Su rostro me desconcertó por completo, estaba ahí, justo en frente de mí mirándome directamente a los ojos, incluso conseguía aterrarme un poco de la manera tan intensa en la que lo hacía.
—¿Qué coño haces tú sola en el bosque? ¿Tan antipática eres como para no estar con los demás?
Esto no podía estar ocurriendo. Odiaba su presencia. Odiaba su carácter. Y le odiaba a él.
—Estoy disfrutando de la soledad, así que puedes coger por dónde has venido y meterte esas palabras por donde te quepan—no aguantaba más y acabé explotando de una manera sutil y demasiado formal para ser yo, pero no quería perder las formas y mucho menos con él.
—Eres peleona, eso me gusta—susurró muy bajito levantando las manos sorprendido y ladeando su cabeza mientras se acercaba y sacaba un cigarro del bolsillo para encenderlo y lograr soltar una calada. El humo que soltaba por su boca hacía una nube de color blanco que con la oscura noche el contraste era bastante notorio.
Me di la vuelta y seguí andando hasta llegar al pequeño río por el que el agua corría de una manera fluida y el sonido de esa agua bajando por el canal conseguía tranquilizarme. La naturaleza en sí lo hacía. Entonces vi aquella rana que antes había visto saltando. Estaba quieta y su sonido había sido constante durante esos segundos en los que me mantuve agachada. Así que me levanté y volví a echar la vista hacia atrás para poder ver qué estaba haciendo Owen. Seguía en la misma posición que hace un minuto, no se había movido ni un centímetro. Su mano subía y bajaba para dar grandes caladas de aquel cigarro para luego expulsar todo el humo de nuevo.
—¿Qué haces aquí?—rompió el hielo, pero de una manera incluso más fría que este.
—Ya te lo he dicho, disfrutando de la soledad.
No quería decirle que no aguantaba estar ni un minuto más con ellos, aunque estuve a punto de hacerlo.
—No, quiero decir aquí, con nosotros. Se nota desde lejos que no estás cómoda.
¿Ahora venía con esto? ¿Acaso intentaba hacer de mi amigo?
«Se nota desde lejos que no estás cómoda»
¿Cómo quería que estuviera? No era nada agradable estar en esta situación por la que estaba pasando.
—Mira, no sé qué rollito tiene Dan con Marlene, pero no me gusta nada—me acerqué un poco hasta él—juro que si ella sale lastimada de todo esto que Dan se prepare porque se quedaría estéril de por vida.
Comenzó a reírse.
—Lo siento, pero no te puedo tomar en serio cuando vas vestida tal que así, con lo pequeña que eres y esa sudadera tan enorme…—señaló lo que llevaba puesto descendiendo con su mano—aunque…¿quieres que te sea totalmente sincero? me gusta cómo te queda.
Agh, estaba comenzando a desquiciarme, este hombre hacía que me entrasen ganas de arrancarme los pelos. ¿Por qué era tan idiota?
—No te aguanto—solté mientras intentaba pasar por su lado para volver al restaurante. Había venido para estar sola, no para que él me siguiera.
—Aún no he acabado de hablar contigo—me paró en seco obstaculizando mi camino y soltando la colilla del cigarro al suelo mientras yo observaba cómo caía en la hierba. Su mandíbula estaba tensa y su mirada clavada en mí.
—Yo no tengo nada de qué hablar—emití una sonrisa falsa.
—Bien, porque yo sí—hizo la misma sonrisa que yo, esto parecía un "haber cuál de los dos hace más el capullo"—Para empezar—cruzó sus brazos—No me has dado las gracias por lo de esta mañana. Solo me bastaba con un «Muchas gracias por todo Owen, me has salvado la vida cambiándome el examen. Eres el chico más atractivo del mundo y la mejor persona que conozco»—dijo intentando imitar el tono de mi voz mientras se burlaba.
Este chico tenía el ego por las nubes.
—Nunca diría algo así, que te quede bien claro—dije lo suficientemente claro para dejarle boquiabierto.
—Eso ya lo veremos—dejó caer—todavía me debes lo de surfear...
—Ya, me lo he pensado mejor y creo que paso, ¿sabes? Si puedo morir en el intento de aprender a hacer surf al menos me gustaría poder elegir mi acompañante. Y tú no serías alguien al que yo escogería.
—No hay nadie mejor que yo para hacerlo—dijo con aires de superioridad mientras se acercaba hacia mí haciéndome retroceder instintivamente.
Mi espalda de repente chocó contra un árbol sintiendo aquella rugosidad del tronco justo en ella, a través de la sudadera. Estaba acorralada. Su cuerpo erguido justo enfrente de mí no me dejaba escapatoria. Mi respiración se entrecortó y mi pecho subía y bajaba para recuperar todo ese aire que había exhalado de golpe, haciendo que mis pulsaciones se elevaran a niveles estratosféricos. Ni siquiera me atrevía a mirarle directamente a los ojos, me intimidaba de alguna extraña manera.
—No sé de qué palo te crees que vas, pero si piensas que tienes opción estás jodida. Yo no te he preguntado si quieres ir porque me lo debes—apretó su mandíbula y noté como se tensaron los músculos de su cara—Mira, manchitas, si te soy sincero no me importa lo que coño le pase a tu amiga con mi mejor amigo pero que te quede claro que a mí tampoco me gusta esta situación.
¿Owen admitiendo que algo no le gustaba? ¿Estaba acaso en el mundo al revés? No todos los días se veía a un Owen que estuviera de acuerdo contigo. Era mucho más fácil encontrarte a un cerdo volando que eso.
Me sentía encerrada, el poco espacio que nuestros cuerpos dejaban era completamente nulo. Pude ver cada detalle de su rostro incluso. Y su respiración pegada a la mía, todavía con ese aroma a cigarrillo que quedaba presente. Todo a mi alrededor se volvía incluso más borroso, aquella pompa que había dejado el humo del cigarro nos había alcanzado con una sacudida de viento que nos pegó en el rostro, sintiendo cómo mi cuerpo se tensaba y mi piel se erizaba al instante.
—Bien, porque no pienso venir más. No aguanto vuestros numeritos, son increíblemente asquerosos.
Intenté escapar de aquella encerrona, pero no pude, su agarre era demasiado fuerte.