"No se sabe cómo el incendio comenzó", decían. El fuego, las llamas. Había consumido todo: ropa, muebles, pertenencias valiosas, fotos, documentos importantes. En fin, todo.
Incluyéndolos, ahora solo eran parte de las cenizas. Ahora estaba yo solo, sin nadie. Por no prestar atención a una simple vela, sin pensar, sin medir las consecuencias, después de todo soy pequeño, soy un niño y ahora estoy solo.
Sin embargo, no me importa, fue un impulso, yo quería. No estaba planeado, solo sucedió y fue tan satisfactorio oír sus gritos de horror, de dolor. Verlos morir fue mi mejor parte, escapar mientras todos dormían fue una brillante idea y observarlos muy de cerca mientras su piel, su carne, todo en ellos ardía infernal. Oh, sí, qué deleite.