Adicta a la lectura

Capitulo 17

Cambiando constantemente

Yo creo que cada persona en algún momento se ha dicho voy a cambiar mi actitud, mi comportamiento o mi forma de ser. 

Es muy bueno tener un cambio en nuestras vidas y sobre todo si es para bien, pero tenemos que tener paciencia, ya que de la noche a la mañana no vamos a cambiar.

Un ejemplo que ahora pensé es sobre nuestro cuerpo; nosotros siempre comemos y llega un punto donde no paramos de comer y subimos unos kilos demás y cuando nos damos cuenta que estamos subidos de peso queremos cambiar como sea nuestro cuerpo, y nos proponemos tener un gran cambio pero a veces la desesperación de tener un cuerpo bonito, la ansiedad que se desarrolla en nosotros, nos impide a tener cambios.

Nunca subimos de peso de la noche a la mañana, nunca bajamos de peso de la mañana a la noche. 

La clave es tener paciencia, y así como queremos tener cambios en nuestra manera de ser.

Hay muchas personas que se dicen: “es que yo no tengo paciencia” “es que eso no existe para mi”...Yo creo que si ponemos nuestro amor en algo, tendremos grandes resultados. 

Estaban todos los alumnos en la hora de lenguaje, de repente entregan las notas de una lección que habían tomado. Zayne por primera vez estaba tranquila pues había estudiado mucho para esa lección y se le había hecho fácil contestar. Pero no todos habían estudiados y estaban preocupados; entre ellos estaba Didier.

—Solo hubo tres estudiantes que sacaron 10 y el resto pésimas notas —habla la maestra. 

—felicitaciones  a Zayne, Zoila y Jair... los únicos que sacaron buenas notas —volvía  a repetir la maestra.

—Samay, sacó 4 al igual que el joven Didier y me sorprende de ustedes, excelentes estudiantes y que sacaron mala nota, deberían preocuparse más señores, que decepción me llevo de ustedes —los mencionados miraban hacia abajo se sentía mal por las palabras de la maestra, tenían sus razones por haber sacado mala calificación. Pero a eso los maestros no preguntan. Pocos no más.

Zayne se molestó mucho cuando escuchó lo que había dicho aquella mujer, o sea primero los juzga sin saber el motivo y ni siquiera se digna en preguntar qué es lo que les pasas. 

La adolescente aprovecho que la maestra se había ido y se dirigió dónde Samay. 

—uff como se atreve a decir eso —habla enojada su amiga.

—tranquila, también me hizo enojar pero ya déjala tú tienes tus razones —Zayne le daba un vaso con agua a su amiga.

—Me dejó mal ante todos ustedes, que tiene que estar opinando sobre mi vida —si es que aquella jovencita estaba enojada.

—sabes lo que me molesta, es que el ser humano es así te juzga primero y jamás te pregunta por qué... eso me molesta, no sabe que tengo problemas y ella viene con eso, si me molesta y mucho.

Zayne escuchaba con atención lo que decía Samay, hasta que pensó como se sentía en estos momentos Didier, puesto que para el también fueron dirigidas esas palabras. Ambos chicos aún no se hablaban del todo, desde esa noche algo cambio en ellos, ambos se extrañaban mucho pues era una amistad que se iba fortaleciendo más y más. 

Didier estaba últimamente algo ido, sin ánimos de nada. Estaba preocupado debido que su padre estaba enfermo y no sabe mucho de él, ya que está internado. Su madre Linda sabe de la situación de su ex marido que le tuvo que contarle a sus hijos, y ellos lo tomaron de la peor manera.

A pesar de que ya no viven juntos, ambos niños quieren mucho a su padre. Pues lo aman mucho y como el trabajo lo consumían al señor, no se veían.

Zayne no sabía qué hacer, ella recordaba cuando Didier la buscaba y le ayudaba, a pesar de que la chica se enojara, él no le importaba, siempre estaba pendiente de ella. Lo que quería la chica era preguntarle cómo estaba y conversar con él. 

—muchacha ¿me oyes? —habla Samay.

—lo siento, tengo que ir hablar con el —dice ella, su amiga abre los ojos por lo que ha dicho Zayne, mientras ve como ella se dirige hacia su compañero.

Didier dibuja en su cuaderno, lo que parecía ser un chico muy triste en medio de un color verde extraño.

—Hola Dedo —dijo Zayne muy contenta, a la pobre chica se le paraba los vellos de sus brazos pues estaba nerviosa, Didier se quedó sorprendido pues no se esperaba de que ella valla a su puesto, desde esa noche del beso habían tomado una distancia desagradable. 

—Hola Zayni —saludo triste él.

La adolescente sonríe muy feliz, ya que hace mucho tiempo que no escuchaba ese apodo que por más ridícula que suene, ella extrañaba escucharlo. 

— ¿qué sucede contigo? porque definitivamente bien no lo estas —la chica miraba atenta al perfecto rostro del muchacho.

—Pues si estoy mal pero no necesito de tu ayuda —repitió Didier. 

—jamás te brinde mi ayuda, simplemente te pregunte que sucede contigo —la chica era demasiado arrogante y siempre tenía respuesta para todo.

—sabes debería ponerme serio por lo que has dicho, pero me has hecho reír —contesta el chico mostrando sus perfectos dientes —no quiero hablar del tema.

—está bien, Dedo... como tú digas, pero te en cuenta que estoy aquí para escucharte, me pediste que seamos amigos y estoy aquí para apoyarte como lo has hecho conmigo —valla que Didier no se esperaba esas palabras, la mirada que puso Zayne con sus bellos ojos, hacía que Didier le gustara cada día más. 

—Gracias, Zayne —habla el.

— ¿qué haces? —pregunta la chica con curiosidad.

—Estoy dibujando —responde a secas él.

—veo a un chico solitario, y ese color raro verde...

—son tus ojos, a veces se ponen muy bonitos, otras veces muy hermosos, otras veces no logro descifrar cual es el color exacto de tus ojos —la chica se encogió los brazos, a veces Didier la ponía en ese estado de estar confundida. 

—Gracias por ayudarme a cambiar Dedo, estoy muy agradecida —la chica intenta cambiar de tema.




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