Acepta TÚ Realidad *lgbtiq+ ||bilogia Realidad #1||

¿ESTO ES VIDA?

Cambridge – Massachusetts.

Diciembre del 2024…

 

Las manos me tiemblan.

Sin contar con que no se cuántas veces las he limpiado sobre mi sudadera, intentando que el nerviosismo se disipe.

Porque lo reconozco.

No pensé lo suficiente cuando decidí venir aquí.

O tal vez intento encontrar una excusa válida para salir corriendo, porque no quiero estar sobrio.

Necesito un escape de todo lo que no puedo controlar.

De mí mismo.

Porque desde hace mucho no me siento yo.

Ni siquiera recuerdo la ultima vez que me sentí Dereck.

Sin apellidos.

Sin un peso sobre mis espaldas tan grande que me cuesta siquiera levantarme de la cama.

¡Corten!

Estoy mintiéndome.

Si que recuerdo la ultima vez que me sentí yo mismo, y por esa razón no quiero que siga tan presente en mi memoria.

Quiero que se desaparezca de mi cabeza, pero se me hace imposible.

Hallando una leve distracción momentánea, que se disipa junto con los efectos que el polvo blanco, y otros caramelos que me tuestan el cerebro.

Pero es lo mejor que encontré para no habitara todo el tiempo mis pensamientos, por lo menos por un momento.

 ¡Ven!

Mantiene conmigo la mayor parte del tiempo, si solo …

Freno el cumulo de sensaciones destructivas cuando las puertas del consultorio se abren, dejando frente a mis ojos a un hombre quizás de mi edad, con la mirada más fría que he visto en mi vida.

Ese que me observa sin pena, esperando para que siga la indicación que hace con su cabeza y ratifica con su mano.

Es mi turno.

No quiero despegar el culo del asiento.

Mi cuerpo esta rígido por la tensión que cargo.

Me paso las manos por la cara ahogando un grito, mientras estas viajan a mi cabello jalándolo en el proceso.

No tengo opción.

Si quiero que mi situación cambie debo cooperar.

Nadie me obliga a estar aquí.

Lo hago por voluntad propia.

—¿Señor Jones? —el carraspeo en conjunto con un llamado hace que enfoque al hombre sin reparar demasiado en él.

La mente la tengo en otro lado.

Lejos de aquí.

Rayando en lo mortífero, cuando no sé en qué momento me he trasladado dentro del consultorio, recostado y quedado perdido en mis recuerdos mientras el reloj de arena hace su trabajo, recordándome que el tiempo no juega a mi favor, y que si voy a hacer algo es el momento de actuar.

Me enderezo a duras penas para quedar sentado, con los codos apoyados en las piernas.

Mirándome las manos, los dedos.

El tatuaje pequeño, pero trascendental que hay en uno de estos, y se me corta el aliento.

Una G con exquisita caligrafía entrelazada a una D.

—¿Que te trae por aquí, Dereck? —me habla como si me conociese de toda la vida.

Me relamo los labios mirando a mi alrededor.

Las paredes pintadas de un blanco impoluto, dos estanterías con libros, que seguramente patentan lo que quiero de este lugar.

Mi vista viaja al escritorio de vidrio, donde hay un portátil y un par de libros y carpetas acomodadas de manera estratégica, al igual que la placa que da a conocer el nombre del hombre que me examina como si fuese una rata de laboratorio, y su profesión.

«Nathan Lennox.

Psiquiatra»

—Quiero levantarme, y que lo primero que me venga a la cabeza no sea ¿Esto es vida? —es lo mas sincero que he dicho en meses.

Dejo de mirarme las manos para enfocarlo, apreciando como se quita las gafas, se soba los ojos y vuelve a fijar sus ojos verdes en mí.

Al parecer mi respuesta le cala mas de lo que quiere demostrar, o igual estoy buscando una justificación para no sentirme tan solo en el mundo con este pensamiento recurrente.

—¿Desde cuándo te aprecias de esta manera? —tragó grueso, pero no respondo.

No porque no quiera, que de eso ahí mucho. Sin embargo, la razón, es que, no sé cómo responder a eso.

—¿Le sirve el que le diga que es mi manera de no dejarme hundir? —enarca una ceja esperando que me explique, porque puede que lo sepa, pero le estoy pagando para que me escuche, no para que diga la verdad por mí —. Es un recordatorio constante, de que no puedo dejar este mundo hasta no hallarle una respuesta acertada a esa incógnita —me encojo de hombros al proporcionar la contestación más fácil, pues no es tan sencillo gritar lo que me tiene en este estado sin ponerme a llorar como un chiquillo.




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