Mi bar favorito desde que vivo aquí siempre ha sido The Baxter Inn, el cual tiene el mismo nombre que un bar muy reconocido en Sidney. Recibe este nombre por su excelente calidad de servicio y ambiente. Se divide en tres zonas: clase baja, clase media y VIP. Sé que puede sonar bastante arrogante y engreído, pero aunque no lo crean, ese orden ha mantenido la misma calidad y comodidad durante años. Y para ser honesta, ninguna de esas zonas tiene mal aspecto.
Le conté a Briseida todo sobre aquel bar para no perderla de vista en las horas que estuviéramos allí. Y a ella parecía emocionarle la idea de que fuéramos a aquel lugar tan extravagante y alocado a la vez. El ambiente tenía sudor adolescente, de adultos e incluso algunas personas que tenían la edad un poco avanzada.
-Normalmente suelo ir a la zona VIP, pero esta vez me gustaría ver qué tal es la zona media y disfrutarla contigo. Tranquila, luego podremos ir a la VIP -arreglé un poco los bordes de mi vestido, me encontraba muy emocionada por esta noche, mis ojos casi que botaban chispas y mi cuerpo pedía a gritos bailar.
-Sabes que no tengo problema alguno, cariño -la verdad es que no parecía importarle mucho la idea de a qué zona iríamos -esta noche solo quiero pasarla de maravilla y beber como loca -terminó de retocar su labial y me dedicó una mirada emocionada y humeante de querer bailar hasta más no poder.
-Señorita Mercy, hemos llegado a su destino.
El chófer nos abrió la puerta del auto y salimos una tras la otra. La música estaba tan fuerte y con tanta potencia, que a pocos metros del lugar ya podía sentir mi cuerpo y el suelo vibrar. Habían algunas personas afuera del club fumando, bebiendo, drogándose, borrachos tirados en el suelo y en las raíces de los árboles. Otras simplemente parejas de adolescentes besándose dentro de sus autos, incluso teniendo sexo.
Al parecer esta noche estaría rodeada de total locura
Nos dirigimos a la entrada y el guardia inmediatamente nos dejó pasar en cuento le mostré mi pase al bar. Algunas personas que estaban en la larga fila protestaron y nos lanzaron algunas bolas de papel a nuestros pies. Esta gente sí que está loca.
Entramos al lugar abarrotado de gente, caminando entre cuerpos sudados y apestosos a alcohol, recibimos algunos insultos y palabrotas, pero no le dábamos mucha importancia. Después de todo, la mayoría seguro estaría drogada o pasada de tragos.
Finalmente, llegamos a la zona de clase media.
La estancia tenía luces doradas que le daban un tono cálido y sensual al ambiente, las mesas y la barra estaban hechas de madera empotrada, con botellas de champán, whisky y vodka por doquier - era lo que más se veía por allí - a pesar de que habían muchísimas personas, ninguna vestía sencillo ni exagerado. A simple vista se podía ver que era gente que sabía de gustos y clase. La música era bastante movida y pegadiza, transmitía la vibra que justamente estábamos buscando.
-¡Esto está buenísimo, Afrodita! Ya le he echado el ojo a un hombre que está por... ¡Carajos, lo perdí de vista! -Briseida debía gritar para que pudiera oírla mejor, de lo contrario sólo hubiera escuchado balbuceos.
-¡No me jodas, Briseida! -sin darme cuenta por el ruido de la música, estaba soltando largas carcajadas incontrolables -vamos a la barra a buscar un trago.
Fuimos juntas a la barra, no sin antes dar uno que otro empujón para que nos abrieran paso.
Al llegar allí, nos encontramos con un bartender bastante atractivo. Tenía el cabello castaño claro, unos ojos que, a pesar de la oscuridad, podía notarse que eran de un color miel intenso, su estatura no era una por la que cualquier chica mataría, pero al menos se mantenía en forma y tenía una mirada coqueta. Pero parecía tener unos diecinueve, así que no sería mi víctima de la noche.
Yo pedí una botella de vodka y Briseida una margarita de piña para empezar la noche. Dijo que le añade más emoción ir a pedir los tragos en la barra que tenerlo listo en la mesa.
Mientras Briseida se fue a bailar, aparté una mesa privada para dejar la botella y nuestros bolsos de mano.
Agarré su mano y nos encaminé a la pista para empezar a mover el esqueleto. Movíamos nuestras caderas al ritmo de la música, movíamos los brazos alzando las copas con el alcohol dentro de este.
Bailábamos sensualmente pasando las manos por nuestros cuerpos y el cabello, me mordía el labio y le lanzaba miradas sexys y juguetonas a hombres que, aparentemente, tenían novia. Algunos su pareja se daba cuenta del coqueteo de mirada que teníamos y salían afuera seguramente a pelear.
Pero ahora éramos tres, Briseida había conseguido hablar con un tipo guapísimo y en algunas ocasiones pude ver como le daba uno que otro beso furtivo a este.
Sí, ya estaba un poco pasada de tragos.
A pesar de todo eso, extrañamente me había controlado y no estaba bebiendo como loca. Y sí, tal vez estaba levemente mareada - las cosas empezaban a verse más coloridas y daban vueltas - pero al menos podía mantenerme en pie.
-Hey, Afroditititita, estaré en la mesa con este galán, ¿de acuerdo? -oh, por Dios, Briseida ya estaba arrastrando las palabras y se tambaleaba con cada paso que daba.
-Oye, oye, ¿estás segura? -me preocupaba un poco la situación, no podía simplemente dejar que se fuera.
-Por supuesto que sí, cariño. Si necesito algo pegaré un grito que se oiga en todo el puto el bar y le patearé las pelotas a este tipo.
No pude evitar reírme y despreocuparme un poco, se veía que ella tenía todo bajo control y que la estaba pasando de maravilla.
Seguí bailando y tomando cada vez más rápido las copas llenas de vodka, sentía como si la música solo fuera un fondo y lo único que oyera eran los latidos de mi corazón y el suelo vibrar.
Pero salí un poco de mi mundo cuando un tipo me agarró por el brazo y me volteó hacia él para bailar conmigo sin permiso, y debía admitir que me gustaba esa agresividad. Aunque no pude observar bien su rostro por la oscuridad y las luces opacas de colores, sólo me dejé llevar. En toda la noche había sido observada por miles de hombres y ninguno había sido capaz de acercarse a mí o invitarme a la pista.