—¿Entonces Usted no acepta los cargos contra usted? — un policía joven apoyó los codos en la mesa y estiró los labios como mostrando que está cansado.
—No.
Adele también ya estaba cansada. El interrogatorio ya llevaba dos horas y media. Lo único que quería el policía es sacar de Adele aceptación de cargos. Lo único que quería Adele es un café y un sándwich.
—¿Pero cómo usted explica los disturbios en su barrio?
—¿Y usted como lo explica?
Los ojos del agente se llenaron de tristeza.
—Está bien señorita Webbs, dejemos esto por ahora. ¿Usted me puede explicar que estaba cocinando en la hoya?
—Un guiso.
—¿De qué?
—De carne.
—¿Qué tipo de carne?
—Vacuna.
El policía aceleró el ritmo de preguntas.
—Pero nuestros expertos determinaron que no era carne vacuna.
—¿Y qué tipo de carne determinaron?
—Esto me gustaría escucharlo de usted.
—Y yo de usted. Me la vendió una mujer en la feria.
—En que feria.
—No importa, no la van a encontrar. Parece que estaba de paso.
“Si la policía va a relacionar la reciente muerte de cocodrilo y mis experimentos, voy a estar en problemas. Pero creo que los vigilantes del zoológico lo disfrazaron bien. Y nadie va a hacer la autopsia a un cocodrilo para ver si tiene todos los órganos. Así que voy a salir de acá pronto.”
Pero Adele se equivocó. Eso fue cuando ella pidió hacer una llamada y llamó a Edgar.
— Hola mi amor.
— Hola Chiquita. — la voz de Edgar era dormida. — ¿por qué me llamas a esta hora?
Adele miró el reloj en la pared. "03: 14".
— Es que estoy en la comisaria.
Edgar hizo una pausa.
— ¿Otra vez te metiste en un lio?
Ahora Adele hizo una pausa, pensando que contestar.
— Es que fue un inconveniente.
— ¿Donde, en la clínica?
— No. En mi casa.
— Espera. Antes que me cuentes todo pásame con algún policía de allí.
— ¿Pero por qué no quieres hablar conmigo?
— Porque quiero asegurarme que te tratan bien.
— Pero me tratan bien…
— Esta bien. En unos minutos te llamo.
Edgar cortó la llamada.
Unos “bip” empezaron a salir del teléfono. Muy desalmados.
El policía la miró con atención.
— ¿Le resultó útil la llamada?
— No mucho.
El hombre ojeó otra vez la declaración de Adele.
— Esta bien señorita Webbs. No tengo más motivos para detenerla. Firme acá y acá — le acercó el papel.
La puerta de la oficina se abrió y entró una chica policía con una hoja de papel en la mano. La miró a Adele con una expresión tensa y se acercó al agente.
Se agachó y le dijo unas palabras en el oído.
Ahora era el turno del hombre a mirar a Adele con la cara tensa.
— ¿Estas segura? — la preguntó a la chica.
— Si, llamé a la clínica — dijo la chica y le mostró el papel.
El hombre pegó una mirada a la hoja.
— Bueno — dijo a la chica—policía — así es más fácil para nosotros.
Al escuchar la palabra “clínica” Adele sintió nauseas.
“¡Por favor no!”
— Nos llamó su novio señorita Webbs. Y dijo que usted está internada en la clínica “San Tomas”.
“Maldito bastardo, Edgar”.
— Eso lo explica todo — dijo el hombre y miró a la chica policía.
Los dos asintieron con las cabezas.
Una hora después Adele ya estaba en la clínica. Gracias a los policías que le hicieron un favor de taxi. En el auto Adele viajó esposada todo el camino.
En la clínica la recibió un doctor de turno. La entregó a los enfermeros. Los enfermeros pidieron a los policías liberar a Adele de los esposos para poder meterla en el chaleco de fuerza. Y allí la llevaron a una jaula para los pacientes peligrosos.
Adele se sentó en la cama y miró alrededor.
“Decir la verdad el cocodrilo en el zoológico tenía más espacio que yo acá. Por más que es mucho más peligroso que yo. Pero parece que la gente piensa todo lo contario.”
La chica no podía dormir, maldiciendo a todo el mundo.
Editado: 05.02.2025