-¡No, señor Dominguez! Le juro que he borrado la grabación y que nadie la ha visto, y por supuesto que me ha encantado tener sexo con usted, pero no puedo tener una relación personal con mis socios, ¿¡SE HA VUELTO LOCO!?.
Me levanté de golpe al darme cuenta de que estaba teniendo una pesadilla, por así decirlo.
Intenté incorporarme para apagar la alarma que se encontraba en mi mesa de noche, y juro que no sé cómo carajos no había notado que estaba en el suelo con las sábanas hechas un desastre y las almohadas regadas por doquier, y sin mencionar que me estaba matando la jaqueca.
Definitivamente hoy me había levantado patas arriba, seguramente no me iría tan bien como esperaba, y me iría peor si no me levantaba y empezaba a arreglarme para ir a la empresa.
Al incorporarme y revisar la hora, casi me vuelvo a caer de trasero en el suelo cuando noté que se me estaba haciendo muy tarde. Así que, sin darle mucha importancia, dejé toda la habitación hecha un desastre, mientras me quitaba las prendas iba buscando con desespero mi uniforme que, por suerte, lo trajeron del cuarto de lavandería y lo dejaron colgando detrás de la puerta en un gancho, busqué mis tacones apresuradamente - si me lo preguntan, en el proceso me caí porque se me enredaron las bragas en los pies - y así sin más, fui casi que corriendo al baño.
No me di el lujo de ponerle calefacción al agua, no había tiempo para contemplaciones hacia mi cuerpo con el suficiente calor corporal como para ponerme los vellos de punta al tener contacto con la helada agua de Georgia a ésta hora de la mañana. Salí y me sequé lo más rápido posible, me empecé a vestir a la velocidad de la luz, me hice una coleta alta con dos mechones sobresalientes en mi rostro, decidí que me maquillaría un poco una vez que estuviera en el auto.
Tomé mi carpeta, mi cartera y el teléfono, y salí disparada de mi habitación. Bajé las escaleras a una velocidad moderada, si me apresuraba más de lo que debía podría resbalar, y con lo torpe que podría llegar a ser no había duda de que estaba en la lista de probabilidades.
-¡Buenos días, señorita Mercy! Espero qe haya tenido una buena noche. En la mesa he dejado servido su desayuno, su favorito -me dedicó una amplia sonrisa y salió de la cocina, le agradecí y empecé a comer, definitivamente hoy la señora de limpieza o se había lucido con la comida o yo tenía mi apetito desbordante, seguramente eran las dos opciones.
Una vez que terminé, llamé al chófer para que encendiera el auto y así ir a mi empresa, seguramente no faltaría mucho para que llegasen mis nuevos socios con nuevos contratos, por supuesto no podía perder esta oportunidad.
Por lo que me contó el señor Dominguez, estos dos empresarios eran muy reconocidos por el montón de dinero que ganaban gracias a sus técnicas para negociar, incluso tenían comercios con países que ni siquiera yo habría pensado, y si yo quería duplicar mis ganancias, estas personas eran la mismísima oportunidad para hacerlo, las ventas incrementarían, habría mucha más publicidad, los empleados ganarían un poco más, incluso, podría expandir más mi empresa para que haya más espacio. Definitivamente esta nueva asociación tenía muchas cosas positivas, cada vez estaba más alegre porque estas personas se hayan fijado en mi trabajo, haré todo lo posible para que salga perfecto.
Sin darme cuenta por haberme perdido en mis pensamientos, ya estábamos en el auto camino a mi destino, a unos escasos minutos de llegar. Decidí empezar a maquillarme un poco para estar presentable a la reunión importante que estaba pautada para hoy, me eché un poco de máscara de pestañas, polvo, sombra, rubor y un labial carmín con gloss.
Finalmente, el chófer avisa la llegada a mi destino y abro la puerta del auto, recojo mis cosas y me dirijo hacia la entrada principal del lugar -que está hecha por una puerta transparente automática que se abre al sentir un peso sobre la alfombra -me adentro en el lugar y camino a una velocidad moderada hasta el ascensor, eso de andar en escaleras me hace sudar en cuestión de segundos, y no quiero empezar mi día estando maloliente.
Algunas empleadas cuchichean entre ellas dentro del ascensor, mi miran de reojo y, sin duda alguna, es sobre mí. Perro la verdad es que en estos momentos ni en ningún otro hubiera tenido el mínimo interés en saber lo que hablan.
Salí del ascensor y me dirige hacia mi oficina, pasé por el escritorio de mi secretaria para preguntarle sobre los nuevos negociantes.
-Buenos días, Rebecca. Espero que estés bien y, te interrumpo para preguntarte sobre los empresarios que vendrán hoy
-¡Buenos días, señorita Mercy! Hace unos veinte minutos llamaron al teléfono de mi escritorio preguntando por usted. El empresario de México me ha dicho que por favor intente comunicarse con él lo antes posible. Lo más probable es que le haya dejado un correo corraborando la junta de hoy.
Le di las gracias y me adentré a mi oficina -la cual inmediatamente me recordó a la encantadora pesadilla que me dio los buenos días -saqué mis carpetas y mi celular y los dejé encima del escritorio. Encendí la laptop para empezar a revisar mis correos, en busca del más importante hasta los momentos. El primero que encontré fue el del señor Clarkson, quien suponía que era el empresario de Georgia, donde confirmaba que todo estaba bien y que en unas pocas horas se encontraría aquí.
Seguí buscando entre solicitudes y mensajes hasta que, por fin, encontré el segundo correo que buscaba, entré y di click a lo que decía.
Remitente: Damian Coleman
Destinatario: Afrodita Mercy
-Buenos días, señorita Mercy. Espero y esté teniendo un buen día, aunque aparentemente lo es como para darse el lujo de llegar tarde a su oficina sabiendo que hoy tiene dos citas importantes y, por favor, le pido que no se lo tome como algo personal, estoy seguro de que tendrá alguna buena razón para hacerlo. En fin, ahora mismo mi vuelo está saliendo con destino a Georgia y en unas horas me encontraré allí. Si ocurre algún contratiempo, se lo haré saber.