Todo podía torcerse en cualquier momento, ya tenía la lección bastante aprendida como para que en un mismo día todo se torciera cada vez más por cada minuto que pasaba. Todo se desencadenaba de una manera veloz en la que no me daba cuenta de los pequeños detalles que en realidad había. Todo en mi vida se estaba desmoronando de nuevo, no podía evitarlo, era imposible detenerlo.
—¡Por el amor de dios Owen! Eres como una garrapata de la que no me puedo desprender—mascullé—¿Qué haces a estas horas de la noche? Mañana hay clases.
—Bueno, iba de camino a mi casa, pero pensé, ¿por qué no molestar a la chica rubia que siempre va con mala cara?
—Gran idea—recalqué—pues ve a molestar a algunas de las chicas que están en tu absurda lista. Seguro que Irina quiere que la veas un rato.
—Pero si lo hago por ti—sonrió—algunas chicas se estarían muriendo de envidia por estar en tu lugar.
—Pero yo no soy como las demás. No quiero tu estúpida atención.
Soltó otra calada bajando su mirada para tirar las cenizas al suelo y volviendo hacia la mía en menos de un segundo haciendo que un escalofrío llegase a mí. ¿Cómo era posible?
—¿A qué has venido exactamente, Owen Walker?—pregunté seria. Quería verle desaparecer.
—Vaya—se sorprendió en tono sarcástico—Owen Walker—dijo muy despacio deletreando cada palabra mientras la saboreaba—¿Ahora pronuncias mi nombre completo?—pisó el cigarrillo y se metió las manos en los bolsillos—La verdad es que suena bien viniendo de ti. Alysa Barbrow.
—No estoy para estupideces de críos. Si te parece bien quiero descansar—dije mientras intentaba cerrar la ventana. Mi único objetivo de hoy era envolverme en las sábanas y quedarme dormida.
—Creo que hay algo que puede gustarte—interrumpió, quieto y sereno.
Volví a asomar mi rostro para hablar. Ya casi había cerrado la ventana cuando escuché su voz.
—No hay nada que viniendo de ti pueda gustarme.
—¿Quieres comprobarlo por ti misma? Sé que va a gustarte, al menos conseguirá abrirte los ojos de una vez por todas, no quiero que sigas sufriendo y mucho menos por un idiota como él.
—La verdad es que la idea de estar a tu lado no es agradable.
—¿Quién ha dicho que la tuya si lo sea?—dijo enarcando una de sus cejas.
Hubo un silencio profundo, de esos en los que no sabes qué decir. Me había quedado paralizada por unos instantes tras escuchar aquello. ¿Cómo se atrevía a venir a mi casa y soltarme eso? ¡Si es él el que me estaba buscando!
—Muy fácil, o vienes o te quedas. No voy a morirme si tú no vienes, pero tú seguramente mueras de curiosidad si no me acompañas.
Nunca imaginé estar ante una situación como esta, que el chico al que tanto odiaba estuviese fuera de mi casa dándome un ultimátum para seguirle a un lugar que ni siquiera sabía. ¿Qué se supone que debía hacer? No tenía ni idea, así que me detuve a pensar, y realmente no perdía nada por acompañarle. Así que, ¿por qué no?
—Ahora bajo.
Cuando cerré la ventana y me sumí en el silencio que había dejado me di cuenta de la gravedad de lo que acababa de decir. Puede que fuera algo precipitado y que tal vez fuera una decisión completamente errónea. La cosa es que lo hice, así que espero que no me lleve a un bosque para matarme lentamente y que me descuartice a sangre fría. Me esperaba cualquier cosa de este chico.
Mientras me ponía de nuevo la sudadera y los pantalones me quedé pensando en lo que estaba a punto de hacer. No me daba cuenta de que esa noche todo cambiaría. A veces creo que el destino hace de las suyas y nuestras decisiones a veces cambian de rumbo, pero el destino al fin y al cabo es el mismo. Yo creo que nuestro destino ya viene marcado desde nuestro nacimiento, pero este podemos cambiarlo a través de nuestras propias decisiones aunque seguramente acabe llevándonos al mismo fin, a ese que quizás sea el que nos merecemos.
Cuando acabé me aseguré de que mi padre ya se había acostado, pero escuché el sonido de la televisión de su habitación, así que aún no lo había hecho. Esto era más que un problema, no sabía por dónde podría salir sin que se diese cuenta, porque era algo totalmente complicado, por no decir imposible. No podía salir sin hacer ruido ¿por qué no lo pensé antes de aceptar? Me dediqué a barajar todas las opciones posibles y la más adecuada fue salir por la ventana. Mi vista se fue directamente hacia ella. No creía que fuera a hacer una cosa así. Creo que hoy mis ganas de morir aumentaban con cada estupidez que hacía. Esta era una de ellas. Llevé las manos a mi cabello para atarmermelo en una coleta. Estaba realmente nerviosa cuando abrí la ventana y me senté en ella. Sus ojos estaban puestos en mí de una manera demasiado tensa, pero sin mover ningún músculo de su cuerpo, como si no le importara absolutamente nada que estuviera saliendo por la mismísima ventana y cayera de una manera brutal. Tampoco estaría tan mal si en la caída no salía viva de esta, lo que viniera después de esto seguro que sería mucho peor.
Cuando me senté y miré hacia el suelo me mareé un poco, y Owen no ayudaba en nada, estaba demasiado seguro en aquel momento, incluso mucho más de lo que yo estaba. Suspiré antes de llevar mi mano hasta la enredadera que había en el lateral de la pared y puse un pie en ella.
¡Qué demonios haces Alysa! Una voz interna no paraba de gritarme aquello. A veces creo que debería de escuchar lo que me dicen, porque siempre acaban advirtiéndome de errores que no se olvidan con facilidad.
Descendí poco a poco porque no quería morir en el intento y cuando llegué al suelo pude tomar aire. Justo cuando me di la vuelta Owen estaba pegado a mí, tanto que el espacio que había entre nosotros me había dejado sin aliento. Un mini paro cardíaco surgió de mí porque no lo esperaba. Agarré un poco de aire poniendo mi mano en mi pecho y tratando de disuadir ese ritmo cardíaco que había subido de golpe hasta las nubes.
Él ladeó su rostro mientras me miraba fijamente a los ojos.