Me despierto sintiéndome diferente, es como si un peso (que nunca sentí) se me hubiera quitado de encima, también sentía una seguridad y confianza que nunca creí que se pudiera sentir, por lo menos no en mi.
Después de darme una ducha, busco en mi closet algo de ropa que ponerme, quiero algo espectacular, algo que robe miradas, suspiros y genere envidia; voy descartando la ropa conforme voy buscando, hasta que me encuentro con mi vestido negro el cual es pegado y tiene transparencias en los costados, ese que compre porque se me hacía bonito pero nunca use ya que creía que era muy de fiesta pero ahora es lo que necesito.
Como hoy estoy usando vestido es imposible que use la bicicleta, ya que daría un espectáculo, ósea, quiero un espectáculo pero no de ese tipo, además de que voy a llevar el regalo de Perséfone, así que me iré caminando por lo que salgo más temprano de mi casa.
Al salir me encontré con Araida quien chifla en cuanto me ve.
— demonios, te ves genial ¿a quién quieres impresionar?
— Jajaja a todos, hoy me levanté con una confianza que nunca había sentido
— eso es bueno, por cierto ¿en donde trabajas?
— soy maestra de computación en un colegio católico sólo que está semana me tocó dar clases en un orfanato que las madres mantienen
— ¿un colegio católico? Así que eres religiosa
— la verdad no pero cuando era niña estudie en un colegio católico y de cierta forma el dar clases en uno me recuerda a cuando yo iba — empecé a caminar hacia la salida y Araida me sigue
— ¿son buenos recuerdos?
— de cierta forma aunque casi no me gusta hablar de eso
— ¿por qué?
— fueron tiempos difíciles socialmente para mi, ósea, todos tenían amigos, se llevaban muy bien con todos, incluso tenían amigos en otros salones, tenían crush y algunos hasta novios tenían. ¿Y yo qué tenía? Voces a mis espaldas que hablaban mal de mi, falsos amigos y burlas — no tenía planeado contarle lo que pase pero por alguna razón había sentido una necesidad de hacerlo, a parte de que siento que la conozco de toda la vida
— cualquiera en tu situación se habría suicidado o cortado las venas por lo menos
— de hecho hubo un tiempo en el que pensé en cortarme las venas pero no tuve la fuerza para hacerlo
— la verdad admiro tu fortaleza, el que hayas podido salir adelante sin ninguna cicatriz
— gracias — y sonrío
— ¿a qué horas sales de trabajar?
— a las dos, ¿por qué?
— para pasar y conocer a la nena que vas a adoptar
— Esta bien, ahí te espero, ¿me acompañas? Así sabes donde es
— Claro vamos
Narrador
Durante el trayecto al orfanato, Dalia y Araida iban platicando como amigas de toda la vida, es curioso como personas que Dalia acaba de conocer se estaban convirtiendo en personas muy importantes para ella, tan importantes que haría lo que fuera por ellas sin importar que, ella lo atribuía a que tal vez después de tanto sufrimiento al fin puede tener algo bueno en su vida y lucharía para mantenerlos en esta.
El objetivo de Dalia de robar miradas, suspiros y envidia estaba dando resultado, ya que a cada paso que daba todos se le quedaban viendo, lo que Dalia no sabía pero Araida si, era que la mayoría de esas personas en realidad eran demonios, los cuales hacían una reverencia cuando Dalia pasaba, pero ella no se daba cuenta porque estaba muy ocupada sintiéndose la última coca cola del desierto, la crème de la crème, pero Araida si notaba todos estos detalles ya que este era el motivo principal de acompañarla al trabajo, tenía que confirmar si los rituales para quitar los hechizos en Dalia estaban funcionando, el primer indicio de que estaba funcionando fue al verla con ese vestido, ya que sabía que Dalia nunca se hubiera atrevido a usarlo, ¿y como es que lo sabe? Pues porque ya lleva algo de tiempo observándola, viendo su ir y venir de todos los días, ella ya tenía el presentimiento de que Dalia era su mejor amiga, su hermana de otra madre, su cuñada, Lilith, quien les fue brutalmente arrebatada por esos supuestos seres de luz, pero cuando logró sentir su esencia en la tierra de nuevo, supo que no todo estaba perdido y que tal vez, si no se equivocaba podían volver a tenerla otra vez, y el ver que esos demonios que habitan en la tierra se inclinan ante Dalia es muestra de que reconocen a su reina, y estaba segura de que las reverencias no eran hacia su persona puesto que ya había pisado la tierra muchas veces, y ser la hermana del príncipe de las tinieblas, no era un título muy alto que digamos, solamente era tratada con respeto pero nada más, además de que le gustaba más ser reconocida como la primera bruja por los mortales. Pero volviendo al punto los trabajos de los súbditos de su hermano estaban dando frutos, y ya quería ver la cara que su hermano iba a poner cuando tuviera a Lilith de vuelta con el.
Dalia
— aquí es donde he estado trabajando está semana — le comento a Araida dando una ligera inclinación de cabeza hacia el lugar en donde nos habíamos detenido
— pues no parece un orfanato
— no para nada, nadie creería que lo es, pero alberga muchos niños
— Bueno, como dice el dicho no juzgues al León por la pintura o algo por el estilo
— Jajaja se entiende el punto, te veo al rato
— Claro — nos despedimos con un beso en la mejilla y un abrazo, e ingreso al orfanato, al entrar busco con la mirada a Perséfone y la veo sentada jugando con sus pies, me acerco a ella
— ¿Quién es la niña más bonita del mundo? — pregunto mientras me pongo a su altura, me mira, sonríe y se queda pensativa
— ¿yo?
— así es — y dejo un beso en su mejilla — te traje algo — me hago a un lado y dejo la caja (la cual está envuelta) enfrente de ella, la ve emocionada y luego voltea a verme cómo buscando mi aprobación — anda, puedes abrirla.
Me da su muñeca y empieza a romper el papel envoltorio, cuando termina y ve la casa para muñecas me da un abrazo