Aeternum

Capítulo 3

Marlene y yo andábamos por la calle de camino a casa mientras le contaba todo lo sucedido con Owen aquella mañana sin escatimar en detalles, porque aunque estuviéramos en la misma clase ella no se enteraba de absolutamente nada, y creo que todos sabemos el porqué.

—Y bien...

Se había quedado boquiabierta e incluso había estado durante varios segundos quieta mientras me miraba fijamente y una mano viajaba hasta su pecho. Parecía estar necesitando un poco de oxígeno e incluso me asusté cuando vi que ni se movía.

—¡¿Qué has hecho qué?! —por fin reaccionó.

—Necesitaba aprobar Mar... aunque tú no eres la única que ha roto aquí sus promesas. Juraría que te he visto a la salida muy cerca de Dan—recriminé—demasiado cerca de hecho…

No me gustaba nada ese acercamiento entre ellos, porque no me fiaba de las intenciones de ninguno de los tres. Tienen las mismas neuronas, las justas y necesarias para vivir.

—Nunca pensé estar hablando de este tema contigo porque siempre supe que sería yo la que rompería esa promesa. Pero vaya, me ha sorprendido que lo hayas hecho el mismo día que yo. Anda que te ha faltado tiempo eh...—me dio un leve codazo mientras se burlaba.

—Pero no quiero, no quiero ir a esa estúpida playa a hacer surf. Bastante tengo con tener que aguantar su presencia día tras día. Es insoportable.

—Y...¿Cómo se supone que iréis hasta la playa? Está demasiado lejos de aquí.

Tenía razón, estaba demasiado lejos de Albury, ni siquiera me lo había planteado porque estaba más pendiente de salvar mi culo, ¿por qué no le pregunté lo más importante? La playa más cercana estaba a unas cuantas horas de aquí, así que eso significaba pasar más tiempo con él.

—No lo sé, Mar, no me estreses más de lo que ya estoy, esto es inhumano.

Llegamos hasta mi casa y entramos justo a mi cuarto para caer repletas en la cama. Nos tumbamos a la vez porque estábamos demasiado cansadas, había mucho de qué hablar.

—Mírale el lado positivo, ¡vas a aprender a hacer surf!—soltó una leve carcajada que intentó reprimir pero que igualmente le salió.

—No sé si quiero aprender o ahogarme en el intento. Owen es imbécil en todos los sentidos y no sé si ha sido buena idea aceptar el trato. Debería haber asumido el suspenso.

Después de decir eso me levanté lentamente de la cama y me quedé mirando el espejo que tenía justo en la esquina de mi cuarto, mi mano comenzó a viajar suavemente por mi torso hasta subir a mis hombros. ¿A qué venía lo de manchitas? ¿Acaso se estaba burlando de mí? Las odiaba casi tanto como a él. Meterse con un complejo era igual a un golpe bajo y rastrero. Había ido justo en donde más dolía, y lo peor de todo es que él lo sabía, sabía de la existencia de mis manchitas y seguramente lo decía para reírse de mí.

Como os decía era un imbécil de pies a cabeza.

—¿Qué haces?—dijo Marlene un tanto confundida—¿Otra vez con eso? ¡Apenas se notan!

Yo sacudí mi cabeza mientras no dejaba de mirarme en el espejo.

—¡Claro que se ven!

—¿Ha sido West? ¿Owen?

—Déjalo— le quité importancia. No quería volver a caer. No quería volver a caer en un bucle del que era imposible salir.

—Owen... que hijo de puta. ¿Qué te ha dicho en concreto?

Joder, Marlene me conocía a la perfección y eso me frustraba. No podía ocultarle nada porque enseguida lo notaba.

—Nada—la miré apenada porque no quería seguir hablando del tema.

Me acosté de nuevo en la cama y ella me abrazó fuertemente haciendo que una lágrima recorriera mi pómulo inevitablemente mientras ella me acariciaba con delicadeza el pelo.

—Aly, ya sabes que esto te hace diferente—señaló una manchita de mi torso—no dejes nunca que te vuelvan a pisotear.

Lo sabía, sabía que eso no debía ser un complejo para mí, pero lo era. Unas manchitas de color blanco adornaban un poco mi torso y mis hombros, eran casi imperceptibles porque con mi tez blanquecina se disimulaban, casi ni existían, pero estaban ahí y las odiaba. Los médicos no lo pudieron catalogar cómo vitíligo, pero sí son manchas debido a la despigmentación de la piel, algo así como manchas de nacimiento, eran sutiles, muy sutiles, pero también visibles y con eso ya me bastaba para que las odiase.

Dejé ir cualquier pensamiento de mi cabeza en aquel momento, Marlene tenía razón, no debía dejarme pisotear por nadie, mucho menos por él.

—Ahora que estamos solas, ¿qué tal vas con Marc? No me creo que aún no hayáis hecho nada—cambió de tema y casi que se lo agradecí por un momento—¿Es él el que no…?

—Yo no soy como tú Marlene. Me gusta más ir despacio—solté una carcajada, aunque todavía un poco apenada por lo de antes.

Se elevó seria y sin gesticular apenas, su rostro estaba totalmente paralizado. Parecía haber recordado algo de la nada que la impulsó a elevar levemente su cuerpo hacia mí. Sabía que estaba escondiéndome algo, lo notaba en esa mirada y en su respiración que se cortó de golpe.

—Me vas a matar, pero...

—No me digas que has quedado con Dan.

Ella asintió con la cabeza. Despacio.

—¿Cuándo?

—Esta noche. También van West y Owen—dejó un silencio en el que pensaba como seguir—Y he dicho que tú también vendrías...

Me levanté de un salto.

—No, Mar, no puedes hacerme esto. Si quieres matarme dímelo ya, pero no me hagas sufrir de esta manera. ¿Por qué has dicho que yo iba?—me exalté.

—No lo sé Aly, si van ellos dos, Dan y yo...Y bueno, se supone que eres mi mejor amiga, lo que eso significa apoyarme incondicionalmente en todo.

—Claro, y dices que tu mejor amiga va para poder estar a solas con Dan, entiendo.

No me gustaba aquello, estaba de lleno en una encerrona en contra de mi voluntad.

—Me niego a ir.

Es que no quería estar más tiempo con aquellos imbéciles, mucho menos con él. Con el cabecilla que menos neuronas tenía del grupo. Con tan solo verle la sangre me hervía por completo y todo en mí se llenaba de ira. Esto no podía estar pasándome, ¿mi propia mejor amiga? Esto se me estaba yendo de las manos y no sabía cómo volver a como estábamos antes. Solas ella y yo y nuestro odio hacia los tres mosqueteros, o más bien el trío sin cabeza.




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