Y al final aparece esa luz,
Al pensar que todo está perdido
Para mostrarnos el camino,
En forma de ángel, persona, amigo,
en forma de esperanza.
Arribo a la Paz
El Edén
El sol brillaba alto en el cielo azul de primavera. Se escuchaba el suave murmullo de las aguas entre las piedras, y el musical canto de las aves; la brisa acariciaba mi rostro y movía levemente mis cabellos, haciéndome sentir como si flotara y formara parte de ella. A veces traía consigo el hermoso perfume de algún jazmín; a veces de una rosa... Los interminables colores de las azaleas, las fresias, los frutos, los colibríes y demás sinfines de especies adornaban el panorama con tal armonía que parecía danzar en frente mío. Todo estaba en perfecto equilibrio. Y ese todo, hoy también me incluía a mí. No sobraba ni faltaba un sonido; ni había colores por demás. Todo se armaba como una corona de flores en la cabellera de una delicada princesa de los Antiguos Tiempos, bella y ordenada, abarcando la más nimia de las perfecciones. Me recosté en la suave hierba que cubría el suelo, y soñé con las nubes; me adormecí arrullada por el trinar de los pájaros y la luz del sol me entibió cual una sábana. Al cerrar los ojos descansé, mientras el arrullo de las aguas despertaba en mí el sentimiento de hondura más profunda que jamás había sentido.