Afrodita

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-¡SUÉLTAME, HIJO DE PUTA! Quita tus asquerosas manos de mí y deja de hacerme más daño, ¿Acaso no te parece suficiente todo lo que me hiciste hace años? - solté de manera agresiva y lanzando inútiles y ahora dolorosos manotazos.

-Oh, muñequilla, créeme que nunca debiste haberte metido conmigo años atrás. Habrías evitado toda esta mierda y no te buscaría para hacer algunos negocios - en sus ojos se podía ver la maldad pura y la manera en la que disfrutaba mi sufrimiento. No tenía ni un ápice de piedad.

Justo allí empecé a llorar y pegar gritos pidiendo ayuda. Diciéndole que me soltara cuando me agarró con sus brazos y me apretaba contra él. Contra su asqueroso cuerpo. Pataleaba e intentaba escupirle el rostro una que otra vez, pero mis intentos eran completamente inservibles. Lo que hizo fue ajustar más su agarre contra mí.

Y de repente sentí como el olor de un perfume calaba mis fosas nasales. La figura de Austin fue desvaneciéndose poco a poco y todo se distorsionaba. El ambiente verdoso y oscuro iba tornándose a una habitación totalmente desconocida para mí.

Poco a poco fui consciente de que en aquella cama desconocida me sujetaban unos brazos fuertes y que transmitían seguridad. El perfume se iba intensificando, pero yo aún estaba a la defensiva y seguía empujándolo e intentando que mis patadas fuesen lo suficientemente persistentes como para quitármelo de encima.

Abrí un poco los ojos y me encontré con una mirada celeste y unos rasgos perfectamente definidos y duros. Atractivos, por sobre todo.

No necesité mucho esfuerzo para darme cuenta de que Damian era la persona que me sostenía y decía cosas que todavía no era capaz de poner en orden. Dejé de atacarlo, pasé las manos por mi rostro y estaba un poco sudada y llena de lágrimas. Esa pesadilla había sido terrible.

-Tranquila, Afrodita. Todo está bien, estás a salvo - quitó su mano de uno de mis brazos y lo pasó por mi frente, quitando algunos cabellos que estaban adheridos y que no me había dado cuenta de que molestaban - respira hondo y cálmate.

Alcé mi vista e hice contacto visual con él. Cuando estaba a punto de decir algo estallé en lágrimas. Me acerqué más a su cuerpo y recibiendo de lleno su calor corporal y perfume. No podía dejar de sollozar ni retener las lágrimas.

Damian seguía dando suaves caricias a mis brazos y a mi cabello, cosa que cada vez me calmaba un poco más.

-Shh, así es. Respira y exhala.

Sus palabras inconscientemente me llevaban más a la realidad en la que me encontraba y recordaba mejor lo sucesos de hacía unas horas. Austin intentó violarme afuera del bar, luego llegó Damian y me sacó de esa situación dejándolo casi inconsciente - seguro no tendría problemas legales con eso, un poco de dinero y resuelto - luego me llevó a su casa y, carajos.

Estaba en casa de Damian, con Damian abrazándome y en la misma cama. Esto no estaba bien. No era correcto.

Me levanté de la cama tomando sus brazos con cierto cuidado alejándolo de mí. Arreglé el pijama que me había prestado y recogí mi celular del suelo. Me di vuelta y por un segundo creí haber visto confusión en sus celestes ojos y con el ceño ligeramente fruncido, pero desapareció tan rápido como apareció. En cambio, fue reemplazada por un gesto impasible que no te dejaba descifrar lo que sea que estuviera pensando.

-Gracias otra vez, Damian. Creo que ya estoy bien y puedes descansar sin interrupciones - acomodé un poco las sábanas porque estaban hechas un desastre.

-De acuerdo, que descanses Afrodita - asintió y se dirigió a la puerta con suaves pasos, y de repente se giró sobre sus talones - Y, Afrodita, sea lo que sea en lo que estés metida, para la próxima ten más cuidado, es muy probable que yo no esté allí para sacarte de ese aprieto.

Volvió a girar y salió por la puerta, sin darme tiempo a responder. Aunque me hubiera dejado responder dudo que tuviese algo para decir.

Giré en dirección a la cama e intenté retomar el sueño. Apenas lográndolo.

Damian POV.

Cerré la puerta a mis espaldas y me dirige a mi habitación. Mi camisa estaba llena de lágrimas y arrugada, así que me la quité y la dejé en el cesto.

Desde que sé de la existencia de Afrodita, creí que era una mujer bastante cuidada y sin problemas de ese tipo. Pero parece que me equivoqué. Por supuesto que no la juzgaba ni nada, seguía siendo una mujer respetable y con carácter. Y ni hablar de su increíble belleza.

Cuando la vi salir del bar forcejeando con aquel tipo de mal aspecto me causó curiosidad, porque parecía que no estaba bajo su consentimiento aquel trato. Salí de la zona VIP a paso algo apresurado, y al parecer su amiga se había quedado dormida en la mesa botando babas y con la botella de vodka en la mano. A simple vista podías predecir que era una chica bastante alocada.

Empujé a esa ola de personas apestosas a alcohol y cigarrillo, y gracias a mi altura era un poco más fácil ver hacia dónde me dirigía.

Al salir, la brisa fría me recibió golpeando mis fosas nasales haciéndome aspirar el fresco ambiente y puro a comparación dentro de aquel lugar. Empecé a buscarla y no lograba conseguirla por ningún lado, y también quería preguntarle qué había decidido respecto al trato que le ofrecí, se supone que debía haberme confirmado desde su casa su decisión y no estar en un bar.

Casi me daba por vencido e iba a dar la vuelta cuando escuché unos gritos ahogados que provenían de un lugar algo apartado del bar, así que decidí ir a ver qué pasaba

Di unos pasos más y me metí entre algunos arbustos. Y lo que me encontré me dejó bastante escandalizado y atónito. 
Afrodita estaba bajo un hombre que a simple vista se podía ver que quería hacerle daño.

Una serie de recuerdos y sucesos pasaron por mi mente en esos cortos segundos que se hicieron como minutos observando. La ira estaba colándose a una velocidad increíble en mi sistema, lo único que quería hacer en ese momento era golpear a ese tipo hasta dejarlo inconsciente y que su rostro fuese irreconocible.



#7907 en Joven Adulto

En el texto hay: misterio, sexo, sexo dinero amor

Editado: 12.10.2020

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