-Quiere decir: Centro de Rescate y Rehabilitación para Animales -dijo orgulloso y con cierta dulzura en su mirada mientras veía aquel ambiente.
En el momento que aquellas palabras salieron de su boca, pude sentir un gran vuelvo en mi corazón. No, no uno de esos que te causan nervios incontrolables o que tu pulso cardíaco va a mil por hora. Más bien ese extraño sentimiento cuando sientes como si algo abrazara tu corazón y todo lo que contemplas en ese instante inmediatamente es más lindo y significativo.
No pude evitar observar a Coleman mientras admiraba aquel lugar y pensar que no era otro típico niño rico y mimado que siempre conseguía todo lo que quería.
Lo había juzgado mal, quizás la única así, era yo.
Desde el principio dije que iba a tenerlo entre mis sábanas ya que en aquel momento pensé eso de él, porque por supuesto que estaba para lamerse los dedos. Lo más extraño es que, hasta el momento, eso no ha logrado suceder y no es como si lo deseara tanto. Sin embargo, hay algo más inquietante, y es que mirándolo ahora solo quiero me muestre este hermoso lugar al que me trajo.
-¿Entramos, Mercy? -al parecer notó que lo estaba mirando más de la cuenta y que me sumergí en mis pensamientos por unos segundos.
-Por supuesto, se ve muy interesante -solté honestamente y con una sonrisa en el rostro.
Dio unos pasos delante de mí y lo seguí. A medida que nos fuimos adentrando en el lugar, habían plantas exóticas, flores y árboles por doquier. Cuando respirabas profundamente podías sentir como el aire puro llegaba a tus pulmones y otorgaba una sensación fresca y agradable. No habían ningún tipo de animal encerrado en jaulas sucias llenas de suciedad y desperdicios, en cambio, caminábamos por un sendero que estaba protegido por rejas de metal camufladas con enredaderas, y afuera del sendero estaban distintas especies de animales.
En algunas hay monos, chimpancés, leones -aunque realmente muy pocos -, árboles con ardillas corriendo como loquillas, búhos, y otras especies.
-¿Dónde consiguieron a todos estos animales? -me atreví a preguntar por curiosidad.
-Aquellos monitos y ese león los hemos rescatado de algunos circos en los que los maltrataban, comían muy poco. Y cuando los revisamos acá, tenían marcas de latigazos sangrando -dijo con cierta tristeza en sus ojos -aquellas ardillas las rescatamos de un pequeño parque en el que los niños asistían con bastante regularidad para cazarlas, algunos vecinos comentaron que incluso llegaban a experimentar con estas. Los búhos los rescatamos cuando sus bosques se incendiaron y algunos de ellos tenían graves heridas, pero en cuanto sanen los llevaremos cada uno a su hábitat de origen -agachó su cabeza con una sonrisa emocional.
Vaya, estas pobres criaturas sufrieron un montón. Siendo lastimadas sin razón alguna, privados de libertad y manteniéndolos cautivos en un hábitat que ni siquiera es el suyo. Me sentí triste porque aquellas cosas pasaban todos los días en cualquier lugar del mundo y nosotros viviendo felices, pero también sentí alegría por saber que habían personas que hacían este tipo de lugares para aquellas criaturas indefensas.
-¿Y qué sucedió con las personas que los maltrataban? -dije intrigada por la pregunta que rondaba en mi cabeza.
-Nos los llevamos detenidos y actualmente están cumpliendo una pena de dos años -alzó su mentón y eso pareció ponerlo más contento.
-Pobres criaturas, no imagino todo el sufrimiento por el que habrán tenido que pasar, lo peor es que no pueden siquiera quejarse o decir algo -solté aquello que llevaba un rato pensando.
-Y por eso es que hay personas como nosotros, que los rescatamos y le entregamos todo el amor y dedicación que tenemos -quitó su vista del camino y me miró a los ojos con un brillo particular que nunca había visto desde que lo conocía.
-"¿Tenemos?" -pregunté confundida.
-Ah, sí, mi abuelo y yo decidimos hace algunos meses crear este lugar, siempre había sido mi sueño de niño, y ahora que tenía la oportunidad de hacerlo, no perdí el tiempo -me sonrió una vez más contento y siguió con el camino.
No tenía idea de por qué, pero cuando me sonrió de esa manera sentí mis mejillas arder, al mismo tiempo que llevaba mi vista hacia un lado para que no lo notara.
Ese también había sido mi sueño de niña.
A medida que íbamos caminando, dejábamos más atrás el lugar en el que residen animales con más tamaños, a la vez que entrábamos a un espacio extenso lleno de césped artificial, habían juguetes para perros y gatos, carreras de obstáculos. Fruncí el ceño ligeramente y elevé una de mis cejas, intenté acelerar un poco más el paso, hasta que un perro pasó corriendo frente a mí, deteniendo abruptamente mi caminar.
Observé como corría con tanta energía y alegría, que instantáneamente quise ir a jugar con él. Sentí emoción y no pude evitar hacer la pregunta.
-¿Esto es lo que creo que es? -solté muy emocionada y con una sonrisa inevitable en mi rostro.
-Definitivamente, sí, y antes de que me lo preguntes, claro que puedes ir a jugar con él, también hay muchos gatos tiernos -pareció causarle gracia mi emoción hacia los animales, porque soltó una risa baja, pero no le tomé importancia y me dejé llevar por mis pies, quienes ansiaban ir hacia aquellas tiernas criaturas.
Caminé tímidamente hacia algunas chicas que le daban croquetas a los perros y los felicitaban por alguna acrobacia que hayan hecho. Me posicioné frente a ellas mientras acariciaba uno de mis brazos con cierta vergüenza por acercarme así de la nada. Las chicas alzaron su vista y, al verme, sonrieron de oreja a oreja y me invitaron a unirme con ellas.
Habían tres chicas, las cuales se llamaban: Maria, Tiana y Susana. Maria parecía tener bastante energía y amor hacia los animales. Me explicó que en el área que nos encontrábamos en este momento se encargaba de devolverles la alegría a aquellas mascotas que fueron maltratadas y abusadas en las calles, los rescataban y le daban vida, luego hacían campañas de adopción una vez que ya los animales estuvieran en perfectas condiciones físicas y emocionales.