Afrodita

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Quizás la reprimenda que me daría Briseida no podía ser taan fatal, ¿o sí?

Pensándolo bien, esa alcohólica se fue con un desconocido a nuestra mesa y me dejó allí a mi suerte mientras se manoseaban hasta el alma. Yo era y soy la víctima. Me habían tomado contra mi fuerza y ni lo notó.

Por supuesto que no podía decirme mucho. Al menos había tenido la decencia de llamarla para preguntar si todo estaba bien y llamar a mi chófer para que se la llevara de ese sitio.

Además, Damian me había salvado el culo. A pesar de que fue un poco distante en ese lapso de tiempo. Pero lo que contaba era la intención y que incluso me dejó en las puertas de mi casa.

Subí las escaleras a paso un poco apresurado. Caminé entre los pasillos hasta dar con mi habitación. Entré y no había nadie.

Salí de allí y me dirige hacia su habitación. Y por supuesto que ella estaba ahí, dormida. Me adentré en la habitación y cerré la puerta con sumo cuidado a mis espaldas.

Me senté en la orilla de la cama y la observé durante algunos segundos. Al parecer se había puesto un pijama sin mucho esfuerzo y se acostó, porque su cabello era un verdadero desastre. Las ojeras apenas se estaban marcando bajo sus ojos.

-Lo siento -la escuché decir entre las sábanas aún cubriéndola considerablemente.

-¿Por qué te disculpas? -mi rostro debió tornarse a una expresión confundida, y fruncí el ceño ligeramente.

Porque la verdad sí me había dejado un poco en desconcierto, porque vamos, Briseida nunca admitía estar equivocada en algo. Su orgullo era incluso mayor que el mío. Y créanme que de orgullosa tengo bastante. Hasta podría llegar a ser frustrante.

-No debí haberte hablado así. Sólo pensé que me habías dejado allí, abandonada, y te largaste con ése tipo -se quitó las sábanas de encima y se sentó en la cama con las piernas enlazadas -pensé también que te enojaste conmigo por haberme ido con el primer tipo guapo que se me puso en frente, aún sabiendo que era noche de chicas. Claro que en ese momento no tenía mis ideas claras, mucho menos cuando te llamé. Y por eso me disculpo, estuvo mal.

Agachó su cabeza y empezó a juguetear con el tendido de la cama. Parecía realmente arrepentida y apenada por la manera en la que me habló. Al parecer a alguien se le había esfumado el alcohol y se abrió paso a la lógica.

Parece que había adivinado mis pensamientos, porque para que esta chica recapacite de esa manera es realmente muy extraño.

-No te preocupes por nada, en serio. Al menos las dos nos encontramos sanas y salvas, es lo que más importa -hice un gesto con mis manos para restarle importancia, y le dediqué una mirada tranquilizadora.

-De acuerdo, entonces supongo que estamos bien -volvió a subir la mirada y esta vez parecía haber recordado algo y de inmediato se le plasmó en el rostro una expresión pícara -y entonces, Afrodita, ¿cómo carajos terminaste en casa de ese tipo?.

-No tienes remedio, Briseida -reí un poco me recosté en la cama para tener más comodidad.

Le conté todo lo sucedido desde que se fue a la mesa con aquel tipo.

Desde el baile sensual y provocativo, hasta donde llegó repentinamente Damian y me salvó el pellejo. Y sí, en el fondo admitía que de no haber sido por él no sabría dónde estaría en este momento. Y más importante, ¿cómo sabía que yo me encontraba en aquel sitio? Probablemente él estaba en la zona VIP y nos observó desde arriba.

Eso significaba que me había visto hacer otra escenita sensual y provocativa, este tipo siempre me veía en situaciones menos favorables.

¿Recuerdan cuando dije que quería acostarme con él? Pues bueno, todo ese fuego se extinguió en el momento que me amenazó con esa estúpida grabación, y que ahora saldría con él durante algunos meses, que nos casaríamos y luego divorciarnos.

Pero supongo que sería una boda arreglada y no del todo real, solo que fuese lo suficientemente creíble para su padre y su familia. Lo imagino como un evento totalmente privado, para que la prensa y el público no creen conflicto ni rumores sobre nuestras vidas. Porque ya saben, el mundo está repleto de personas así.

-Disculpa que lo pregunte pero ¿quién es Austin y por qué te causa tanto temor? ¿y por qué te atacó de esa forma tan terrible? -en su rostro se podía observar la cara de horror, miedo e impotencia de no haberme ayudado cuando pudo.

-Interesantes preguntas, Briseida. Pero ahora mismo no puedo responderte, es un tema bastante difícil para mí -agaché un poco la vista y la dirige hacia las paredes pintadas de manera exótica -sólo te diré que es muy peligroso, y que ahora que sabe dónde estoy y quién soy, me va a encontrar. Y no precisamente para algo bueno.

La verdad es que no quería contarle a Briseida lo que estaba detrás de todo esto porque podía resultar muy peligroso y grave para ella. Austin no sabe que es mi mejor amiga y que tiene mucha influencia en mi vida, a parte de ser cercana para mí, porque entonces se involucrará en todo el problema y ni siquiera yo podré sacarla de eso.

Su rostro nuevamente expresó terror, miedo. Seguramente en el fondo estaba muy preocupada y temía por mi seguridad, pero esto es algo que debo resolver yo misma. Sin involucrar a más personas.

Yo me metí en ese lío, y ahora debo salir.

-Pero cambiando de tema, putilla, ¿cómo estuvo eso con Damian? -su cara pasó en segundos a una expresión llena de perversión. Alzó una ceja y mostró una sonrisa torcida.

Esta mujer quiere volverme loca con sus lujuriosos pensamientos. Aún así, me hice la tonta.

-¿De qué hablas? -al parecer fingí muy bien mi cara de confusión, porque inmediatamente volteó sus ojos de manera exagerada.

-¿Cómo que de qué hablo? No te hagas la idiota, sabes perfectamente a qué me refiero.

-Bueno, si es lo que creo que estás pensando, nop, no tuvimos sexo candente y desenfrenado como te mencioné que quería -reí un poco y negué con la cabeza -pero todo ese deseo se extinguió en mí en el momento que me dio esa estúpida amenaza -y así tan rápido como reí, tan rápido puse cara de molestia.



#7907 en Joven Adulto

En el texto hay: misterio, sexo, sexo dinero amor

Editado: 12.10.2020

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