Adael Luna de Sangre

CAPÍTULO XIII Destino

Capítulo XIII

Destino

 

Las chicas habían llegado a la ciudad, la tía Medea no se encontraba en casa, estuvieron esperándola un tiempo pero no llegaba. Al final decidieron ir a buscar un hotel, dejaron sus cosas y fueron a pasear por la gran ciudad yendo a sus principales lugares, luego de compras pues Dánae era la experta en eso. Las tres compraron algo de ropa demorando un largo tiempo en ese ajetreo. Después de tanto caminar quisieron ir a cenar, Dánae les indicó que en el centro de la ciudad había un restaurante muy caro y exclusivo en el cual tenía descuentos especiales ya que su padre siempre le vendía cosas al dueño. Sugirió que fueran allí a cenar que ella invitaría, pero también les dijo que debían vestirse algo más formales, y así lo hicieron bajo los consejos de su amiga. Llegaron al lugar que era bastante grande, bien iluminado y con una vista perfecta de la ciudad, había gente de muchas partes del planeta, no solo de la ciudad, se sentaron y ordenaron lo que querían comer. Kantu y Diana no dejaban de ver el restaurante.

—A veces solía venir con papá a comer aquí cuando lo acompañaba a la ciudad —Dánae sonrió.

—Es realmente bonito, nunca me imaginé entrar aquí —comentó aún asombrada Diana.

—Es verdad… yo tampoco había entrado a este lugar —Kantu estaba asombrada, luego se paró—. Discúlpenme pero necesito ir al baño. —Preguntó dónde quedaba el baño a un mozo, este le indicó dónde era pero antes de llegar vio a lo lejos una mesa muy al fondo casi separada de las demás, pudo divisar a alguien que conocía muy bien—. Adael… ¿qué hace aquí? —Él brindaba con una mujer que parecía ser mayor pero era bastante elegante y hermosa, de pelo castaño, figura esbelta ojos, grandes y vivaces, ambos se veían muy contentos—. De seguro que la está seduciendo como hizo con Bárbara —dijo viéndolos, al sentir que él iba a voltear se apresuró a entrar y encerrarse en el baño, trató de tranquilizarse ya que sentía que su corazón latía aceleradamente—. Mi corazón late por el susto de pensar que me iba a ver —dijo tocándose el pecho—, será mejor salir y advertir a las chicas para irnos cuanto antes de aquí. —Se apresuró en salir—. Pero no puedo hacerlo, Dánae nos invitó, el que debe irse es Adael. —Vio en la dirección en la que antes había estado Adael y no vio a nadie—. Seguro va a matar a esa mujer o si no planea alimentarse de ella, tengo que detenerlo.

Salió sin pensarlo dos veces, buscó por los alrededores y no vio nada, se infiltró en un pasaje oscuro entre las calles olvidando algo importante. Esta era la ciudad, no era Valle Encantado, había gente peligrosa y demás riesgos en la ciudad si uno era descuidado y se infiltraba en lugares como ese. Quiso volver al no encontrar nada, pero al fondo unos tipos se acercaban en medio de risas, diciendo cosas vulgares haciendo que ella se asustara, se dio cuenta de que no tenía más escapatoria que correr, y así lo hizo. Corrió y corrió hasta que se topó con un callejón sin salida, ella intentó darse vuelta y ver si podía usar el broche pero no lo tenía, recordó que días atrás lo había dejado de usar al sentirse frustrada por no aprender lo que Ángel le enseñaba. Uno de los tipos se acercó a ella y la tomó de la brazo.

—Pero qué cosa más bonita nos fuimos a encontrar. Muchachos, parece que nos divertiremos —dijo en el momento en que intentó besarla por la fuerza, pero ella le dio una patada en la ingle haciendo que este se retorciera de dolor en el piso.

—Maldita mujer. —Uno de ellos la empujó contra el piso con fuerza haciendo que se golpeara fuertemente la espalda, el sujeto se acercó y con una navaja cortó su ropa. Kantu pedía ayuda, deseaba no haber seguido a Adael, deseaba que Derick o Ángel la rescataran pero sintió que nadie vendría. Entonces, cuando pensó que ya nada la salvaría, divisó en medio de la oscura noche una silueta masculina, quien primero tomó del cuello al hombre que la había golpeado y cortado la ropa, y lo lanzó contra el piso como si de un trapo se tratara.

—Bien, ¿quién sigue? —una voz familiar se escuchó, quisieron huir pero este de un salto se interpuso en su camino—. No podrán huir, mucho menos después de lo que hicieron, serían mi cena, pero —enseño los colmillos— cenar humanos como ustedes sería dañino para mi salud, así que morirán. —Una sonrisa maliciosa se dibujó en su rostro, puso la palma de su mano enfrente y con una ráfaga los mandó a volar a todos sin esfuerzo—. ¿Te gustan los problemas, verdad?… O estabas siguiéndome… humana.

—Adael —Kantu quiso replicar sus palabras pero no pudo ya que fue la primera vez que realmente le dio gusto verlo. La ayudó a levantarse, la miró, observó que no tenía nada grave más que el susto que había pasado, se quitó la casaca negra de cuero que llevaba y se la puso para cubrirla, pues su ropa estaba rota. Luego la tomó en sus brazos y la sacó de ahí, Kantu podía verlo de cerca, observar su expresión de tranquilidad, podía sentir el contacto físico, no era la primera vez que la tomaba en brazos, pero esta vez era un extraño sentimiento… se sentía segura, agradecida… sin palabras, solo una sensación que la hacía estremecer y aceleraba los latidos de su corazón sin que ella pudiera hacer algo para evitarlo, pero ella atribuyó ese sentimiento al momento de shock que había pasado—. ¿Cómo… supiste que era yo? —por fin habló después de un largo silencio.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.