bueno, tampoco se oponía a eso. Se volvió y se alejó de nosotros. Ahora que nos había dicho su pista, no tenía más uso para nosotros.

Wheein me dio la vuelta. Para ser una mujer diminuta, era enérgica. —Alguien lo tiene contra ti. Necesitas tener cuidado. No quiero tener que encontrar un nuevo compañero.

Me reí. Dejé a Wheein poner el énfasis en lo que ella necesitaba.

—Haré todo lo posible para no ser asesinado.

—Gracias.

La seguí hasta nuestro auto y la dejé tomar el asiento del conductor. Mi hombro todavía dolía y el sexo de la noche anterior no había ayudado. Diez minutos más tarde, se detuvo frente al apartamento de Taemin. Incluso con las calles despejadas, el edificio destartalado no me inspiró confianza en pensar que nuestro auto todavía estaría intacto cuando volviéramos.

—Supongo que es demasiado pronto para las putas y los narcotraficantes —comentó, cuando salimos del auto.

Hicimos un gesto con la cabeza a los oficiales uniformados que esperaban afuera. Taemin yacía en la cama con la garganta abierta. No se necesitaba un genio forense para averiguar la causa de la muerte.

—Tengo que estar de acuerdo con el jefe, definitivamente está muerto —dije, acercándome al cuerpo.

La escena ya había sido procesada. Vi polvo de huellas dactilares decorar el alféizar de la ventana y sabía que habían tomado cualquier información que pudieran obtener de la escena. Wheein y yo buscamos pistas en la sala.

—No encuentro nada —dijo finalmente Wheein, después de treinta minutos de búsqueda.

—Sí, yo tampoco.

De nuestra búsqueda anterior, sabíamos que Taemin no tenía muchos amigos y sus familiares estaban muertos o no hablaban con él. Habíamos llegado a un callejón sin salida en más de una forma.

Mi teléfono sonó. Sonreí cuando vi que era Jiyong. —Hola bebé.

—Mmm hola —respondió una voz, no la de mi amante.

Me quedé helado. El instinto me hizo decir “rastrea esto” a mi pareja. Rápidamente se puso en su teléfono y marcó.

—¿Quién es?

—¿No reconoces mi voz, cariño? Estoy decepcionado.

—¿Quién es? —pregunté de nuevo.

—Jongin.

¿El tímido y dulce Jongin? —¿Por qué tienes el teléfono de Jiyong?

—Porque yo lo tengo. No me gusta que salgas con Kwon. Terminarás tu relación, o cuidaré de él como lo hice con Taemin.

—¿Has asesinado a Taemin? —el miedo se apodero de mí. Tenía a Kwon y un historial de homicidios, una mala combinación.

—Enfócate amor. Ahora quiero que le digas a tu amigo médico que lo dejas.

—¿Entonces qué harás? —tuve que contener el pánico y a Jongin en el teléfono. Obviamente, el hombre estaba loco.

—Dejaré que tu juguete se vaya. Podemos dejar todo esto como una breve aventura y seguir adelante.

Puse los ojos en blanco. Dudaba que cumpliera su palabra. Los psicópatas no eran conocidos por su honestidad. —Sabes tienes razón. Dime dónde encontrarte.

Jongin se echó a reír. —¿Crees que soy un idiota? Aparecerás con un grupo de policías y tratarás de llevarme. Mi hermano ira a recogerte. Supongo que estás en la dirección de Taemin. Lo dejé como un regalo para ti. ¿No deberías agradecérmelo?

—Um, gracias. —Quería enfurecerme para que dejara a Jiyong en paz, pero no sabía qué le haría estallar.