Recuerdo aquel momento... fascinante y eufórico, mi madre cocinaba mientras me cargaba en su regazo, yo tenia apenas cuatro años, ella encendió una cerilla y entonces allí lo vi, lo sentí... ¡la magia!, una estela rojiza con un interior azul, detuve la mano de mi madre para apreciarla, aquella flama, cautivante, hipnotizante, poderosa...
Ella quedo extrañada ante mi expresión, tenia mis grandes ojos fijos al fuego... por un momento se pudo ver el reflejo ardiente en mis iris, al principio, le dio gracia el verme seguir el movimiento de la luz, pero luego sintió miedo, apagó con prisa la pequeña llama haciendome despertar de mi trance, me regocijo en su hombro, mientras ella, suspirando, continuo su faena gastronómica.
Desde ese día, durante años, intenté en secreto llegar a la pequeña cajetilla azul, me costó, pero una noche, a mis 12 años, logre alcanzarla... encendí varias cerillas, pero no sentía nada, no alcanzaba el éxtasis, no era lo mismo, lo hice varias veces hasta rendirme, lancé una de las moribundas flamas cerca de una cortina, entonces llegó el ¡EUREKA!, en unos instantes el fuego se extendió por toda la tela, no daba crédito a mis ojos, sonreía de felicidad, ¡la magia!... nadie pudo descubrir la razón, quizás una fuga de gas, una chispa en la cocina, las investigaciones no dieron con la causa del siniestro, el fuego no dejo testigos importantes, solo mi hermano y yo sobrevivimos, el en completa salud, yo calcinado en un 95% de mi cuerpo....
La vida no es fácil estando encerrado en tu propio cuerpo, no tengo tacto, es una prisión asfixiante. Estoy afuera del hospital, en el parque junto con mi cuidador, estamos ante una mañana preciosa, brisa fresca o al menos así creo, no siento nada. Un extraño se coloco frente a mi y dice "hola, Soy su hermano", quedé impresionado y con una mano di autorización para que mi protector nos dejara solos. Mi hermano me hizo muchas preguntas, una amena conversación, de repente me apunta con una pistola diciéndome: "Tu los mataste,¡maldito!...", con esas palabras recordé el momento olvidado, aquella laguna mental producto del fuego abrazador.
... cuando vi la cocina incendiándose, intenté desesperadamente apagarla, grité, mis padres bajaron cuando ya la estancia era surcada por llamaradas y gases, estábamos atrapados, mi madre lloraba con mi hermano de 5 años a cuesta, mi padre luchaba por apagar el fuego antes de ser sepultado por piezas ardientes del techo. Los gases desmayaron a mi madre, intente arrastrarla pero no podía con ella, el fuego se extendía, comenzó a consumirla, agarré a mi hermanito, lo cubrí con todas las mantas que pude conseguir, el pasillo era un infierno, me arriesgué, sentí el calor en todo mi cuerpo, el fuego me recorría, corrí rápido y logré dejar a mi hermano lejos de la casa, me aparté aparatosamente siendo una antorcha humana, para mi suerte o desgracia unos paramédicos llegaron a tiempo para rescatarme de ser consumido...
La pistola esta junto a mi sien, quizás por miedo puedo sentir el frio acero en mi piel, me pregunte a mi mismo "¿aun puedo sentir?", ¡increíble!, las palabras de mi hermano son murmullos mientras intento saber si es un espejismo lo que siento, despierto y lo miro a los ojos, alli esta ¡la magia!, fuego en sus ojos, al fin pude escuchar su ultima frase "...¡Tu arruinaste mi vida!...", le respondí con un éxtasis recorriendo mi cuerpo "Lo siento...", de repente mi cuerpo se enciende, mi hermano se aleja atónito ante el suceso, las flamas me consumen en un instante, dejando solo cenizas...
Los especialistas hicieron infinidad de pruebas y las pruebas absuelven a mi hermano de toda culpa argumentando como razón de mi muerte "combustión espontanea"