Acendrada Oscuridad

02

La oscuridad dentro de ellos resurge una vez más
 

El tipo grande y con intenciones de quitarnos la vida sin compasión alguna tiró del gatillo.

Sin aliento...

Rota...

Vacía...

Así me sentía.

Las fuertes palmas en alto de Asher se quedaron sin fuerzas, la bala impactó contra su pecho brotando de éste un espeso hilo de sangre; algunas de estas gotas rojas cayeron sobre mi rostro.

Al escuchar como su cuerpo se vio abatido por el suelo al recibir el disparo, giré mi rostro para mirar al vacío, no quería verlo; no podía. Sin él mi mundo no tendría sentido, Asher era la única persona que me comprendía, que me apoyaba, mi única familia.

Imaginé cómo se sentiría: que la muerte tocase mi hombro y me susurrase al oído con aliento a perdición.

Mi fuerza de voluntad no eran tan osada como para verlo volcado en su propio charco de sangre, me parecía suficiente y/o demasiado con imaginarmelo muerto.

Su cabeza flexionada en una dolorosa posición contra el piso, su boca entre abierta con hilillos de sangre brotantes denominaba un regocijo de dolor; dolor que ya no sentía. Los lunares en su perfilado rostro apasiguaban la aterradora expresión del mismo, y junto con sus profundos ojos azules abiertos y sin alma creaban una inolvidable tétrica obra de teatro.

Se había escuchado como si un saco de carne fuera penetrado con gran potencia, se sintió real... muy real.

Mis padres muertos.

Mi hermano muerto.

Y yo... sería la siguiente.

Estaba arrodillada a un costado de la cama con las sábanas entre mis dedos, mis manos temblaban con presión.

Al salir de mi transe el llanto salió a flote. Pero en aquellas lágrimas no existía el dolor, una candente llama de rabia colérica yacía en ellas.

Miré fijamente al asesino como si fuera todo mi entorno, me concentré en buscar una forma de correr, mis posibilidades eran escasas ya que el psicópata que tenía frente a mis narices podía evitarlo fácilmente, aunque tenía esperanzas.

Asher había muerto por intentar salvarnos, por salvarme a mí, se lo debía; debía vivir por él. Así que no me inmuté y pensé en las posibilidades.

Caminó, el enorme hombre encapuchado con tatuajes en sus brazos se movió hacia delante, acercandose a mí con gran impotencia para tomarme. Intenté correr pero la acción fue obsoleta ya que con una agilidad impresionante su mano alcanzó mi garganta.

Las sábanas blancas habían caído al suelo, igualmente los objetos posados en la cómoda. 
Causa: el forcejeo ajetreado que comenzaba a tener con el tipo.

Trataba de verle el rostro al asesino pero era difícil, solo podía ver sus ojos verdes que resaltaban bajo la capucha.

Decidí que no moriría esa noche.

En un intento de supervivencia mi instinto de autoprotección brotó a todo dar, comencé a lanzar golpes como loca y aunque el tipo tuviese el arma cerca de mi rostro no me importó. El brazo del sujeto era tan largo que no podía acertar ninguno de mis puñetazos improvisados en ninguna parte de su cuerpo o rostro; su mano contraía mi garganta con bastante presión y fuerza, tomé su muñeca con mis manos para aplicar presión e intentar sacar mi tráquea de sus sucias garras y así no morir asfixiada.

Ya saben lo que pasó —claramente no pude desatarme—.

Con la sangre hirviendo en mis venas de una forma violenta, arremetí contra él una patada en los testículos. El hombre apretó el gatillo al instante pasando un pitido fuerte en las paredes de mis oídos. Con mucha suerte el disparo salió hacia otra dirección impactando contra una lámpara decorativa puesta sobre el otro lado de la habitación.

El atacante cayó, al igual que su arma fuera de su alcance. Una vez con su cuerpo tirado en el suelo de la habitación decidí atacarlo con todo mi resentimiento a golpe limpio, golpeaba su rostro una y otra vez con tanta fuerza que logré romper su tabique y causarle varias heridas con pequeños moretones en el pálido cuello.

En mi mente solo existía la venganza, vengar a mis padres pero sobre todo a mi hermano. Pisoteé la cara del sujeto repetidas veces con tanta fuerza que partí el resto de su nariz; el atacante emitió gritos, su dolor y sufrimiento hacia que mis instintos asesinos despertaran, la sangre de su nariz rota que pasaba a través de la capucha se plasmó en mi tobillo, y así, con mi pie ensangrentado corrí hacia la puerta.

Libertad, dulce libertad.

Sin pensarlo decidí ir a pedir ayuda. Bajé cuatro escalones con la mente de una triunfadora, pero a su momento un jalón de cabello me tomó por sorpresa, me arrepentí de tener el cabello largo en ese entonces.

El hombre tenía mi cabello entre sus dedos, pero no le daría paso a esa insignificante intervención ya que tenía el pensamiento de huir muy en alto por sobre todas las cosas.

Me abalancé hacia delante y caí rodando por las escaleras hasta tocar la cerámica de la sala con mi rostro, me lastimé las costillas y los golpes en la piel —que luego pasarían a ser moretones— los sentía exageradamente grandes. Me toqué el cráneo y mi cuero cabelludo ardía, un mechón grande de cabello había quedado en la mano del asesino.

Jadeando me quedé sin fuerzas, faltaba poco para que mi subconsciente quedara completamente perdido, en unos minutos estaría desmayada.

Decepción.

Sentí decepción de mí, porque ya no me quedaban fuerzas...

La figura masculina bajó las escaleras para colocarme una benda en los ojos que guardaba en su bolsillo, me tomó y alzó como una ligera hoja de papel para dar varias vueltas sobre la casa conmigo en su hombro, adolorida, me encontraba en tal desconcierto que ni reconocí a que parte de la enorme casa me había llevado.

Hasta que nos detuvimos.

Tirándome en el piso con extraño cuidado, no sabía a dónde me había traído porque una tela rodeaba mis ojos, no tenía idea si aún seguía dentro de la mansión, no me quedaban fuerzas siquiera para hablar.



#8497 en Thriller
#3348 en Suspenso
#4903 en Misterio

En el texto hay: adolescentes adultos, amor pasion, muertes y dolor

Editado: 12.06.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.