Acordes de una venganza.

Noche oscura.

Tomé la taza de café entre mis manos mientras me resignaba a una noche monótona. Ansiaba el concierto de Magdalena, pero la lluvia caía con una fuerza devastadora, una cortina incesante que ahogaba los sonidos de la ciudad y convertía las calles en espejos oscuros. El Teatro cancelaría la función, tocaba esperar.

No podía quejarme demasiado. A pesar del caos del clima, podía disfrutar de una calma poco frecuente en mi trabajo.

El estridente tono de mi celular rompió el letargo. Cuando respondí, la voz temblorosa de la veterana conserje del Teatro Juárez, Ana Sánchez, me heló la sangre.

—Detective Molletones… Ti… Tiene que venir… Es… Es horrible. Ella… está en el salón.

Apenas podía entenderle, pero su miedo bastó para ponerme en movimiento. Tomé mi abrigo y salí bajo el diluvio. Encendí el auto y avancé a toda velocidad. La ciudad, bajo la lluvia, se tornaba una neblina de sombras y luces titilantes. Todo esto me parecía un presagio.

Aparqué de un frenazo frente al Teatro Juárez, que se alzaba imponente en la oscuridad. Sus luces apagadas lo convertían en un gigante herido. Ana me esperaba en la entrada, pálida, con los ojos desorbitados y las manos temblorosas. No necesitábamos hablar. Lo que había dentro no era algo que olvidaría fácilmente.




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