Ya llegó el día de volver al trabajo, no sé cómo reaccionar cuando vea a Max después de lo que pasó, se me cae la cara de vergüenza. El rechazo de Max me dolió en el alma, todavía tengo ese momento en mi cabeza es que no puedo dejar de pensar en aquello.
Me levanto de mi cama, me preparo mi desayuno y me visto. Me pongo una camisa mangas largas y una falta alta, negra, a unos pocos centímetros más arriba de mis rodillas.
No se pero hoy me dio con mostrar mis piernas, la verdad es que son hermosas, es la parte de mi cuerpo que más amo. Y bueno la parte favorita de mis ex, siempre recibía halagos de parte de ellos.
Llego al trabajo un poco retrasada y no doy los buenas días porque la verdad que estoy cansada de darlos y que no respondan. Lo primero que hago es llamar al despacho de Max para saber si había llegado y pues para mala suerte mía contestó y me puse nerviosa y le dije que había marcado equivocada que me disculpara y colgué.
Max ahora es mi jefe, ya que Armando se fue a tomar unas vacaciones y la verdad me encantaría que fueran unas vacaciones eternas porque Armando tiene muy mal carácter, estas semanas en las que Max se ha hecho cargo de la agencia han sido las más agradables porque nos trata con mucho respecto y eso vale oro. Reviso mi agenda y no hay tanto trabajo que hacer sólo organizar una que otra reunión. Max me llama por teléfono y me dice que me necesita en su despacho.
Antes de entrar a su despacho respiro varias veces y trato de actuar normal como si lo del beso nunca pasó.
- Buenos días- dije, a secas, al mismo tiempo que entraba.
- Buenos días señorita Adela, por favor tome asiento- dijo, mientras dejaba de escribir algo en su laptop.
-¿Y dígame para que soy buena?- dije, mientras me senté en la silla y crucé mis piernas.
-Necesito que me entregue un informe detallado de los departamentos amueblados que tenemos al este de la ciudad y organice todas las reuniones que tenemos para este mes. También necesito que actualice el directorio de nuestros clientes-dijo, estaba algo incómodo, de seguro por lo del beso más bien por el intento del beso.
- ¿tiene que estar todo listo para mañana?- pregunté, rogándole a Dios de que su respuesta fuera que no.
- Por supuesto que no, es mucho trabajo para tenerlo todo listo para mañana, necesito que tenga todo listo para la otra semana a más tardar- respondió, muy pacífico, nada que ver con el dictador de Armando.
- Pues así será- exclame, con una enorme sonrisa en mi rostro.
- Señorita Adela, no se por dónde empezar, eh...este...con respecto a lo que pasó la otra noche en su departamento, no quiero que se sienta mal pues usted es una mujer bella...-dijo, al mismo tiempo que se aflojaba la corbata, era evidente que era un momento bastante incómodo para él bueno para los dos.
- ¿Y qué pasó?, la verdad que no recuerdo nada, que vergüenza tome mucho- lo interrumpí, para que no siguiera hablando más, dije otra de mis mentiritas piadosas, con la esperanza de que Max ya no siguiera hablando del tema.
- Ah lo que pasó fue usted tomo demás y sólo quería que no se sintiera mal por eso, que cualquiera le puede pasar- mintió también.
- Si verdad a cualquiera le puede pasar, pues sino me necesita para algo más me retiro- dije, muy aliviada y me levanté de la silla.
Mientras me dirigía hacia la puerta pasó algo que ya no me esperaba, Max se quedó mirándome y no con cualquier mirada esta vez me vio como mujer, mi corazón se aceleró y mis pensamientos estaban desordenados.
Cuando salí de su despacho tenía una enorme sonrisa y se que me durará todo el día. Que manera tan fantástica de empezar el día, aunque fue solo una mirada, ahora tengo la certeza de que más temprano que tarde Max se fijará en mí, algo me dice que él será para mí.
Alcanzo ver a Pamela que acaba de llegar, ella llega al trabajo una hora más tarde que yo. Cuando entró por la puerta principal de la agencia levantó las miradas de todos los presentes, trae un vestido rojo hermoso que le va bien a sus curvas y a su tono de piel, es una rubia despampanante. Está muy contenta Pamela y puedo asegurar que esa sonrisa es causada por un hombre, del cual ella no quiere decir nada aunque bueno tampoco hace falta, ese hombre tiene que ser Armando.
Desde que Pamela llega a la agencia siempre se dirige hacia a mí para darme un caluroso saludo, nosotras nos hemos tomado mucho cariño desde que yo inicié a trabajar aquí.