Me quedé estática en mi lugar sin articular palabra alguna. Y Damian con su mandíbula tan tensa que pensé que podría hacerse daño.
Austin me llenaba de terror.
No entendía por qué a Austin, a pesar de que han pasado algunos años, se le ocurrió la magnífica idea de arruinar mi vida más de lo que ya lo había logrado en mi adolescencia. Simplemente no era capaz de comprender lo que sea que estuviera pasando por su mente. Lo más extraño de todo es que volvió justamente cuando Damian apareció en mi vida.
Quizás Colaman lo detestaba por el incidente que pasó en el bar. Pero también existía la probabilidad de que se conocieran anteriormente y por esa razón encontraba a Austin como una persona detestable. Me pareció muy extraño que en esta ocasión no se encontrase drogado hasta en sus venas, ¿acaso llevaba días limpio?, también tenía una actitud muy relajada, ¿estaría tramando algo malévolo?.
-Creo que es hora de irnos, este tipo nos arruinó la noche -Damian interrumpió mis pensamientos, al mismo tiempo que hacía una expresión de pocos amigos. A mí también me desagradó mucho la idea de que volviera a aparecerse en mi camino. Lo detesto.
-Sí, es lo mejor -dirigí mi mirada hacia el auto -lo siento.
-¿Por qué te disculpas? -arqueó una de sus cejas y frunció el ceño.
-¿Acaso no es obvio? -señalé nuestro alrededor con ambas manos -todo esto está mal por mi culpa, porque me busca a mí, y estoy segura de que no le importará destruir todo lo que conlleve conseguir lo que sea que desea, y te aseguro que llegará a mí de la manera más sutil y pavorable. Tengo miedo, ¿de acuerdo? -agarré las raíces de mi cabello y empleé una fuerza considerable en estas, debido a la desesperación que me causaba pensar en eso.
-Pero eso no es tu culpa, cielo,
-intentó acercarse, pero retrocedí un poco en señal de que no lo hiciera -, ese tipo está loco y lo sabes, necesita ayuda y por eso hace estas cosas, quizás y realmente no quiere hacerte daño.
-¡Sí es mi culpa, deja de intentar hacerme quedar como la víctima siempre! -exclamé un poco alterada y mirándolo a los ojos -¡fue toda mi culpa desde el momento que permití que entrara a mi vida en mi adolescencia! Si no hubiera hecho eso, quizás y no estuviera pasando esto -agaché mi cabeza en forma de rendición.
Sabía que era mi culpa, solo que Damian no quería hacerme sentir peor, pero haciéndolo así lograba empeorar mi estado.
Necesitaba espacio, pensar mejor las cosas o los nervios me consumirían. Necesitaba recostarme en la esquina de mi habitación y llorar, sentirme justo como en mi adolescencia. Pero Coleman ahora se encontraba conmigo, y tenía el presentimiento de que más nunca me permitiría sentir así, culpable.
Pero a pesar de eso, no podía evitar sentir culpabilidad. Por mi amor estúpido de la adolescencia que trajo muchas consecuencias.
-No sé exactamente cuántas veces tendré que decirlo hasta que lo entiendas bien, pero escúchame -tomó mi mentón y me hizo verlo a los ojos, ese color celeste me calmaba considerablemente a pesar de la oscuridad -no fue ni es tu culpa. Sea lo que sea que haya sucedido, no fue tu culpa. No importa cuántas veces te repitas eso a ti misma, ahora no serás tú sola contra todo, ahora estoy yo. Así que, mientras esté junto a ti, no permitiré que pienses de esa manera. Sonríe, supera y entiende que hay cosas en la vida por las que sí deberías sentirte culpable -lo miré extrañada cuando pronunció esa última frase, pero mi expresión no se mantuvo así por mucho -por ejemplo, deberías sentirte culpable por usar esa falda que llevas siempre a tu empresa y tener que morderme las uñas por no poder rasgarla para hacer cosas exquisitas con tu cuerpo. Es una tortura, cielito -me guiñó un ojo.
Sin notarlo, sentí como una lágrima gruesa resbaló por mi mejilla causando un cosquilleo. La limpié con uno de mis dedos y reí por lo último que dijo. ¿Realmente pensaba eso al ver mi falda?, sentí como mis mejillas comenzaron a calentarse, seguro ya estaba disfrutando mi cara sonrojada.
Quizás tenía razón. Debía dejar de pensar que fue mi culpa que todo esto sucediera, Austin está realmente loco y necesita ayuda psicológica. ¿Por qué tendría que molestarme tan siquiera por él?, sin embargo, no podía bajar la guardia. Algo me decía que no debía hacerlo.
-Gracias -dije bajo y con la voz ronca debido a que no articulaba palabra alguna hace un rato. Levanté mi mirada y me observaba con ternura, mucha más que en cualquier otra ocasión. Sus ojos brillaban por las luces cálidas del lugar, y como siempre tengo en mente, a pesar de la oscuridad sus ojos siguen viéndose hermosos. ¿Acaso vería los míos del mismo modo?.
Decidí no pensar mucho en esa pregunta y concentrarme viendo como Damian comenzaba a acercarse a mí. Tragué grueso y mi pulso estaba perdiendo el control, su presencia siempre lograba afectarme de alguna manera. Tomé la valiente decisión de dar un paso hacia adelante, al mismo tiempo que nuestras respiraciones lograban chocar ligeramente entre sí. ¿Acaso yo lograba ocasionar las mismas reacciones en su cuerpo? ¿Su pulso se aceleraba teniendo mi anatomía cerca?, comencé a cuestionarme cuando una de sus manos tomó mi cintura y me acercó más a sí mismo.
¿Planeaba besarme nuevamente?, pregunté torpemente en mi mente y observando sus carnosos labios, ¿ya les he dicho lo mucho que me encantan?. Miré sus ojos, los cuales también se encontraban admirando mis labios. Los relamí y tomé su rostro con una de mis manos, decidida a dar el siguiente pasó que ambos estábamos ansiosos de lograr.
-¡Hey, idiotas! -exclamó un hombre desde la ventana de su auto y con las luces encendidas, haciendo que nuestros ojos quedaran cegados -¡dejen sus hormonas de lado, estamos en un lugar público! -dijo enojado, al mismo tiempo que una niña asomaba su cabeza por la ventana, confundida por la situación. Me pareció muy tierna, seguro tenía alrededor de cinco años.
-¡Disculpe las molestias causadas! -alzó la voz Damian -ya nos íbamos, ¡que tengan linda noche! -sonrió tiernamente y dando un saludo con la palma de su mano. Severo tonto, actuaba tan naturalmente a pesar de que nos habían cachado actuando como adolescentes hormonales.