Como primer día, no fue fácil. Pau eligió una canción de cuna para comenzar. Pocas letras y un ritmo sencillo. Canté dos veces, pero no salió más que frases recitadas y un tono de voz tan neutro que bien parecía robot. Parte de la culpa fue el hecho de tener que cantar una canción de cuna. No es algo tan malo considerando que todos escuchamos e incluso cantamos algunas de pequeños, pero la vergüenza supo ganar. El tercero Pau lo cantó conmigo para guiarme. Esta vez mi voz salió, aunque no tan potente como se esperaba.
—Es un buen avance. Ahora inténtalo otra vez, pero sube un poco más el tono.
Lo hice, pero desafiné a mitad de canción. Solo suspiré.
Pau me observó por un instante con una mirada que refleja más ternura que lata.
—No te preocupes. Para nadie es fácil cuando comienza algo nuevo —palmea uno de mis hombros. —Tomémonos un descanso.
Pau sirve con vasos con agua y procedimos a sentarnos en el sofá grande. Decidimos intentar con otra canción diferente a la de cuna, pero de igual ritmo. Hicimos una lista de reproducción con todas las opciones encontradas. Me pidió que las escuchara todas al menos dos veces, prestando la mayor atención posible a la melodía.
El repentino abrir de una puerta fue suficiente para distraerme. Ya iba en la tercera canción.
—Hola —se escucha una voz masculina.
—Qué bueno que llegas, ¿podrías acompañar a Sam mientras salgo un momento?
Puse pausa al reproductor para voltear hacia la persona que había llegado. Es Joel.
—¿No te molesta? —Pau se dirigía a mí.
—Claro que no, ve tranquila.
Tras un par de sonrisas Pau sale del departamento con su teléfono en mano, dejándonos a solas a Joel y a mí.
Se acerca a la cocina y deja sobre ella la bolsa de compras.
—¿Escuchando música? —pregunta él.
—No, en realidad le pedí a Pau que me enseñara a cantar. Primero cantamos canciones de cuna y ahora me pide que escuche las melodías de diferentes canciones. Nunca había escuchado sobre estas técnicas, me pregunto si realmente funcionan.
—Yo se la enseñé.
Eso no lo esperaba.
—Oh…no lo dije con mala intención, es solo…
—Tranquila —toma asiento en uno de los sofás individuales. —Cada quien tiene su forma de enseñar. Las primeras lecciones de Pau se las di yo, cuando era pequeña, por ello era más fácil partir con canciones de cuna.
—Entiendo —no supe qué más decir.
Joel, al notar mi repentino silencio, se inclina sobre la mesa de centro, toma mi teléfono y presiona el botón “play” del reproductor.
—Esto es algo que solía hacer con ella. Cuando una canción le complicaba o no le salía el tono, le hacía escuchar las melodías. Las tarareaba y después lograba cantar las notas sin problema.
Me centré en formar una respuesta, pues aún sentía vergüenza por el comentario anterior y quería corregirlo, aunque fuera con las palabras más simples.
—Eh…Joel…
No pude continuar. El inesperado sonar de un canto me distrajo de todo. La impresión fue mayor cuando, al voltear, descubro al dueño de tan melodiosa voz. Joel, con mi teléfono en mano, está en la cocina con los ojos cerrados, perdido totalmente en la letra. Mentiría si no reconociera su talento, porque sí, tiene una increíble voz.
—Lo siento, me dejé llevar.
—No tienes porqué disculparte. De hecho, cantas muy bien.
—Gracias —deja el teléfono sobre la isla.
Joel regresa al sofá individual y continuamos la plática sobre música. A diferencia de la vez que vinimos a cenar, siento un aire diferente en él. Escucharlo hablar sobre la música, las expresiones, cantantes, grupos o músicos favoritos, y el pequeño destello que veo en sus ojos al hacerlo, me provoca una sensación peculiar, curiosa y a la vez agradable.
Ninguno se percató cuando Pau regresó. Tan solo mordí mi labio inferior suavemente al darme cuenta de que había olvidado retomar la práctica. Afortunadamente, la sesión había terminado minutos atrás, por lo que Pau no preguntó ni hizo comentario alguno.
Los siguientes dos días fueron similares. Pau me guiaba en algunas canciones y en otras se unía conmigo. Para el tercer día logramos dejar las canciones de cuna y pasar a románticas y baladas. ¿Por qué? Las letras son simples, el ritmo es lento y fácil de seguir.
Llegó el lunes y el primer día de ensayo de la obra. Nos juntamos en sala del club de teatro como es costumbre, y no tan solo los miembros, sino los otros clubes que participan en el proyecto.
Comenzaron los protagonistas con sus líneas, desde el primer acto. El encargado dirige mientras la chica encargada del club de arte, quien está sentada en el primer asiento de la primera fila y con útiles en mano, evalúa cada narración y explicación para luego trazar líneas en su block. Los chicos del club de música están divididos, algunos prestando atención al escenario y las escenas, y otros reunidos aparte con instrumentos y cuadernos. Pau no está. Según entiendo llegaría tarde al ensayo. Gabin está sentado en uno de los asientos de las filas intermedias, sin nada en manos, tan solo observando. Por mi parte me quedé detrás del escenario con los otros extras.