Actualizando Corazón

Capítulo 4

Nora

—Señora Ellis —saluda una enfermera con una sonrisa al ingresar en el cuarto.

Kingsley, quien estaba trabajando en su computadora, levanta la vista hacia ella.

—¿Dónde está el doctor? —exige él.

—Vendrá en un momento, les pedimos disculpas, como le expliqué antes señor, el doctor tuvo una cirugía de emergencia —explica ella con amabilidad—. Señora, voy a cambiarle su vía y controlar las constantes, ¿te parece bien?

—Sí.

Ella comienza a hacer su trabajo y a contarme lo fabuloso que es mi hijo, de como les dio la información precisa.

—Tienen un hijo encantador —comenta ella mirando a ambos.

—No…

—Gracias —responde él sorprendiéndome.

La enfermera, sonríe y se marcha. Yo me quedo mirándole sin poder creer que le haya hecho creer que era su hijo.

—No tenías porque hacer eso —reclamo.

—Es más rápido, y evitamos preguntas innecesarias —espeta.

Suspiro y trato de calmarme, tener a este hombre aquí, no me hace bien. Es impresionante como hace perder la paciencia.

Vuelve a concentrarse en su trabajo. No parpadea mucho, no mueve un solo músculo sin necesidad, no lo miro demasiado, sin embargo, tiene una presencia que no se explica.

No es solo el traje que parece hecho a su medida exacta, es esa espalda recta, las manos grandes, limpias. El mentón firme, o esos ojos, de un gris tan pálido que parece que le dejaron hielo en las pupilas.

No es guapo en el sentido clásico, pero… hay algo en él que no se puede ignorar. Es de esos hombres que entran a una sala y nadie se atreve a respirar hasta que se sientan.

Y no es que lo esté admirando, al contrario, lo quiero lo más lejos posible de mí.

—¿Dónde está el padre del niño? —inquiere de pronto sin levantar la vista.

—No es de su incumbencia —corto.

Si no fuera tan desubicado, le hubiera contado que Carlos, está muerto, y si él estuviera aquí, no pasaríamos ni la mitad de lo que hemos vivido.

Él estaba tan feliz cuando supo que tendría un hijo, ya lo amaba.

Justo entonces, la puerta se abre, y agradezco a Dios al ver a un hombre de unos cuarenta y tanto con una bata, escrito: Doctor Lennox.

—Buenos días —saluda con voz amable—. Soy el doctor Eric Lennox, neurocirujano del equipo que la está atendiendo. Me alegra verla despierta, señora Ellis.

Elmer se pone de pie inmediatamente. No dice nada, solo lo observa.

—¿Cómo estoy doctor? —Mi corazón comienza a palpitar con fuerza.

El médico, revisa la tablet en sus manos y me dedica una sonrisa tranquilizadora.

—Sufrió un episodio de pérdida de conciencia causado por la rotura parcial de un aneurisma cerebral sacular. Por suerte, fue un sangrado leve, lo que nos dio tiempo. La trasladaron a tiempo, estabilizamos su presión intracraneal y ya estamos preparando la intervención.

Siento que el alma me cae hasta el estómago.

—¿Rotura parcial? ¿Qué… qué significa eso?

A veces me siento una estúpida por entender lo que me pasa, aunque haya leído, había tantas informaciones que era difícil memorizar todo.

—Un aneurisma es una dilatación anormal en una arteria del cerebro. En su caso, está ubicado en la arteria comunicante anterior. La buena noticia es que se detectó antes de una rotura total, que es la situación de mayor riesgo. Vamos a realizar una embolización con espirales, un procedimiento mínimamente invasivo.

—¿Y cuándo será eso? —inquiero, porque por más que explique sigo sin entender del todo.

¿Comunicante anterior?

¿Embolización con espirales?

—En tres días. Queremos que baje un poco la inflamación cerebral antes de intervenir. Hasta entonces estará en casa, en reposo absoluto, sin esfuerzos físicos, sin estrés, sin sobresaltos.

—¿En casa?, ¿es seguro? —Comienzo a desesperarme.

Aunque diga lo que diga, el resultado es mismo, si me quedo, Charles no tiene con quien estar, y aunque tenga miedo de que me pase algo creo que hasta es mejor, así podré tenerle a mi hijo a mi lado.

Elmer se aclara la garganta.

—¿Cuáles son los riesgos del procedimiento? —Es una excelente observación.

El doctor no se inmuta. Parece acostumbrado a ese tipo de preguntas.

—Es una intervención segura en más del 95% de los casos. El principal riesgo es la ruptura durante el procedimiento o un vasoespasmo cerebral postoperatorio, pero lo prevenimos con medicación. La embolización se hace por vía femoral, y tarda entre 60 y 90 minutos. Necesitará observación posterior en UCI unas 24 horas, y si no hay complicaciones, el alta completa será en cinco días.

—¿Cuáles son las probabilidades de daño neurológico? —insiste Elmer.

Y yo me encojo en mi lugar, ¿con quien se va a quedar mi hijo?

—Menores al 2% si no hay ruptura. En su estado actual, su memoria, habla y funciones motoras están intactas. No hemos encontrado signos de hemorragia subaracnoidea extensa. Lo detectamos a tiempo.

Me cuesta procesar todo eso, aneurisma, rotura, cerebro, riesgo. Y, sin embargo, Elmer escucha como si estuviera leyendo un contrato.

—¿Qué debo hacer ahora? —pregunto, en voz baja.

—Descansar. Le daremos el alta en las próximas horas con medicación para controlar la presión arterial y evitar vasoespasmos. ¿Por qué en casa?, bien, hemos confirmado que los pacientes que están rodeado de personas que la quieren, vienen más relajadas para la intervención. Mas, tenga en cuenta, nada de estrés. Tiene suerte de estar viva, señora Ellis. La mayoría no llega consciente al hospital en estos casos.

Asiento, todavía temblando por dentro.

El doctor me sonríe otra vez, luego mira a Elmer.

—Nos vemos el día de la intervención. Su asistente ya tiene la hora y la sala asignada. Que tengan un buen día.

Y sale, el silencio que queda es distinto, más denso.

Me recuesto en la cama. Las palabras no dejan de sonar en mi cabeza. Me tiemblan las manos, y mis ojos se llenan de lágrimas.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.